“Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo” Juan 1:33.
Mario E. Fumero
Desde antes de convertirnos al Señor Jesús, por medio del Espíritu Santo comienza a trabajar en nosotros. Su primer trabajo es redargüirnos del pecado, una vez que escuchamos la Palabra[1] para producir en nosotros el Nuevo Nacimiento Juan 14:26[2]. Ésta es la primera dimensión de una vida en el Espíritu Santo.
Él produce una nueva criatura, e intercede por nosotros delante del Padre por el sacrificio de Cristo (Romanos 8:27[3]). Después, y durante nuestra vida cristiana, nos ayuda en nuestras debilidades, interviniendo en los momentos difíciles, cuando clamamos al Señor como dice Romanos 8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.
Llega un momento en que el Espíritu pasa a una segunda dimensión, ya no se limita solo a estar sobre nosotros guiándonos, redarguyéndonos, sino que ahora él toma el control de nuestras vidas y nos bautiza con su poder (Hechos 1:8[4]). Algunos le llaman a esta dimensión “la segunda obra de gracia” otros le llaman “el bautismo del Espíritu Santo” (Mateo 3:11[5]) y por medio de los dones nos otorga herramientas para poder manejar muchas situaciones difíciles en el diario vivir. Estos dones del Espíritu se dividen en tres grupos:
- Dones para hablar: Lengua, profecía interpretación de lenguas.
- Dones para obrar: Sanidades, fe y milagros.
- Dones para saber: Sabiduría, discernimiento y ciencia.
Todos estos operan no como yo quiera, sino como el Espíritu dispone, repartiendo en particular según la necesidad de cada situación, como dice 1 Corintios 12:11 “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”.
BIBLIOGRAFÍA
[1]– Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
[2]– “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
[3]– “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.
[4]– “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
[5]– “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”.


