Mario E. Fumero
2 Timoteo 3:2-4 “Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios;”
El apóstol Pablo describe la condición imperante en los últimos tiempos (verso 1), y entre las muchas características que ofrece aparece la palabra “TRAIDORES” que significa “quebrantamiento de la lealtad o fidelidad que se le debe de dar a una persona, amigo o nación”. Hay muchos casos de traición en la Biblia. Por ejemplo; la que traicionó a su pariente Lot a Abraham cuando escogió la llanura, dejando al anciano vivir en montaña. Esta el caso de Aarón, hermano de Moisés, que le traicionó adorando un becerro de oro mientras Moisés hablaba con Dios. El pueblo de Israel, que en varias ocasiones traiciono a su Dios, yendo en pos de los ídolos y las costumbres paganas, por lo que fueron llevados cautivos. Y el caso más notorio fue la traición de Judas Iscariote que vendió a su maestro por la ambición del poder y el dinero.
La traición está ligada a la naturaleza humana, se desencadena cuando la soberbia y la avaricia se adueña de los hombres nos arrastra a la infidelidad. La traición es todo producto de la falta de integridad y principalmente de la falta de fidelidad, por lo que la formación de vidas lo más difícil es encontrar hombre fieles, que sean idóneos para enseñar termina otros (2 Timoteo 2:2).

