REVISANDO LA REVISION DE 1960 -II- Parte

BIBLIAArmando Di Pardo
Un estudio crítico de la Revisión de 1960 de la Versión Castellana Reina–Valera de la Santa Biblia, a la luz de la «sana doctrina».
Ediciones «Adelphia» © Copyright 1998 – 2002, Adelphia. http://www.philadelphos.org
Ediciones «Adelphia». ISBN N° 987-97636-0-2
PROPÓSITOS
Tres son los propósitos de este informe: el primario, el vital y el devocional.
(1) El primario, propio de todo informe, o sea, informar. Y esto lo hemos hecho, atendiendo las necesidades determinadas en nuestro primer subtítulo «Razones de una insistencia».
(2) Pero toda información, que objetivamente se nutre de datos, necesita, si es que aspira ser mensaje, de un elemento subjetivo, simple, digno y veraz, que dé vocación, significado y trascendencia a la tarea primaria de informar. Ese elemento, alma y espíritu del informe, debe ser su motivo y su intención íntimos, principio y fin de la tarea: el por qué, cómo y para qué se escribe.
¿Y cuál es, según ello, el propósito vital de este trabajo?
Es el de reafirmar el principio espiritual normativo de la conducta de individuos e instituciones Cristianos, es a saber: ¡LEALTAD AL SEÑOR Y A SU SANTA PALABRA!
Y enfatizar esa Lealtad, en su aplicación a la preciosa tarea de producir y distribuir Versiones de las Sagradas Escrituras, lo cual nos da la Causa auténtica de toda Sociedad Bíblica auténticamente Bíblica, es a saber, su compromiso total a un solo cometido: ¡VERSIONES FIELES, INCORRUPTAS, DE LA PURA Y SOLA PALABRA DE DIOS, SIN NOTAS NI COMENTARIOS!
Tal es nuestro propósito vital. Es por, en y para lealtad al Señor, a su Palabra y a la Causa de Sociedades Bíblicas, que estas páginas fueron escritas. Que no se confundan sus términos (por mentes insensatas) con la hediondez del prurito o erosión carnal propios del espíritu de contención.
(3) El propósito devocional, completa a los dos anteriores, en cuanto los acompaña con una oración:
Que el Señor quiera usar estas páginas para reavivar en Sus siervos, el amor a Su Palabra. Que en estos postreros días de tanta apostasía, podamos estar firmes «Por la Palabra de Dios y el Testimonio de Jesucristo» (Ap. 1: 9). Y que mientras llega el anhelado día de Su venida por nosotros (Jn. 14:1-3; 1 Ts. 4: 16-18), sigamos Sus pisadas andando fielmente la senda marcada, no olvidando jamás que: «Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino» (Sal. 119: 105)

Una Palabra fiel y un pueblo fiel, para un testimonio fiel. Hasta que El venga. ¡Así sea; Amén! Fraternalmente (He. 13: 1) ,
Armando Di Pardo
Setiembre de 1972, West Collingswood, N. Jersey, USA.

CAPITULO I
EL SELLO DE AUTENTICIDAD Y AUTORIDAD LITERARIA
«…. Preguntad por las sendas antiguas…» (Jer.6:16)
La exégesis tiene mucho que decir respecto del texto con que intitulamos esta primera parte de nuestro informe. Pero permítasenos tomar solamente su obvia exhortación y usarla como una analogía para así inmediatamente inquirir: ¿Dónde está el Sello Antiguo, de Autenticidad y Autoridad Literarias, que tenía la Versión Castellana «Reina–Valera» de las Santas Escrituras, en la frase de su título? ¡Pues ha desaparecido!
LOS HECHOS
Por espacio de 51 años (1909-1960), la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, luego Sociedades Bíblicas Unidas, nos dieron una Versión de las Santas Escrituras en idioma Castellano, que, por su alta fidelidad a los Textos de los idiomas originales Hebreo y Griego y por la hermosura de su estilo, llegó a ser muy amada por sus amigos y hasta respetada por sus enemigos: la Versión de 1909, conocida popularmente hoy día como la Versión Antigua.
En su primera página impresa, la frase de su titulo, decía:
LA SANTA BIBLIA.
ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO.
