Mario E. Fumero

          Cuando pensamos en las armas de un policía, siempre nos viene a la mente la pistola, rifle o tolete, y es que la imagen que traemos de un agente del orden es sinónimo de reprensión, militarismo y mano fuerte. No vemos al policía como amigo de la comunidad y parte de la sociedad civil. No podemos obviar que frente al alto índice delincuencial los policías necesitan estar bien armados, e incluso, protegido por chalecos antibala, pero es bueno reconocer que existe un arma más poderosa que la pistola o el rifle, y esta arma es su vida moral.

          Una de las causas por la cual la ciudadanía pierde la confianza en los agentes del orden radica en que muchas de ellos viven en desorden, y su moral esta por los suelos. Cuando un policía se corrompe, viviendo desordenadamente, y no honrando el uniforme que lleva, desacredita la imagen de la Institución, y, por ende, pierde el respeto y la autoridad en la comunidad civil. Esto es lo que les ha ocurrido a los policías de la ciudad de los Ángeles en California, los cuales, frente a los escándalos de violencia y corrupción en que se han visto, se convirtieron en algo así como una amenaza para la misma comunidad. La gente les teme más a los policías que a los delincuentes, por lo cual se ha tenido que hacer una depuración total de arriba hacia abajo.

          En Honduras nuestros agentes no están tan mal como en los Ángeles, pero no podemos negar que tienen algunos defectos que dañan su Institución. Uno de los lemas que debemos imponer en los cuerpos policiales es que “El arma más poderosa de un policía es su moral” y aunque no se vendan, o se dejen sobornar, la moral va mas allá de estos principios. Existen valores que dan autoridad. Los valores envuelven toda una conducta social impregnada de ética. Uno de los flagelos que más afecta a los agentes del orden es el alcoholismo y el amor libre. Este fenómeno es causado por el sistema imperante, de origen militar, debido al cual, el agente esta siendo movido de un lugar a otros de forma continua, por lo que tiene que dejar a su familia, y a veces, al estar sometido a mucha presión, tanto por parte de los mandos, como de la misma sociedad civil, busca un escape, y las cantinas son las que más abundan.

          En Honduras el peor flagelo existente en la sociedad, aparte de la delincuencia y la corrupción, es el alcoholismo. Azota a todos los gremios de la sociedad. Lo tremendo es que un policía alcohólico, con uniforme y en servicio se convierte en una amenaza para la misma sociedad que tiene que proteger. La soledad, el alejamiento de su familia, la tensión producida por la peligrosidad de la delincuencia, la falta de principios sólidos en la fe cristiana y la frustración frente a una justicia que no funciona en apoyo al policía en sus acciones, ejerce una influencia negativa en la vida de los agentes llevándole a la frustración.

          En años pasados le propuse al ministro de Seguridad anterior que se debería cambiar la estructura policial para darle más valores. Para ello deberíamos tenerlos cerca de su familia, esto evitaría que jugara al sexo y dejará hijos regados por todas las postas que pase. Además, podría atender a sus hijos y esposa y reducir sus gastos, pues tendría su casa para descansar, sin tener que viajar largas distancias o cuando tenga permisos cortos, podría estar con su familia. También deberíamos dar seminario de valores y motivación, así como hacer una campaña preventiva contra el estrés y los conflictos que genera la tensión ocasionada por su trabajo, junto a una concienciación sobre los daños del alcoholismo.

          Por otro lado, cuando el policía esta instala en una zona, se llega a compenetrar con los residentes, estableciéndose una relación que le ayuda a conocer todos los movimientos y necesidades de la comunidad. Esto le ayudara a detectar a los desconocidos que podrían causar daño a la ciudadanía. Si queremos un policía amigo de la comunidad, necesitamos adéntralo en la relación con ésta, pero; ¿Qué ocurre actualmente? Cuando el agente u oficial comienza a conocer a las personas y ya domina la problemática del barrio, lo cambian, iniciándose de nuevo el proceso de establecer relaciones con la comunidad.

          La moral esta ligada a la familia y al testimonio, así como a los valores espirituales. Un buen esposo y padre será un buen agente. En Nueva York la policía tiene personal especializado para ayudar a los policías y su familia, tanto en el campo psicológico como familiar y espiritual. Se efectúan conferencias retiros, seminarios para fortalecer el arma más poderosa de un ser humano, su moral.

          Recordemos: El testimonio de un padre, de una madre, y de los que ejercen autoridad en la comunidad le dará la “autoridad moral” para poder establecer los valores en su entorno. Una sociedad sin valores será una sociedad enferma.