TESTIMONIO DE UN MOTERO…

Javier Serrano

Hola a todos/as. Con motivo de la inclusión en la «Biblia para moteros (motociclista)» que en colaboración con Sociedad Bíblica y Biblias para las naciones se va a editar en España y Europa, he puesto por escrito mi testimonio, el cual y con la esperanza de que pueda ser de edificación para alguien, quiero compartirlo antes con la «gente de casa». Recordad que no hay testimonio más o menos importante, el Poder de Dios es siempre EL MISMO. » Mi nombre es Javier Serrano y si estás leyendo esto, es que has recibido un ejemplar de la “Biker Bible”. Posiblemente compartiremos una gran afición por las motos, así como por el mundo que la rodea. Si es así, palabras como respeto, lealtad y amistad tienen un especial significado para ti y podrás valorar mejor la experiencia que un día transformó radicalmente mi vida, llenándome de la paz y la libertad que siempre busqué. Madrid, finales de los años 70….. Comenzaba por entonces a explosionar lo que más tarde se denominaría, con bastante generosidad, “la movida de los 80”.

Los deseos de experiencias y libertad fluían por las calles de Madrid como un torrente fresco e irresistible y yo, como muchos otros jóvenes de mi edad, con tan solo 13 años, comencé a experimentar con el hachís, las anfetaminas, los ácidos y por supuesto el alcohol. La noche de Madrid era muy atrayente y el ambiente libertario, festivo e incluso cultural de aquella época, me proporcionaba una falsa sensación de aceptación y control. Mi vida trascurría por entonces con mucha normalidad ya que mi familia nunca tuvo mayores problemas sociales o económicos. Sin embargo, cuando contaba con 16 años mi madre, maestra de profesión, repentinamente enfermó. Un año después fallecía de un tumor cerebral. Ahora soy consciente de que este hecho marcó definitivamente mi vida y fue el principal origen del odio y desprecio por la vida que anidó en mí y que me llevaron a una desesperada carrera hacia la destrucción.

En medio de esta situación, continuando con la progresión que generalmente se produce en el consumo de drogas, comencé a consumir “algo más fuerte” y que por aquél entonces se consideraba como “la reina”: heroína. Poco sabíamos por entonces de los tremendos efectos que esta droga causaba, ya que en cierta manera estaba mitificada, por lo que al igual que a mí, atrapó a miles de jóvenes de mi época, llegando a producir un problema epidemiológico en España. Poco a poco su consumo fue destruyéndome no solo a mí, sino a mi familia y al grave deterioro físico que sufrí en los seis años que estuve “enganchado”, fui sumendo la pérdida de los aspectos que configuran la esencia misma de la persona: el respeto y la dignidad.

Simultáneamente seguía creciendo dentro de mí el odio y la violencia. Seguramente habéis conocido a alguien en esta situación, por lo que no me voy a detener en detallar lo que fue mi vida en esos seis años que estuve “enganchado”. La violencia, la delincuencia y el engaño, así como el sufrimiento y la desesperación eran mi día a día y evidentemente hice cosas de las que me siento muy avergonzado. No hay nada de valor en ello. Después vinieron los intentos por “rehabilitarme”. Pasé sin ningún resultado por diferentes métodos y programas, desde el psiquiátrico a las granjas de “El patriarca”. A medida que fracasaba una y otra vez en salir de aquello, mi desesperación aumentaba y pensaba que mi muerte estaba cada día más cerca. Finalmente y a pesar de tener muchos prejuicios en contra, ya que me declaraba ateo y anticlerical, decidí ingresar en un Centro Cristiano en Córdoba del que un amigo me habló. Lo primero que me sorprendió al llegar, fue el amor y aceptación que me mostraron. No se dejaron condicionar por mi aspecto y actitud, sino que decidieron seguir trabajando conmigo, a pesar de que se lo puse realmente difícil. Entre otras actividades, teníamos un tiempo de oración y lectura de la Biblia…. ¡ Imagínate! Todo esto me resultaba muy raro y en un principio era motivo de burla para mí. Sin embargo conforme pasaron las primeras semanas, empecé a prestar más atención a lo que aquél libro, que yo tenía por antiguo, pesado y reservado exclusivamente para personas piadosas y santas, hablaba a mi vida.

Comencé a leerla poco a poco y sin saber muy bien que esperaba encontrar en ella. ¡ Pronto descubrí que de alguna manera la Biblia estaba resultándome muy familiar!. Me hablaba acerca de mis problemas, de mis pensamientos, de mis frustraciones, miedos e incertidumbres y pensé… si en la calle creía y confiaba en todo lo que ofrecían, ¿que daño podría hacerme prestar atención y probar ahora esto?. No tardé mucho en leer con avidez más y más pasajes de la biblia, comenzando a aplicar para mí algunas de las instrucciones que ella me daba. Entre las más importantes, me hablaba de la necesidad de “hablar” directamente con Dios a través de la oración. Yo me consideraba una persona muy racional y realista, por lo que me costó muchísimo poner en práctica esto. Cuando finalmente, en mi soledad, decidí dirigirme a Dios con mis palabras y mostrarme ante Él sin máscaras, tal como era, con mis maldades y fallos, experimenté por primera vez en muchos años la verdadera paz y sosiego que necesitaba para mi vida. Dios estaba interesado por mí, me amaba incondicionalmente a pesar de mi pasado, ¡ ¡Jesucristo también había muerto por mí en aquella cruz!.

Experimenté que no era el Dios lejano y malhumorado que vivía encerrado en la oscuridad y bajo llave en una iglesia, está vivo y cercano, dándome continuas muestras de su amor por mí. Han pasado ya 24 años de aquello y muchas cosas han cambiado en mi vida. Estoy casado y tengo dos hijos maravillosos, recuperé a mi familia y mi vida encontró estabilidad y sentido. El odio, la violencia y la soledad desaparecieron, ahora vivo confiado y seguro en la voluntad de Dios. Por ello te animo a que no desprecies o ignores el libro que ahora tienes en tus manos, por el contrario, acércate con humildad y necesidad a él, porque será como una fuente de vida y esperanza para ti. Es muy probable que no hayas tenido que atravesar la misma experiencia que yo y pienses que “esto” está bien para personas con un pasado como yo (estás en lo cierto), pero con el respeto que cualquier compañero motociclista me merece, déjame decirte de que ambos sabemos que no es así. Todos tenemos heridas y cicatrices latentes en nuestros corazones y sólo Aquél que nos diseñó puede ayudarnos a encontrar la ruta que nos lleve al destino perfecto que todo ser humano anhela. Love & Respect.

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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2 respuestas a TESTIMONIO DE UN MOTERO…

  1. Mucha gente necesita de esas palabras para que se animen a salir de las sombras..!

  2. Pedro dijo:

    Me gusta tu testimonio, que Dios te bendiga hermano Dios nos ama a todos solo tenemos que obedecer su palabra..

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