Pastor Héctor Hernán Castro
«La preocupación es como una mecedora: te da algo que hacer, pero no te lleva a ningún lado.» (Erma Bombeck.)
Las noticias internacionales, nacionales y locales que escuchamos a diario no contribuyen a nuestra salud mental: Las redadas de migrantes en Estados Unidos (todos tenemos familiares o amigos en el norte), las protestas y sus represalias. La guerra comercial, la guerra literal en Ucrania, Gaza, etc.
La incertidumbre e inestabilidad política en Honduras, la crisis y gran presión económica por la imparable subida de precios, la falta de empleo que obliga a miles a emigrar, el crecimiento exponencial de la violencia, el aumento alarmante de suicidios, etc., etc., etc. Estemos consientes o no, todo eso altera nuestra salud emocional y si no lo gestionamos bien a nivel de nuestros pensamientos, inevitablemente nos conducirá a cuadros de enfermedad.
Hablando por todos los humanos, el salmista escribió: «Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu Palabra.” (Salmo 119:28.). En este corto texto de tan solo diez palabras emerge un amplio significado práctico para nuestra vida diaria. Comienza señalando el problema para luego indicarnos la solución. “Se deshace mi alma de ansiedad” este es el diagnóstico y efectos de la enfermedad.
• Definición. La ansiedad se define como «la preocupación excesiva, inquietud y angustia por el futuro, especialmente en lo que respecta a necesidades básicas como comida, salud, vestuario, etc. No se limita a las necesidades reales, sino que se extiende a situaciones futuras y eventos que no podemos controlar».
Si nuestra mente está continuamente en una «pensadera brutal” (especialmente en las interminables noches de insomnio), imaginando y temiendo escenarios fatales que no nos dejan dormir, comer, ni vivir bien, estamos albergando al huésped indeseable de la ansiedad. «La ansiedad es el precio que pagamos por imaginar un futuro catastrófico.» (Alain de Botton.)
Para una mejor comprensión. La frase “se deshace mi alma de ansiedad” del Salmo 119:28 nos es comunicada por otras versiones de la Biblia así:“…dame ánimo, pues estoy muy decaído y el dolor me está matando.” (TLA.) «De angustia se me derrite el alma…” (NVI) «Me estoy consumiendo de pena…” (BLP) «Estoy cansado y lloro de tristeza…”(PDT.)
La enfermedad de base es la ansiedad y es de naturaleza espiritual o emocional (en el alma). El efecto es la turbación e intenso dolor interior que afecta nuestra salud física. Muchas veces desemboca en enfermedades psicosomáticas o imaginarias, que realmente no están presentes en el cuerpo, pero sí se sufren en la mente. Naturalmente, también hay cuadros de ansiedad de origen orgánico, ya sea porque las glándulas de nuestro organismo no segregan las sustancias necesarias o por otras enfermedades reales. ¡Eso amerita atención médica!
Además, hay un nivel de ansiedad que es normal, es una emoción natural que nos ayuda a prepararnos para afrontar situaciones difíciles o peligrosas. Pero cuando el nivel supera lo normal, se convierte en algo enfermizo y muy dañino para nuestra salud integral.
• LA MEDICINA DIVINA.
Dios se asegura no solo de señalar la enfermedad, también nos indica la cura: “Susténtame según tu Palabra.” (Salmo 119:28b.) Sí, en la Biblia Dios nos ofrece recursos para contrarrestar la ansiedad. Así como nos dice que nuestra enfermedad terminal espiritual es el pecado y luego nos presenta al infalible Salvador Jesucristo, de la misma forma nos presenta la enfermedad emocional de la ansiedad, pero también nos ofrece la cura efectiva: la Biblia.
¿Cómo nos ayuda la Palabra de Dios? Lo veremos en los días sucesivos Dios mediante.