ANTIGUA VERSIÓN DE CASIODORO DE REINA (1569) REVISADA POR CIPRIANO DE VALERA (1602), Y COTEJADA POSTERIORMENTE CON DIVERSAS TRADUCCIONES Y CON LOS TEXTOS HEBREO Y GRIEGO»
Huelga decir que esa frase no traduce a los Textos originales de las Escrituras, pero sus últimas palabras se relacionan con ellos y por lo que implica la entera última sentencia, resultan de suprema importancia para nuestra Versión Castellana: «Y COTEJADA POSTERIORMENTE CON DIVERSAS TRADUCCIONES Y CON LOS TEXTOS HEBREO Y GRIEGO». Técnicamente, esas palabras pueden definirse como la «correlación documental» de la Versión, al dar cuenta de su debido cotejo, no sólo con «otras traducciones», sino «con los textos Hebreo y Griego». Por lo tanto, vienen a resultar el Sello de Autenticidad y Autoridad Literarias de nuestras Biblias en idioma Español.
De hecho: toda Versión Bíblica, o sea, toda traducción de las Escrituras, debe llevar alguna constancia que informe de qué idiomas fue traducida. Debe saberse, ni bien se abre una Biblia, si se trata de una traducción de los originales Hebreo y Griego o; caso contrario, si se trata de una traducción de otras traducciones y en tal caso de cuáles (Septuaginta, Siríaca, Vulgata Latina, etc.). Y toda Sociedad Bíblica que se precie, tomará especial cuidado de que ese sello no falte, pues además de autenticar la Versión, va en ello colateralmente involucrada y comprometida, su propia honestidad y responsabilidad. Es una cuestión de ética profesional y Cristiana.
Pero: en las últimas entregas de la Versión Antigua, las Sociedades Bíblicas han quitado aquel sello. Y en su lugar han puesto: «OTRAS REVISIONES: 1862; 1909».
Además, en la nueva Biblia Revisión de 1960, ese sello tampoco aparece, leyéndose en cambio: «OTRAS REVISIONES: 1862, 1909, 1960». De modo que actualmente tenemos: (1) Biblias Versión Antigua, unas con la nota y otras sin ella; (2) Biblias Revisión de 1960 sin la nota.
Cabe preguntar: ¿Por qué fueron quitadas esas palabras de la Versión Antigua? La pregunta es pertinente, pues los procedimientos demuestran una dualidad de criterio, que lo sagrado de la materia exige clarificar.
Naturalmente, no se nos escapa que quizá lo único que se tuvo en mente fue el deseo de simplificar y codificar la frase uniformando su enunciado. Pero tampoco se nos escapa que el criterio prevalente fue absolutamente negativo. Lo positivo hubiera sido perfeccionar la frase y no cercenarla. Muy ligeros cambios bastaban para lograrlo. Por ejemplo: OTRAS REVISIONES: 1862, 1909. COTEJADA CON DIVERSAS TRADUCCIONES Y CON LOS TEXTOS ORIGINALES HEBREO Y GRIEGO. Tal o parecida redacción hubiera dejado la frase esencialmente intacta y aún enriquecida. Pero no se obró así. Se optó por la supresión de una constancia vital y, como resultado; quien abra las actuales Biblias, no sabrá si nuestra Versión Castellana tiene o no alguna relación con los Textos originales Hebreo y Griego, o si es una simple traducción de otras traducciones. Se ha dejado, pues, a la Versión Castellana, sin dar razón de sus fuentes.
Tan negativa digitación, —duele decirlo— transparenta serias lagunas en la reflexión de los responsables: (a) inadecuada captación de los valores, pues han sacrificado algo que es esencial para enfatizar únicamente a lo segundo en el orden; (b) falta de percepción o falta de estimación adecuada, de las consecuencias reales y probables de tal acción; (c) lamentable falta de consideración para con la misma Palabra de Dios que nos ha sido dada en la Versión Antigua y para con las Iglesias que perseveran en su exclusivo uso, como también para con los funcionarios y Sociedades Bíblicas del pasado que redactaron e imprimieron la primitiva frase, y finalmente, para con la Revisión de 1960 y las Iglesias que confiadamente la han adoptado.
