Marcos Andrés Nehoda

Hay iglesias y doctrinas, denominaciones y misiones consideradas de ‘sana doctrina’, que se atienen a las formas, a la uniformidad, al culto en donde todo está programado de antemano. Cristianos e iglesias intolerantes a toda otra denominación que no sea la que ellos pertenecen.

Pero yerran en lo espiritual, en el espíritu de la enseñanza, en la santidad de vida, en la generosidad, en la Vida del Espíritu.

Por eso cometen graves errores NO YA DEL TIPO DOCTRINAL sino, lo que es más grave aún: DEL TIPO ESPIRITUAL.

Me explico. Estuvimos con mi esposa hace años en un hotel evangélico, en donde hermanos de distintos grupos evangélicos gozábamos de nuestras merecidas vacaciones, y teníamos -naturalmente- reuniones en conjunto los días domingos y miércoles.

Había una iglesia encabezada por un misionero, que había venido con su grupo de campamentistas.

Para no tener comunión con hermanos de otras denominaciones, este campamento celebraba la Cena del Señor APARTE, en el campo adyacente.

«¡Qué cerrados, qué separatistas!», comentaríamos acerca de ellos.

Sin embargo, ¡oh sorpresa! Una noche ingresamos al comedor y nos encontramos con las luces apagadas y velas puestas en cada mesa; pensamos que había algún problema eléctrico en la sala. Al rato, comienza a escucharse música de Rock ‘pesado’, y el grupo de los jóvenes campamentistas, separatistas, santos y apartados, ingresa al comedor; todos los jóvenes VESTIDOS DE NEGRO, CON LARGAS ROPAS…

Mi esposa, que tiene un hermano de sangre el cual, cuando era inconverso practicaba ese tipo de música, sabiendo ella lo que significa y el OCULTISMO QUE HAY DETRÁS DE TODO ESTO, pidió explicaciones a la dirección del hotel, indicándosele que el evento era parte de un programa del campamento, a cargo del misionero. Ella entonces fue a verlo y le dijo: “¿Sabía Usted que éstas son prácticas ocultistas y que esta música es del diablo?” El misionero le respondió, sonriendo, que era asunto de los jóvenes, una diversión.

Son los mismos hermanos que luego están de acuerdo en desalojar de sus inmuebles a las iglesias que no se ajustan a sus cerrados criterios de interpretación bíblica. Los tales, ¿son espirituales? ¿Tienen discernimiento bíblico? Me pregunto si siquiera son salvos; pues la Escritura dice sin vueltas que, SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR; aunque enseñen y, hasta cierto punto, practiquen LA FORMA de la sana doctrina. (2° Timoteo 1.13).

Quiero pensar que no pocos de ellos están engañados, siguiendo una APARIENCIA DE PIEDAD; pero que en la práctica, “… es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece”. (Oseas 6.4).

Sé de creyentes que piensan que los endemoniados que cita el Nuevo Testamento eran enfermos mentales, gente con problemas psicológicos; y que, al no existir en ese tiempo el conocimiento de la Medicina tal como hoy tenemos, atribuían a los demonios toda manifestación anormal.

¡Hermanos que, al mismo tiempo que observan una forma bíblica aceptable, son hipócritas en su corazón, no son espirituales, no tienen discernimiento, son ignorantes de la realidad de las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes! (Efesios 6.12).

¡Dios nos libre y guarde de tener algo que ver con tales actitudes! Por eso la Escritura -sabiamente- dice: “TEN CUIDADO DE TI MISMO y de la Doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. (1° Timoteo 4.16).

Un hermano que realmente vive la Saludable Enseñanza Bíblica o sana doctrina, EXPERIMENTA lo que enseña; tiene amor por los que se han desviado; practica la misericordia, como Dios la ha tenido con él; ES VALIENTE EN DENUNCIAR HEREJÍAS, señalando el error; en nada intimidado ante el prestigio o notoriedad que tenga el que propaga el error.

Aquel que realmente vive la Saludable Enseñanza ama al Señor, ama a los hermanos y ama a las almas perdidas. No trata de ofender gratuitamente; tampoco suaviza, dulcifica o diluye el fiel Mensaje bíblico. No utiliza expresiones que rayan en la blasfemia, faltando el ser educado y considerado con sus semejantes. Hay cristianos que, con su celo, han dispersado, desarmado, desanimado, escandalizado y cerrado iglesias enteras, provocando que hoy muchos de sus miembros estén sin congregarse y, en algunos casos, se hayan vuelto al mundo.

¡Vergüenza debiera darles ser tan exigentes en detalles absurdos como el utilizar saco y corbata, colando el mosquito y tragándose el camello! (Mateo 23.24). No se dan cuenta que son guías ciegos. Debemos ajustarnos a la Palabra de Dios y NO a la enseñanza tradicional de un grupo en particular. Siempre tenemos que escudriñar las Sagradas Escrituras y renovarnos cada día en nuestro entendimiento. (Romanos 12.2).