Mario E. Fumero
Uno de los factores que nos impide prosperar y nos lleva a vivir cada vez más en la miseria es la diversidad de opiniones y conflictos que existen en nuestra sociedad. Estos generan un alto índice de división y polarización, que a su vez provocan confrontaciones, ya sea en el seno familiar o en la clase política. Podemos afirmar, sin la menor duda, que actualmente Honduras vive una de las mayores divisiones de su historia.
¿A dónde nos conduce la situación actual? Indudablemente, el ambiente político y social está tan caldeado que la polarización existente puede desencadenar enfrentamientos violentos. Esto crearía un clima de hostilidad que pondría en peligro la seguridad nacional, además de contribuir al aumento acelerado de la delincuencia, todo ello motivado por diferencias ideológicas.
El panorama actual del país es alarmante. Por ello, debemos actuar con prudencia y evitar exacerbar los ánimos. Más allá de una confrontación ideológica, lo que se está gestando es una lucha por el poder, donde los más afectados serán aquellos ajenos a la política: la clase más pobre del país.
El panorama mundial tampoco es alentador. Muchos países ya están siendo sacudidos por guerras civiles, donde quienes más sufren son los que nada tienen que ver con las luchas políticas. Esta crisis global está provocando un aumento acelerado del hambre y la pobreza. Los pobres son la punta de lanza de quienes promueven el socialismo, mientras que el capitalismo es defendido por los poderes que buscan imponer el llamado “Nuevo Orden Mundial”.
Nos encontramos a merced de los poderes globales. Recientemente, las Naciones Unidas, a través de la OMS, aprobó el proyecto denominado “Tratado de la Pandemia”. Este instrumento le permite intervenir en la soberanía de los pueblos ante ciertas epidemias, ya sean de origen natural o artificial. No podemos ignorar que existen planes elaborados por el Foro de Davos y la Agenda 2030, que contemplan la posibilidad de reducir la población mundial —según algunos expertos, de 7,000 millones a 5,000 millones— con el fin de evitar futuras crisis por escasez de alimentos y sobrepoblación.
En medio de esta confrontación y división, quienes más tienen que perder son los países pobres del Tercer Mundo, donde la radicalización tanto de la derecha como de la izquierda está creando un abismo que podría derivar en un conflicto de consecuencias impredecibles. Hoy nos preguntamos: ¿Quién controlará la política mundial, la izquierda o la derecha?
Nadie puede predecir el futuro, a menos que lo abordemos desde una perspectiva profética y bíblica. Una gran realidad en nuestro continente latinoamericano es que la política se torna cada vez más tensa, y los conflictos regionales más intensos. Se perfila la creación de dictaduras, tanto de derecha como de izquierda, y resulta difícil prever cuál de las dos prevalecerá. Lo único claro es que, ante tanta división, lo que reina es la confusión y la confrontación, cuyo desenlace es incierto.
Debemos pedir a Dios que dé sabiduría y cordura a los políticos, para que sus discursos sean coherentes con la realidad que vivimos, y no agraven la ya caótica situación. Al final, los más afectados por todo esto son los humildes, la clase más pobre, que tristemente representa la mayoría de nuestra sociedad.
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