Marcos Andrés Nehoda
Ser pastor en una congregación NO es un título, es una tarea que se realiza. En la iglesia del Señor los títulos están demás. A mi me llaman ‘Marcos’, ‘hermano Marcos’,’ hno. Nehoda’,’ hno. Andrés’ y algunos -es cierto, aunque son los menos- me llaman ‘pastor’.
Pero todo depende de lo que uno esté pensando al decirlo, o aun, al escribirlo. Firmo siempre como ‘pastor’ (con minúscula) porque nuestro Pastor con mayúscula o Príncipe de los pastores es Jesucristo.
Consigno al final de mis escritos el término ‘pastor’, porque estoy pastoreando una hermosa congregación; no porque me abrogo el ‘título’ de pastor. Mi responsabilidad, mi cargo es también una tarea, una obra.
Cuando necesito que alguien levante una pared en la casa, ¿a quién llamo? ¡Llamo al albañil! Y él no viene en una limusina, flanqueado por guardaespaldas… viene con el balde y la cuchara, para trabajar.
Ahora, todo depende de lo que uno esté pensando al decirlo, o aun, al escribirlo. ¡Es albañil, porque sabe realizar la tarea de levantar una pared! Jamás solicitaría los servicios de un odontólogo para edificar la pared.
Entonces le pregunto: -¿Es usted albañil? Y él me responde: -“¡Yo no soy albañil! ¡Sólo soy un hermano en Cristo!”. –“Ah, gracias, le contesto; estaba necesitando un ALBAÑIL; seguiré buscando a alguien capacitado para esta tarea”.
-“¿Es usted pastor?” -“No; solamente soy un hermano en Cristo”. –“Pero, usted apacienta la grey de Dios, ¿verdad?” –“Sí, es cierto”. –“Entonces, ¡usted es pastor!” -“No, no lo soy; sólo soy un hermano en la Fe”.
Mire, si usted trabaja con el balde de albañil y la cuchara de albañil y levanta paredes, ¡usted es un albañil, lo acepte o no; y le agrade o no a la gente que está a su alrededor! La Palabra de Dios dice que debemos sujetarnos a nuestros PASTORES y que debemos obedecerlos. También dice “Saludad a todos vuestros PASTORES. ¿Por qué no dice, más bien: -“Saludad a todos vuestros hermanos en la Fe que os guían?” ¡Dios hará UNA CLARA DIFERENCIACIÓN entre miembros y conductores, entre ovejas y pastores! Dice la Palabra de Dios: “Y cuando aparezca el Príncipe de los PASTORES, VOSOTROS recibiréis la Corona incorruptible de gloria”. Esta Corona es ÚNICAMENTE para los PASTORES que apacientan la grey de Dios, tal cual como se detalla en 1º Pedro 5.3-4.
Si no podemos llamarlos ‘pastores’ [poímen/eguéomai] tampoco podremos llamarlos ‘ancianos’ [presbúteros] u ‘obispos’ [epískopos]; porque los tres términos hacen referencia a la misma persona y a similar responsabilidad.
En Efesios 4.11 dice que “… Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, PASTORES y maestros”. No dice, “hermanos y maestros”.
En 1º Pedro 5.5 dice: “… jóvenes, estad sujetos a los ancianos”. En el idioma original se utiliza una expresión que significa mucho más: subordinados, obedientes, sometidos, sumisos.
Claro está, la Palabra de Dios siempre nos proporciona el equilibrio justo: “APACENTAD la grey de Dios que está entre vosotros, no porque os sintáis obligados a hacerlo, sino con buena voluntad; no por lo que podáis obtener de ello, sino con entusiasmo; NO COMO TENIENDO SEÑORÍO de los que han sido asignados a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos del rebaño”. (1º Pedro 5.2).
