COMO AFRONTAR LA TRISTEZA Y EL DOLOR

tristeza, infelicidadpor  Siscu Xavier Arimón Carreras

Ningún ser humano puede decir que es inmune al dolor y la tristeza. Todos, de una forma u otra, los experimentamos en nuestras vidas. La medicina y la psicología han descubierto los efectos psicosomáticos que el dolor y la tristeza pueden llegar a producir. A veces se manifiestan con gran intensidad. Son capaces de generar enfermedades físicas o psicológicas, o agravar las que se sufren, e incluso afectar a nuestra vida espiritual.

Hay personas que tratan de esconder el dolor y la tristeza, pero tenemos que exteriorizar lo que ocurre en nuestro corazón destrozado y ser muy benévolos y compasivos con nosotros mismos. Los cristianos sabemos que si Dios no actúa a través de nuestras grietas no hay forma de superar el dolor. Él nos ayuda a aceptar la realidad de nuestro quebranto y después puede ser que encontremos más fácil ir superándolo a través de la actividad y las distracciones. De todas formas nuestras emociones volverán a surgir. El dolor y la tristeza siempre reclaman nuestra atención. Llorar no es malo, las lágrimas que brotan de un corazón dolorido nos ayudan a renovarnos.

Buscar la compañía de otras personas, su presencia, su apoyo, su participación, por medio de su disposición a N Dedicado al Dr. Camas, a Patricia y a todo el personal de la unidad escuchar, y los abrazos sinceros de una mano amiga son muy importantes para sobreponerse al dolor y la tristeza.

Concédele tiempo a tu tristeza para ir dejando atrás a todas tus destrozadas emociones. No tengas en cuenta los comentarios de los que puedan decirte que tú tienes la culpa de sentirte mal. El espíritu negativo de otros incrementa el dolor. Cuando estamos haciendo frente al dolor y a la tristeza podemos experimentar o sentir una gran variedad de emociones: conmoción, aturdimiento, negación, depresión, confusión, temor, rabia, amargura, culpabilidad, desprecio, aceptación y esperanza. Hay que empezar a perdonarse a uno mismo por haberse enfadado con alguien o por sentirnos defraudados.

CULPAMOS A DIOS

También nos solemos enfadar con Dios. Nos sentimos defraudados por él y lo culpamos de lo que nos sucede y de como nos sentimos. Tendemos a pensar que es un castigo o una prueba que Dios nos impone. Esas son ideas erradas. Al contrario, Dios comparte nuestra pena o dolor en nuestro corazón y nos guía al camino de la esperanza, y sobre todo a la paz que solo él puede darnos siguiendo las instrucciones que nos da en su Palabra por medio del apóstol Pablo: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

Dios sufre con nosotros y saber que no estamos solos nos debe de ayudar a superar la tristeza y el dolor. Cuando alguien se esfuerza por consolarnos y no consigue otra cosa sino solo incrementar nuestro dolor o tristeza, porque no sabe como hacerlo; agradecérselo, aunque no nos comprenda, nos ayudará, enseñará y recordará a ser agradecidos y también lo que no tenemos que decir. Tenemos que acompañar a quienes también están en aflicción mientras compartimos con compresión y empatía nuestras tristezas. Una comprensión honesta para con el dolor, sea propio o ajeno, es de mucha más ayuda que las meras palabras. Nuestra mayor contribución será sanar de esas heridas, y ayudar a sanar a aquellos que sufren las mismas o similares a las nuestras. Sabemos por experiencia lo que significa ser vulnerable y estar triste. Procuremos que este conocimiento nos una a otras personas que sufren.

EMPRENDIENDO LA SANIDAD

Es necesario emprender nuevas actividades y adoptar nuevas costumbres como tratar de escribir poemas, cartas o mensajes de correo a los amigos, dibujar o tratar de escribir un artículo como este. Realizar pequeños intentos para rehacer nuestra vida si no tenemos a nadie a nuestro lado.

Nuestros esfuerzos son como semillas de esperanza que pueden ayudar a convertir nuestra vida en una nueva y fructífera existencia llena de logros y éxito. Las fiestas o los gratos recuerdos de los días en los que acostumbrábamos a ser alegres pueden ser ahora los más duros. Celebrémoslos con humildad, solicitud y sencillez para aliviar el dolor. Recordar individualmente a los buenos amigos, o con los recuerdos de ellos que otras personas comparten con nosotros, contribuirá a que esa o esas personas queridas estén en nuestra compañía y continúen siendo parte de uno mismo en nuestro corazón. Hay veces que lo mejor que se puede hacer es confortarse con un pequeño placer: Tomar un buen café, darse un baño relajante, escuchar nuestra música preferida sin nada más en que pensar. Estos pequeños oasis nos ayudarán en el camino hacia la sanidad.

A veces, el dolor resulta acaparador porque se une a la aflicción que nunca manifestamos por otras pérdidas sufridas anteriormente en nuestra vida. Cuando nos encontremos dudando de nuestra capacidad de recuperación tenemos que tener paciencia y considerar que el proceso de superación del dolor es largo y que al final, con la ayuda de Dios, recibiremos la liberación total. No rehúses ni huyas de la felicidad o de sentirte bien de nuevo. Reírte con tus amigos, divertirte y vivir tu vida plenamente no es una traición a una memoria, sino el cumplimiento de una promesa a alguien, o a ti mismo, que solo podría desear lo mejor para ti.

Cuando sientas que tu pérdida ha vaciado tu vida de toda orientación, piensa que aquellos que te quieren están más que nunca antes muy cerca de ti. Nuestra vida es valiosa aquí y ahora, independientemente de si es larga o corta, y aunque puede que no te lo creas, tenemos la promesa cierta de Jesucristo de la vida eterna que nos aguarda. Puede ser que, a veces, tengas la sensación de que nunca volverás a ser feliz, pero como dice el dicho, “después de la tormenta viene la calma”, y una vez superado el dolor tu gozo tendrá la intensidad y la riqueza que se adquieren después de haber sufrido. Recuérdate a ti mismo las razones que te invitan a seguir viviendo: Tienes un futuro por el que vale la pena permanecer firme y luchar hasta encontrar un renovado sentido de realización en la vida y un final feliz. Encontrarás un lugar al que puedas ir a pasar una hora, o un día, o una semana, lejos de los penosos recuerdos de las ausencias y los vacíos. ¡Busquemos nuevos horizontes y abrámonos a un nuevo renacer! Hemos aprendido que no siempre podemos controlar las circunstancias de la vida.

Aprovechemos cada experiencia para ponernos más a tono con el fluir de la vida, más en armonía con su canto. El dolor es una de las cosas más normales y humanas que nos pueden suceder. Nos introduce en el misterio de la vida, la muerte y la resurrección. ¡Acéptalo! Yo he vivido todo esto en mi carne desde el 5 de noviembre de 2014 hasta que Dios me quebrantó, me corrigió y me restauró con su amor en la Unidad de Ayuda con el apoyo constante del Dr. Camas y el resto del equipo de la unidad.

tOMADO DE  : http://www.comuniondelagracia.es

 

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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