Mario E. Fumero
2 Corintios 10:4 (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;)
Para entender este texto, debemos de ubicarnos en la época. Las ciudades eran protegidas por murallas, que como fortalezas, protegía a la población de los enemigos externos, pero a la vez, la gente vivía encerrados en un circulo reducidos con el temor de lo que podría ocurrir afuera.
Tristemente nosotros, a través de las experiencias negativas del pasado, acumulamos traumas y pecados que lentamente construyen psicológicamente fortalezas mentales y espirituales que nos mantienen atados al temor. Es por ello que San Pablo ordena derribar fortalezas y argumentos que nos atan al pasado, y someter todos nuestros pensamientos cautivos a la obedecían en Cristo (2 Corintios 10:5). Esto produce la destrucción de ataduras mentales, que son las fortalezas que nos inhiben para poder vivir una vida victoriosa.
En realidad, en nuestra mente y pensamientos se libra continuamente una batalla, con el cual tendremos que luchas en la vida cristiana, porque es por ahí, por donde el enemigo más nos ataca continuamente, pero esto tiene una fácil solución, somete a Dios tus pensamientos, y trata de adquirir la mente de Cristo.

