Pastor Héctor Hernán Castro C

«Se deshace mi alma de ansiedad, Susténtame según tu Palabra.» (Salmo 119:28.) Las palabras del escritor inspirado han sido, son y serán replicadas y comprobadas por muchas personas al rededor del mundo. Mientras pastoreaba en San Pedro Sula, un empresario convertido al Señor me dijo: «Antes de conocer a Jesucristo como mi Salvador y Señor; antes de ser un disciplinado lector de las Sagradas Escrituras, yo era un fármaco dependiente. Me era imposible conciliar el sueño si antes de acostarme no me tomaba una pastilla para dormir. Gracias a Dios todo eso cambió. Ahora que tengo una correcta relación con Dios por medio de Su Hijo, mi dosis nocturna es muy diferente y efectiva. Ya no es química sino espiritual, no está en la farmacia sino en mi mesita, no es una droga inductora de sueño sino una porción de la Palabra de Dios. Al leer, reflexionar y apropiarme de lo dicho por Dios en la Biblia, al hablar con Dios en oración, encuentro paz para mi mente antes ansiosa. Ahora puedo dormir tranquilo sin necesidad de otra cosa.»

Alguien que no cree esto podrá decir sarcásticamente que leer la Biblia es muy aburrido y por eso produce sueño. ¡Nada que ver! Hay que experimentarlo para poder disfrutarlo y contarlo. La Biblia no es un sedante místico o supersticioso. Es nada más y nada menos que la voluntad del Dios eterno documentada en forma escrita. Hay una abismal diferencia entre una RELIGIÓN y una RELACIÓN con Dios.

Él filósofo y político comunista y ateo Karl Marx dijo que «la religión es el opio de los pueblos» , que los adormece y convierte en víctimas fáciles. Esto podrá ser cierto en aquellas personas (que son muchas tristemente) que desconocen la Palabra de Dios y justamente por ese analfabetismo bíblico creen sin reflexionar en lo que otros les dicen. ¡Son presa de depredadores y extorsionadores de la fe!

No es así para quienes tenemos una RELACIÓN personal, diaria, consciente, dinámica y renovada con Dios. Jesucristo es Rey pero también nuestro amigo. La Biblia es un libro antiguo pero más actual y pertinente que ningún otro.

Es esa correcta relación con Dios por medio de Jesucristo y Su Palabra la que nos puede dar paz aún en medio de la tormenta.El rey David, mientras huía de una encarnizada y mortífera persecusión encabezada por su propio hijo Absalón sublevado, escribió: «Luego me acosté y dormí en paz, y desperté a salvo, porque el Señor velaba por mí.  (Salmo 3:5 NBV.)

Aunque las circunstancias externas sean negativas y caóticas, aunque las presiones sean muchas y crecientes, podemos mantener la calma y la paz mental sólo confiando en Jesucristo, el Príncipe de Paz (Juan 14:27; 16:33.) ¿Usted ya está experimentado esa paz sobrenatural?

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