Héctor Hernán Castro Canales.
«El pueblo de Israel nombró reyes sin mi consentimiento y príncipes sin mi aprobación…» (Oseas 8:4a, NTV.) ¡Qué hermosa expectativa despierta una fiesta programada! ¿Verdad?
A medida que se acerca la fecha de celebración, crece la expectación y la sensación de felicidad. En nuestros días, las inevitables y obligadas preguntas son:
Si nuestras elecciones generales son una fiesta cívica nacional, ¿Por qué no hay ese positivo ambiente de grata expectativa? ¿Por qué al acercarnos al 30 de noviembre crece la incertidumbre y disminuye la esperanza? ¡Muy sencillo! Porque el proceso electoral hondureño dejó de ser una fiesta nacional para convertirse en la burda fiesta particular de unos pocos que, utilizando diversos métodos y medios, usan al pueblo para acceder, a cómo de lugar, a la «piñata pública».
Tristemente, caos, incertidumbre, tensión, frustración y otras palabras afines son las que mejor describen la situación de Honduras de cara a las elecciones. A medida que pasan los días y se acerca la fecha establecida, lejos de tranquilizarnos ocurre exactamente todo lo contrario. ¡En la ruta que avanza el país va como un automóvil sin frenos hacia las Honduras de un profundo precipicio! ¡Oremos mucho para que Dios nos auxilie y nos saque bien de este campo de batalla!
• MI ENFOQUE: En los días sucesivos y en base a una historia de la Biblia (2 Samuel 15) , estaremos reflexionando sobre este tema.
DEBO DEJARLO CLARO:
1) La política no es un tema que me apasione, pero es un tema de actualidad y hay que emplear el lente de la Biblia para analizarlo.
2) Mis reflexiones no llevan dedicatoria. Soy un siervo de Dios no un activista político. Pertenezco y sirvo a un gobierno superior: ¡El Reino de Dios!
Honestamente, no creo que la actual realidad política hondureña sea parecida a una lucha entre ángeles y demonios o entre blancas palomas contra negros depredadores. En realidad, en este ambiente impera la ley de la selva, sin piedad, sin principios y sin pudor.
En esta encarnizada y deshonesta contienda política no hay lugar para el Dios de la Biblia, de luz, transparencia, verdad y rectitud (1 Juan 1:5). (Si así fuera, iríamos a elecciones transparentes, en paz, armonía y respeto, sin pleitos, ni picardías. Importaría que gane el país, no una fracción política.) Pero este es un escabroso terreno controlado por «el dios de este siglo» (2 Corintios 4:4; 1 Juan 5:19b.)
¡Y no es que Dios no quiera intervenir, es que ha sido excluido! Su Santo Nombre es solamente utilizado a veces a conveniencia, pero sin obediencia (Lucas 6:46.)
• UNA DEPLORABLE PERO REAL COMPARACIÓN.
Es muy triste admitirlo, pero tenía mucha razón el escritor y analista hondureño César Indiano cuando comparó la politica hondureña a una nauseabunda y contaminadísima letrina. También el dramaturgo y crítico Irlandés George Bernard Shaw afirmó que…
«Los políticos son como los pañales, deben ser cambiados con frecuencia y por la misma razón: (¡Porque están llenos de excremento!)”.
Pero en otras latitudes, con altos niveles de educación y cultura, y a pesar de sus normales conflictos, las elecciones pasan sin sobresaltos. Los perdedores asumen con humildad y gallardía su derrota y los ganadores afrontan su responsabilidad adquirida de gobernar a una nación.
En Honduras, lastimosamente, las inocultables marcas del subdesarrollo son más que evidentes. Mucha de nuestra gente vota más siguiendo los dictados de su estómago y no los de su cerebro; por tradición, no por convicción; por colores, no por valores.
Los autodenominados líderes, que son los llamados a fomentar la paz, la armonía y el desarrollo normal del proceso, son justamente los que siembran y diseminan las semillas del conflicto. Ese alto nivel de confrontación, fanatismo y sectarismo sólo refleja lo mal que andamos. Esas malas actitudes se transmiten en forma descendente hasta los activistas y votantes, contaminando todo y contribuyendo para que haya un ambiente hostil, rancio y pesado.
¿Por qué un ejercicio democrático que debería ser una fiesta cívica está cargado de tanta tensión? ¿Por qué tanta hostilidad, sospecha y espíritu de desconfianza? Si todos aman a Honduras como lo afirman y buscan el bienestar general, ¿Por qué reflejan tanta miseria moral en sus acciones y elocuciones?
Por el amor de Dios, ¡Ya no nos amen tanto! Su «desbordante amor» nos está llevando al precipicio sociopolítico.
• CAUSANTES DEL AMBIENTE HOSTIL.
Seamos honestos y no ilusos: ¡El fin principal del político es acceder al poder! Para ese fin, al más alto nivel se crean leyes a conveniencia. Mucho de nuestro caos se debe al evidente y descarado conflicto de intereses en las instituciones que organizan, ejecutan supervisan y refrendan el proceso ¿Cómo habrá total transparencia si los funcionarios en esas instituciones representan a los mismos partidos políticos en contienda?
¡No pueden ser juez y parte a la vez! En el fondo, cada uno busca el beneficio de su propio partido, no el de Honduras. ¡Exactamente lo mismo ocurre en el Ministerio Público, la Corte Suprema de (in)Justicia, etc.
¡Mientras los administradores y gestores sean activistas políticos y no profesionales imparciales y honestos, estamos condenados a los conflictos sin fin! Y ahora, ¿Quién podrá ayudarnos? ¡Jesucristo es nuestra única respuesta y opción confiable!