En varios países de América y en Europa también ha surgido una forma de congregarse que se ha dado en llamar “Los Sin Techo”. Aunque pueda denominarse con otros términos según la región y el país, la idea es la misma: sin estar bajo la autoridad de nadie. Se reúnen en los hogares, no hay horario de comienzo ni horario de finalización, no hay programa alguno, ni nadie es designado para ministrar. El que quiere ora o canta o lee o conversa. Viene cuando quiere y a la hora que quiera y se retira cuando lo decide individualmente. “¡No estamos sujetos a nadie!” “¡Solamente estamos sujetos a la Cabeza, que es Jesucristo!” “¡No hay entre nosotros pastor, anciano u obispo; todos somos hermanos por igual!” Sin embargo, cuando vamos a la Palabra de Dios encontramos que la iglesia del Señor es como un cuerpo, con ligamentos, miembros, coyunturas, manos, pies, ojos. (Efesios 4.25, 1º Corintios 12.12-27, Efesios 4.15-16, Colosenses 2.19).
Algunos declaran que ellos están sujetos a Cristo y a nadie más. Imagínese un cuerpo en donde la mano se sujeta directamente a la cabeza, el pie pegado a la cabeza. ¡Eso sería un monstruo! Al contrario, la mano depende de la muñeca y ésta del antebrazo y éste a su vez, unido por el codo, al brazo, el cual depende del hombro. Claro, todo el cuerpo depende de la cabeza, pero todos los miembros unidos por las coyunturas dependen uno del otro. “Los unos de los otros”, “todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro”, “el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros”, “el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos”, “Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo como Él quiso”, “ni el ojo puede decir a la mano: no te necesito”, “los miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios”, “no haya desavenencia [disensión, división, rotura] en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros”, “todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios”, “siguiendo la verdad en amor, CREZCAMOS EN TODO en aquel que es la Cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor».
¿Qué le parece un cuerpo en donde uno de los brazos creciera excesivamente más largo que el otro o donde una oreja fuera casi invisible o donde una mano tuviese quince dedos? –“¡Yo no me sujeto a nadie y no dependo de nadie, salvo de la cabeza!” –“No obedezco a ninguna coyuntura, no dependo de ningún ligamento y crezco en libertad” ¿Funcionaría bien ese cuerpo? Aun en la misma sociedad tenemos que estar sujetos a reglamentos, semáforos, prohibiciones, advertencias, señalizaciones, agentes de la policía.
¿Por qué no dependemos DIRECTAMENTE del presidente de la nación? Porque el presidente PRESIDE la nación y tiene sus colaboradores para hacer cumplir sus directivas. Somos colaboradores de Dios (1º Corintios 3.9, 2º Corintios 6.1). Algunos argumentan que los pastores, ancianos, obispos solamente existieron en la época de los apóstoles, los cuales los nombraban o designaban en forma directa. Muertos los apóstoles, ya no hay más obispos, ancianos ni pastores. En otras palabras, así como las ordenanzas del Antiguo Testamento no rigen más, tampoco ciertas ordenanzas del Nuevo Testamento continúan vigentes. Por lo tanto, habría que crear un Tercer Testamento… Sin embargo, las mismas Escrituras se encargan de respondernos. “Las cosas que se escribieron antes, PARA NUESTRA ENSEÑANZA se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”. (Romanos 15.4). ¡Cuánto más las verdades del Nuevo Testamento! No hay ni habrá un Tercer Testamento; las Escrituras compuestas por los sesenta y seis libros inspirados son la Palabra de Dios; no hay ‘otra palabra’ que podamos llamar ‘Rhema’ que sustituya a la Palabra escrita. Como me argumentaba hace poco un hermano, afirmando que La Santa Biblia NO es la Palabra de Dios; que aquél que tiene el Espíritu Santo tiene revelación de cuál es la verdadera Palabra de Dios. Le respondí que estaba en una posición peligrosa al asegurar tal temeridad.