LAS CONSECUENCIAS
(1) La Palabra de Dios y, colateralmente, sus antiguos publicadores, quedan expuestos innecesariamente a injusta crítica y aún traídos bajo sospecha de inexactitud o error. En efecto: tómese la Versión Antigua y considérese lo que implica que antes tenía un sello de autenticidad documental y ahora le ha sido quitado. ¿Por qué? Cualquier suposición es posible. Tómese la Revisión de 1960 que carece de constancias. ¿Por qué? Cualquier suposición es posible. ¿Y qué de los funcionarios y Sociedades Bíblicas del pasado? ¿Se equivocaron cuando redactaron la nota o fueron muy atrevidos en mencionar «originales»? En último análisis, sombras de descrédito y aún de duda pueden ser echadas sobre un pasado, que, sin merecerlo, puede ser traído a reexamen y sujeto a veredicto de competencia.
(2) Neófitos quedan imprudentemente expuestos a todo viento de tendencias antagónicas. Quien abría una Biblia Versión Antigua que tenía la nota, quedaba inmediatamente informado de que los idiomas originales eran el Hebreo y el Griego y que esa Biblia había sido cotejada con ellos, de modo que tenía en sus manos documentos fidedignos y confiables. Pero ahora, sin constancias, un neófito queda en su ignorancia o en incertidumbre o expuesto a serias dudas ante los avances de cualquier advenedizo interesado en desprestigiar a los Cristianos Evangélicos «y sus Biblias Protestantes»… como algunos las llaman.
(3) La difusión de la Palabra de Dios y la obra de colportaje y evangelismo pueden resultar afectadas, pues Biblias sin constancias de fuentes de origen, quedan en desventaja ante otras que las tienen. Y tal hecho se torna candente, si se considera que Biblias Católicorromanas, en este punto, sacarán ventaja en una confrontación.
(4) Biblias Evangélicas disminuidas o en desventaja ante las discutibles Versiones Católicorromanas. («discutibles» sí, por la inclusión en ellas de los libros apócrifos y por el tenor de muchas de sus notas, además de otras consideraciones de carácter textual)
Por vía de ejemplo: En la Versión Castellana editada por el Centro de Ediciones Paulinas en el año 1964 y distribuida a través del mundo (tanto así que nuestro ejemplar lo adquirimos en una tienda de la Ciudad de Filadelfia USA) se han impreso nada menos que siete veces, constancias de validez documental: dos veces en la sobrecubierta, una en su interior, luego en páginas II, III y X, repitiéndose vez tras vez: «LA SANTA BIBLIA. TRADUCCIÓN DE LOS TEXTOS ORIGINALES AL ESPAÑOL», y finalmente, en páginas XX, XXI y XXIII, sendas notas sobre los Textos Hebreo y Griego. Ciertamente, no hace falta ser perito en el arte de la comunicación, para apercibirse de que tan excesivo énfasis contiene una sobre carga de intención psicológica que bien puede tener dos alcances: por un lado, un obvio efecto propagandístico que puede pasar por candorosa estima y alta recomendación de la Versión ante cualquier lector, y por otro lado, filosidad de espada apuntando sutilmente «a priori» con intención apologética.
Ellos no se descuidan y saben cubrir todas las eventualidades, aún a riesgo de notoria oficiosidad. Y aunque nada de ello nos arredre, el hecho permanece: la Biblia Católico–Romana editada por el Centro de Ediciones Paulinas, tiene siete protestas de autenticidad documental, contra ninguna en las Biblias Evangélicas editadas por Sociedades Bíblicas Unidas.
Y debe ser dicho: la Palabra de Dios no debió jamás ser colocada en esa posición, ni tampoco lo merecían las Iglesias Evangélicas de habla Hispana.
LA DEMANDA
Razones de Bíblica autenticidad; razones de Evangelismo y Apologética; razones de dignidad y concepto Evangélicos; razones de ética profesional y Cristiana, demandan que las Sociedades Bíblicas Unidas vuelvan a imprimir la frase con el sello de autenticidad documental, en la Versión Antigua de las Sagradas Escrituras en idioma Castellano.
Caso contrario, quedará latente la interrogante desprendida de nuestra analogía del principio: ¿Qué habéis hecho de las «sendas antiguas»?

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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