Mario  E.  Fumero

Colocenses 3:10  “y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó”. 

En la vida todo cambia. Nada es estático, todo es evolutivo. Cuando recibimos a Cristo, tenemos que comenzar a formar en nosotros la imagen de Dios y a través del conocimiento de la Palabra, e ir renovando nuestra mente, y nuestra forma de ser. Pero de la misma manera en que nosotros tenemos que renovarnos, también el mundo en el que vivimos se va renovando, y esto puede afectar nuestro crecimiento espiritual, porque mientras nosotros nos perfeccionamos, el mundo se degrada, contamina y anarquiza.

La palabra de Dios no cambia, el es el mismo ayer hoy y por los siglos (Hebreos 13:8), pero el mundo sí cambia, y su influencia se deja sentir en la iglesia. Cuando el entorno cambia, y la palabra de Dios a desvirtuar, surge un fenómeno, somos absorbidos por el mundo, y sin darnos cuenta, nuestros valores se contaminan mediante un proceso que le llamamos “el efecto o CUMULATIVO”.

¿Qué es el efecto cumulativo?  Unos cambios tan lentos que no los percibimos, pero deterioran nuestra forma de vivir el cristianismo. No ocurre en un día, ni en un año, sino en un largo tiempo, pero trasforma los valores en antivalores, y lo inaceptable en aceptable. Es una metamorfosis que invade la iglesia y la santidad para absorbernos con los nuevos esquemas sociales.

CONTINUARA.