Mario E. Fumero
Efesio 5:21 “Someteos unos a otros en el temor de Dios”
Una de las características de las sectas, y de los falsos ministros, radica en el abuso de autoridad y la explotación de la fe. San Pablo ordena que los que sirven a Dios tienen que ser ejemplo de los fieles (1 Timoteo 4:12), y más que imponer una autoridad arbitraria, deben ser siervos y granjearse, con el testimonio, el respeto y la credibilidad de los hermanos.
Ser pastor no es ser cacique, ni él dueños de la iglesia. La tiranía de los Santos radica en el hecho de exigirles a otros, lo que yo no estoy dispuesto a dar. Se manifiesta en el aislamiento del ministro en la relación con sus ovejas, volviéndose más empresario que pastor de un rebaño. El pastor debe andar en medio de las ovejas y oler a oveja. El pastor tirano se nota en la forma en que manipula la Palabra para demandar sujeción, sin estar él bajo cobertura o sujeción (Romanos 13:1). Se apacientan a sí mismo (Judas 12), y viven para el vientre (Filipenses 3:19). Demanda una excesiva obediencia a sus caprichos, anulando el derecho de libertad, a la cual nos llamó el Señor (2 Pedro 2:19, Gálatas 5:1). Viven ostentosamente, predica excesivamente de la codicia (2 Pedro 2:3) y por avaricia mercadean de la fe. Los mueve la ambición, y se sienten los Señores de la grey, y no lo siervos. A los tales tenemos que evitarlos y huir de ellos (2 Timoteo 3:5).

