Mario E. Fumero
Proverbio_22:7 El rico domina a los pobres, Y el deudor es esclavo del acreedor.
Vivimos en un mundo donde el crédito fácil se ha convertido en la ratonera en la cual muchos cristianos quedan atrapados. ¿Por qué nos endeudamos? Porque deseamos vivir más allá de nuestras posibilidades, entonces, conociendo Satanás nuestro nuestra codicia, nos lleva a desear tener lo que económicamente no podemos pagar. Lo triste es que este espíritu de endeudamiento, que afecta a las naciones y gente del mundo secular, hoy priva en las iglesias evangélicas, debido a la proclama de una seudo doctrina diabólica llamada “la teología de la prosperidad” y la cual es en realidad “la teología de la ambición”.
Bien dice el proverbio, que cuando caemos en la deuda, nos hacemos esclavos del acreedor. Satanás pone en nuestros corazones el deseo de tener, y muchas veces, caeremos en la tentación del crédito fácil. Esta tendencia que nace de la ambición, cuando nos atrapa, crea muchos conflictos emocionales, familiares e incluso físicos, porqué cuando una persona es responsable y cristiana de verdad, al tener compromisos que no puede cumplir, pierde la paz, se afana, y angustia, cayendo en depresión. Si la persona es un cristiano mediocre, entonces caería en descredito y en lazos del diablo (1 Timoteo 3:7).
La palabra de Dios nos ordena enfáticamente que no debamos a nadie nada (Romanos 13:7-8), y que paguemos lo que debemos, porque cuando eres deudor, no solo sufre el peligro del descredito, sino que pierdes el sueño y paz, y todo por satisfacer los deseos de la carne, porque “teniendo sustento y abrigo debe protestar contento” (1 Timoteo 6:8).

