Mario E. Fumero
2 Timoteo 2:4 «Ninguno que milita se embaraza en los negocios de la vida; á fin de agradar á aquel que lo tomó por soldado«.
En nuestro mundo moderno muchas iglesias han ignorado el concepto de la piedad, para involucrarse en proyectos que sean rentables, convirtiendo la piedad un negocio, y el «dar» en un inversión.
Dios puso a la iglesia para ser solidaria con los necesitados, y ayudar a las viudas, los huérfanos y los desamparados (Santiago1:27), y hacer lo que otros no quieran hacer, no buscando ganancias deshonestas, sino dispuesto a ayudar con ánimo (1 Pedro 5:2), porque el invertir en la obra de Dios es el dar para salvar vidas sin esperar nada a cambio.
Sin embargo, existe una triste realidad, muchas iglesias tratan de hacer una labor social con mente mercantil. ¿Cómo es esto? Sencillo, vamos a realizar una determinada labor social, con la cual podamos recuperar lo invertido y hacer que la misma se financie por sí mismo, y si es posible, nos deje utilidad para la iglesia. Es ahí cuando el servir, se vuelve un negocio, y no una entrega. Es más fácil, por ejemplo; fundar una escuela bilingüe con cuotas que solo pueden pagarlos que tienen recursos, o una librería cristiana, que sostener un orfanatorio, un hogar para ancianos abandonados, o un centro de socorro para drogadictos o alcohólicos de la calle. Es mas fácil ponerle precio a mi ministerio, e ir a donde me puedan dar buenas ofrendas, que ira a donde hay necesidad para llevar el evangelio, aunque tenga que pasar hambre.
Tristemente, hoy en día el interés domina sobre la entrega, y es por ello que tenemos un cristianismo deteriorado, por mezclar los negocios de este siglo, con el evangelio de Jesucristo.

