Mario E. Fumero

El pueblo cristiano se ha unido para realizar una peregrinación el sábado 16 de agosto en toda la nación hondureña. Ciertos medios de información, que más bien es de desinformación, expresando que yo estaba opuesto a dicha peregrinación, algo completamente falso, pues se manipuló parte de mis declaraciones, para añadir un elemento que no mencioné, y era que la marcha o peregrinación tiene su validez, siempre y cuando no se politice dicha acción.

No reclamo ni estoy en contra de salir pacíficamente a orar, como iglesia, por la unidad y el entendimiento entre los hondureños, pues Dios nos ha hecho pacificadores y reconciliadores, y no promotores del odio y la división. Lo que no apruebo, y siempre lo he rechazado a lo largo de mi intervención pública, es que la iglesia se alineó políticamente bajo alguna bandera ideológica, rompiendo su conducta de apolítica, e involucrándose en los asuntos de este mundo, lo cual claramente está prohibido en las Sagradas Escrituras. El apóstol Pablo afirmó en 2 Timoteo 2:4 que “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”. Jesús, por otro lado, ratificó en Mateo 6:24 y Lucas 16:13 que “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciar al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.

Mi comentario sobre este evento radica en la importancia que tiene la iglesia en manifestarse en medio de la convulsión social, para llamar a la paz, el orden, y el respeto a las libertad democrática, y condenar el hecho de que algunos líderes representativos, tanto de la confraternidad, como de algunas iglesias, sin buscar el consenso, ni el apoyo colegiado de las demás autoridades, emitieran declaraciones que, como dice Chespirito, “sin querer queriendo”, expresaron opiniones políticas que distorsionan el sentido original de esta peregrinación.

Considero que los pastores de las iglesias deben tener mucha prudencia en su forma de expresarse, para que no se tome esta acción como un determinado alineamiento político, ya que muchos están muy susceptibles a interpretarlo como un ataque al gobierno, algo que no es así, siempre y cuando, los gobernantes de turno estén dispuestos a cumplir su promesa y compromiso de respaldar unas elecciones limpias y transparentes.

Algo que nos está haciendo daño, son las posiciones radicales que algunos tienen, junto con la manipulación de los fake news que continuamente alteran la realidad y entran al plano de la vulgaridad, para faltar el respeto no solo a los gobernantes, sino a quien sea, llevándose de encuentro a todo aquel que no piense igual que ellos. Debemos respetarnos, aunque tengamos diferencias. Como iglesia, estamos en contra de la apología al odio, contra el ataque premeditado a personas y partidos, usando palabras soeces. Como iglesia, queremos que haya respeto, paz y tranquilidad, en donde el Estado mantenga su laicismo y la iglesia mantenga su apoliticidad.

Si alguna organización no quiere respaldar este evento, al menos le dé libertad a sus miembros para que participen. No podemos imponer, como dogma de fe, ciertos eventos públicos, aunque sí debemos promover por todos los medios la unidad y el respeto de criterios, principalmente en estos momentos tan trascendentales que vive Honduras y la humanidad, porque indudablemente la polarización nos puede llevar a la destrucción.

Participemos, pues, de la peregrinación o marcha con la consigna clara de orar y pedir por la paz y la unidad en el gran evento cívico que se celebrará a fines de noviembre, y que depongamos todos, nuestra actitud de soberbia, para aceptar el destino de la nación de acuerdo con el sentir de la mayoría.

Correo: marioeduardofumero@gmail.com
Sitio web: www.contralaapostasia.com