Pastor Héctor Hernán Castro Canales.
El año 2025 está concluyendo. Como es natural, han sido doce meses con diferentes matices: lágrimas y risas, felicidad y dolor… pero en todo tiempo el Señor ha estado con nosotros. Cómo el profeta Isaías podemos decir: «Recordaré las misericordias del Señor, y sus hechos dignos de alabanza, por todo lo que hizo por nosotros, por su compasión y gran amor…» (Isaías 63:7 NVI.)
Qué beneficios nos ha dado el Señor en 2025? Son innumerables. Podríamos resumirlos en: Protección en el peligro, provisión en la necesidad, dirección en la confusión, sanidad en el dolor (físico o emocional), consolación en la tristeza, ánimo en la desmotivación, compañía en la soledad, perdón en nuestra humana infidelidad, etc., etc.
El insigne profeta agregó un dato digno de ser resaltado: «CUANDO ELLOS SUFRÍAN, ÉL TAMBIÉN SUFRIÓ, y Él personalmente los rescató. En su amor y su misericordia los redimió; los levantó y los tomó en brazos a lo largo de los años.» (Isaías 63:9 NTV.) ¡Que maravilloso es saber que nuestro Dios no es un Ser distante e indiferente a nuestro dolor! Cómo lo hizo Jesús con María y Marta en Betania (Juan 11:33-35), Dios llora con nosotros en nuestras horas de dolor.
Él no es un Dios a millones de años luz que se limita a ver cómo sufrimos…. ¡Él también sufre con nosotros! Es un Dios involucrado en nuestro diario vivir. ¡Y si Dios llora con nosotros, no es antibíblico inferir y afirmar que Él también goza y ríe con nosotros en nuestros tiempos de regocijo!
¡Es un Dios presente, real, un inseparable compañero en nuestro peregrinaje terrenal, mientras llegamos a nuestro eterno destino celestial! ¡Dios ha sido, es y será siempre bueno! Así que veamos el pasado con ojos de gratitud y el futuro con ojos de esperanza en nuestro maravilloso Dios. ¿Es Jesucristo su personal Salvador y Señor? ¡El pronto volverá por los que le esperan! (Hebreos 9:28.)
Así que, el Dios que nos sostuvo en 2025 promete hacerlo también en el 2026. Finaliza un año, pero no Su Reino. Su control divino es absoluto y permanente.
Descansemos en nuestro Dios.