Dice la Palabra de Dios: “OBEDECED {confiados} a vuestros PASTORES y SUJETÁOS {reconocer su autoridad, someterse} a ellos, porque los tales se privan del sueño para velar por vuestras almas, conscientes de que tendrán que dar cuenta de lo que se les ha confiado. Hacedlo así, para que puedan cumplir su misión con gozo en vez de tristeza; porque si les sois causa de tristeza no sacaréis de ello ningún provecho”. (Hebreos 13.17).
¿Y qué de los abusos? En primer lugar, dice la Escritura que las ovejas conocen la voz del pastor y que no seguirán al extraño. (Juan 10.1-5).
En segundo lugar, ninguno de nosotros somos los dueños de las ovejas; SOMOS LLAMADOS a cuidar las ovejas que son pertenencia exclusiva del Dueño. Somos la parte ‘pálida’ del relato del Señor Jesús acerca del Pastor y de las ovejas: somos los que trabajamos apacentando la grey DE DIOS que está entre nosotros, cuidando de aquellos que HAN SIDO ASIGNADOS A NUESTRO CUIDADO. (1º Pedro 5.2-3).
En tercer lugar, aunque no somos los dueños y a pesar de que el Señor ha descrito a los simples cuidadores como ‘asalariados’ que huyen y abandonan a las ovejas cuando ven venir al lobo, porque no siendo suyas las ovejas prefieren salvar su propio pellejo antes que defender con su propia vida al rebaño; aun así, hay un secreto de amor al Señor, un agradecimiento intenso al que nos salvó, un sentido de responsabilidad y una carga que el Señor ha puesto sobre algunos en el Cuerpo de Cristo, una madurez y conocimiento puestos a los pies del Señor, un anhelo de defender a los corderos y ovejas que pertenecen al Señor, de tal modo que dice en 1º Timoteo 3.1: “Palabra FIEL: si alguno ANHELA obispado, BUENA OBRA DESEA”.
Esto NO lo puede entender una simple oveja; no entra en su capacidad de conocimiento; es un don, una carga, un anhelo, una responsabilidad, un peso en el alma, una madurez, una humilde toma de conciencia de ser hermano de más edad, un anciano que tiene madurez, que tiene sabiduría para aconsejar, un pastor que tiene destreza para enfrentar al lobo, que sabe cuál es el pasto tierno y dónde conducir al rebaño para que beba de las aguas frescas sin contaminación, un obispo que tiene la capacidad de vigilar por la salud de las ovejas y que percibe cuando en ellas hay inquietud.
Si usted todavía está sin congregarse y aún no está bajo autoridad LA CUAL EL SEÑOR HA DISPUESTO PARA SU IGLESIA, le aconsejo que se congregue en una iglesia más bien pequeña, llena de amor al Señor, a los hermanos y a las almas perdidas, en donde Jesucristo sea el centro y donde la Palabra de Dios -la Santa Biblia- sea reconocida como autoridad final e incuestionable, donde usted pueda comprobar la saludable experiencia de estar en sujeción y pueda encontrar su lugar, su conexión, su coyuntura en el Cuerpo de Cristo. «… porque ¿quién es semejante a Mí, y quién me emplazará? ¿Quién será aquel pastor que me podrá resistir?».(Jeremías 49.19, 50.44).
«… andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado». (Ezequiel 34.5).
«… mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas». (Ezequiel 34.8).
«… el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor». (Zacarías 10.2).
«¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado!». (Zacarías 11.17).
“¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová». (Jeremías 23.1).
«Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas». (Marcos 6.34).
«Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa». (Juan 10.12).
«… los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado». (Isaías 56.11).
«… los pastores se infatuaron, y no buscaron a Jehová; por tanto, no prosperaron, y todo su ganado se esparció». (Jeremías 10.21). “Muchos pastores han destruido mi viña, hollaron mi heredad, convirtieron en desierto y soledad mi heredad preciosa». (Jeremías 12.10).
«… y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia». (Jeremías 3.15).
«Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová». (Jeremías 23.4).
«Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros». (Efesios 4.11).
«Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe». (Hebreos 13.7).
«Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso». (Hebreos 13.17).
«Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria». (1º Pedro 5.4).

