Mario E. Fumero
Estamos siendo invadidos sutilmente por una tecnología que tiende a anular nuestra capacidad de razonar y pensar, e incluso a manipular la información, las imágenes y hasta las voces, para hacernos hacer lo que no hicimos. Hemos visto con asombro cómo recientemente se elaboró una imagen en la que el presidente Trump hacía que las autoridades se llevaran preso al presidente Obama, y todo parecía tan real que no dudo que algunos lo hayan creído. También hemos visto cómo se ha tomado el audio de una persona para crear una imagen en la que él habla y dice lo que no dijo.
Este invasor que nos está anulando se llama INTELIGENCIA ARTIFICIAL. Las generaciones del futuro, como dijo Albert Einstein, será una generación de idiotas, donde se graduarán con títulos, pero la tesis elaborada fue hecha por la inteligencia artificial. Y mientras la tecnología nos domina y controla, nosotros somos desplazados a un segundo plano, hasta quedar completamente anulados en muchas empresas y trabajos.
Analicemos la influencia de la inteligencia artificial en la publicidad y la información. Se puede tomar una foto tuya, junto con tu voz, y hacer un montaje tan perfecto de una acción que no hiciste, muchos creerán que es verdad. Esto no nos permitirá saber si dicha imagen es real o falsa. Actualmente, es difícil discernir cuándo una información es cierta, porque la tecnología puede hacer lo imposible, posible, y lo absurdo, viable.
No niego que la INTELIGENCIA ARTIFICIAL, en algunos aspectos, nos puede ser útil, al igual que la robótica. Pero la realidad ha evidenciado que, cuando la tecnología avanza, el hombre pasa a un segundo plano. Vemos cómo su progreso va anulando muchos puestos de trabajo, para dar paso a metodologías que se vuelven más económicas y viables, principalmente en la industria y en la comunicación. ¿Qué les parece a ustedes el hecho de que un robot haga un noticiero? ¿Acaso no se están usando ya en algunos países como camareros para atender a los comensales?
Voy a poner un ejemplo de lo que ha ocurrido en los Estados Unidos. Años atrás, en los peajes de ciertas carreteras donde se cobraba, las personas pasaban y pagaban a quienes allí trabajaban. De pronto vino la tecnología, con la tarjeta digital y cámaras automatizadas, y se eliminaron las casetas de cobro. Ahora, cuando la gente pasa por el peaje, este reconoce la identidad adherida al cristal del vehículo, y si carece de ella, le toman una fotografía y le envían la cuenta aumentada a su domicilio.
Imagínense ustedes qué pasaría en Honduras si en el peaje que va a San Pedro Sula —que cuenta con un total de tres estaciones, donde trabajan entre 20 y 40 personas cobrando a los vehículos— se introdujera esta tecnología. ¿Cuántas personas se quedarían sin trabajo? Recordemos que a la empresa concesionaria le conviene tener mayores ganancias, y si elimina tanto personal, tendría una suntuosa utilidad que beneficiaría sus intereses.
¿Cómo será el mundo del futuro, cuando la tecnología controle nuestras vidas? ¿Nos llevará esta situación la anulación de nuestra capacidad de razonar y a un sometimiento inconsciente a un sistema dominado por un personaje que la Biblia lo llama “el Anticristo”?
Basado en esta hipótesis, los dirigentes del Nuevo Orden Mundial tienen planeado un método para reducir la población mundial, ya que al hacer los robots el trabajo de los humanos, parte de la población del mundo estará de más. Caeremos en un mundo donde seremos esclavos de nuestra propia inteligencia, que llegó a crear una inteligencia superior a la nuestra, y a la cual quedaremos sometidos como borregos. Este hecho está descrito en la Biblia de forma clara en el capítulo 13 versículo del 16 al 18 el cual dice: “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”.
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