Mario E. Fumero
Santiago 4:4 “¡Oh almas adúlteras (infieles)! ¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.
El amigo es una persona con la cual te identificas, y cuya relación es para ayudarse y apoyarse mutuamente. En el diccionario se define como; “Relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no son familia.»
No es fácil encontrar amigos fieles en el mundo moderno, que estén dispuestos a estar a tu lado en las buenas y en las malas. Muchas veces los amigos que tenemos están por interés, por necesidad, o por compromiso, pero la verdadera amistad sobrepasa todo esto.
Somos propensos a confiar en los hombres, y como consecuencia de ello sufrimos muchas decepciones. La Biblia nos advierte que maldito el hombre que confirmó otro hombre (Jeremías 17:5), y nos muestra que la naturaleza humana es cambiante y traicionera. Es por ello que debemos confiar en aquellos amigos que nunca nos fallan, y están con nosotros en las buenas y en las malas. Solo sabremos quién es quién, cuando estemos en momentos difíciles.
Podremos tener muchos amigos, pero el mejor amigo de todos, y que nos ayude en los momentos difíciles, es aquel que está dispuesto a darlo todo por nosotros, Jesucristo. Cristo afirmó que no hay mayor amor sino de aquel que esté dispuesto a dar su vida por sus amigos (Juan 15:13), y este tipo de amistad es difícil de encontrar en la tierra. Si queremos ser amigos de Jesús, debemos de obedecerle (Juan 15:14), y como dice el himno, “no hay mejor amigo que Cristo”, porque él nunca te fallara, ni te dejara.

