Mario E. Fumero

La noticia dada por el presidente de los Estados Unidos el 1 de mayo del 2011 causo mucha alegría y optimismo en los norteamericanos y sus aliados: “Ha muerto Osama Bin Laden, el cerebro  de los atentados en Estados Unidos”.  Tal parecía que con esta hazaña se  pondría fin a la amenaza mundial del terrorismo radical, financiado por este personaje, que por más de diez años Estados Unidos lo busco desesperadamente para matarlo, ofreciendo incluso una recompensa de 50 millones de dólares por su captura, pero ¿será este el fin de la lucha contra el terrorismo, o más bien se ha revuelto el avispero, y sus seguidores agudizaran las acciones terroristas?

Osama no operaba solo, detrás de él hay todo un movimiento antiamericano que nace dentro del integrismo islámico, y los cuales seguirán operando pese a la desaparición de su máximo líder. Lo que parece para los Estados Unidos una victoria, no es más que la activación de la violencia del movimiento de Al Qaeda, así que lo que han logrado es remover el avispero, porque ahora los seguidores de Osama lo convertirán en un mártir al cual hay que vengar. Existen solucione que en vez de ayudar a disminuir una tensión, lo que hacen es disparar mas la misma, y esto es lo que ocurrirá con la muerte del líder de Al Qaeda Osama Bin Laden. Ahora muerto, este personaje se hace más fuerte dentro del movimiento terrorista.

Si revisamos la historia, descubriremos que este enemigo actual de los Estados Unidos en un tiempo pasado fue su mejor aliado, principalmente cuando luchaba contra la invasión de la Unión Soviética en Afganistán. Bin Laden creía que la restauración de la ley Sharia haría del mundo islámico un lugar mejor y se oponía al resto de las ideologías. Llego a afirmar que Afganistán, bajo el gobierno del líder talibán Mullah Omar, era el único ‘país islámico’ en el mundo árabe. Siempre apoyó el uso de la violencia en forma de yihad para así combatir las injusticias perpetradas por Estados Unidos y en ocasiones por países occidentales contra el mundo árabe. Siempre fue un islámico radical que apoyó el uso de la violencia para proclamar el Corán como sistema de gobierno y considero necesario hacer la yihad (o la guerra santa) para combatir las injusticias perpetradas por el engendro del mal, representado por los Estados Unidos y otros países occidentales aliados a los norteamericano, incluyendo incluso algunos países árabe. Él estaba convencido que su lucha obedecía a los designios de Alá, y pudo obtener un fuerte apoyo de muchos grupos islámicos con tendencia radicales. Su muerte tristemente no pone fin a la amenaza terrorista, al contrario, ahora veremos una mayor radicalización de los movimientos islámicos aun dentro de los mismos países árabes, azotados ya por una ola de protesta contra los gobiernos que se han impuesto por décadas como dictaduras.

No olvidemos que detrás de todo este panorama se encuentra el odio histórico de los árabes contra Israel y sus aliados. Estamos ante un despertamiento del radicalismo de Al Qaeda, que ahora cuentan con un mártir y héroe, él cual inspirara a cientos de jóvenes a convertirse en mártires de ala, y no se detendrán ante nada para vengar la muerte de su líder. Así que veremos convulsionada la nación Pakistaní, la cual consideraran cómplice de su muerte, y veremos una agudización de las amenazas terroristas en todo el mundo, porque aunque el refrán dice que “muerto el perro, se acabo rabia”, en este caso ocurrirá todo lo contrarios, así que la muerte de Osama no es el final del terrorismo, sino mas bien la agudización del mismo.