Mario E. Fumero

En el periodo electoral del 2006 algunos pastores, con ambiciones de poder, se propusieron para ocupar un puesto de elección popular, aspirando a diputados. Después de una larga discusión y confrontación, el Tribunal Superior Electoral aplico los parámetros de la Constitución, descalificando a los religiosos en sus aspiraciones a un puesto de elección popular, aplicando el artículo 77 de la constitucional de manera específica el cual establece la siguiente prohibición: “Los ministros de las diversas religiones no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna forma propaganda política, invocando motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin, de las creencias religiosas del pueblo”.

Después de varios años, vuelven a la carga el pastor Mario Tomas Barahona para ser postulado para diputado, junto a su hijo, el cual ocupo su lugar en aquella ocasión en que fue descalificado, pero resulta que otros pastores y apóstoles más aspiran a lo mismo, ser diputado, bajo le influencia de la doctrina herética del dominianismo. Uno de esos nuevos pastores políticos le demando a la Iglesia que pastoreaba el apoyo económico para su campaña, exigiéndole, como de parte de Dios, el aporte de varios millones para postularse como candidato a diputado. Me reservo el nombre y la Iglesia, pero el hecho es real, y muchos lo conocen.

Frente a esta necedad pastoral de unos pocos, que pese a la prohibición constitucional y también las enseñanzas bíblicas, pregunto: ¿Por qué insistir en algo que no tiene sentido de ser dentro del régimen legal actual? ¿Fueron llamados para pastorear las almas o para ser político?  Las palabras de Jesús son clara al respecto, cuando afirmó que: «no se puede servir a dos señores» Mateo 6:24. San Pablo enseña que no podemos hacer alianza con las tinieblas o incrédulos, y menos cuando como pastores debemos guiar a un rebaño que tiene diferentes inclinaciones políticas 2 Corintios 6:14.

Este relanzamiento de pastores aspirando a puestos políticos, sin tomar en cuenta el pasado y la historia, hace evidente que desconocen el triste realidad de la iglesia cuando fue aliada con la política en la edad media y durante el periodo renacentista. Es bueno entender que detrás de estas actitudes, se encuentra toda una filosofía, mediante la cual se está enseñando que la iglesia, desde una plataforma política puede sanear la podrida sociedad, lo cual es una utopía, pues no hay cambio verdadero sin una experiencia profunda con Jesucristo.

La doctrina falsa del «El reino ahora» llamada también dominianismo (la iglesia gobernando en lo político) es una herejía peligrosa que puede llevarnos a una mayor división y confrontación, semejante a la existente en las naciones con gobiernos Islámicos. ¿Se puede imponer la moral cristiana por medio de leyes humanas?

Lo que más me preocupa en todo este panorama es el mal sabor de boca que deja en la opinión pública el hecho de que un pastor, necio por ser político, ha demandado al Estado de Honduras por impedirle ser político, alegando que al aspirar a diputado, deja su iglesia si es electo, lo cual no tiene sentido, porque si no es electo, sigue siendo el pastor, lo que convierte tal retiro en una burla maniobra y además el llamamiento de Dios es irrevocable, (Romanos 11:2).

Espero que la Confraternidad Evangélica deje claro la posición evangélica frente a todos estos fenómenos de pastores que le hacen el juego a la política, comprometiendo el testimonio de todas las iglesias que mantienen el respeto a los postulados constitucional y teológico de la separación entre religión y estado.

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