Mario E. Fumero
LUCAS 21:25-26 «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas”.
Los acontecimientos que azotan al mundo siembran el desconcierto en aquellos que no conocen las Sagradas Escrituras, y ven la inminente destrucción del planeta. Sin embargo estas son sólo señales, como también la guerra y rumores de guerras, acompañada de epidemias y hambruna (Mateo 24:6-7).
¿Qué podemos hacer como cristiano frente a tanta calamidad? La Palabra de Dios nos advierte de los tiempos difíciles que vivimos, para que estemos preparados, tanto para el encuentro con Dios, como para enfrentar las crisis existentes. Por más que oremos y ayunemos, no podemos detener el cumplimiento profético de Palabra, ni tampoco como cristiano, debemos llenarnos de temor y expectación, sino que más bien, la palabra profética nos enseña a prepararnos, para estar confiado y ha percibido para entender lo que va a acontecer. Nadie puede predecir a que hora y día será tal o cual calamidad, o poder saber cuándo será la vida de Jesús, porque ni aun los ángeles del cielo lo saben (Marcos 13:32), pero sí podemos tomar precaución para enfrentar cualquier crisis que nos pueda acontecer.
Debemos mantenernos velando y orando (1 Pedro 4:7, Marcos 13:33), además, debemos tener una reserva estratégica de agua y alimentos para enfrentar una crisis de quince días, y no salir corriendo a última hora cuando vaya a ocurrir un desastre. Esto es estar apercibidos. Recordemos la historia de las diez vírgenes, cinco estaban preparadas y no le tomó por sorpresa la venida del Señor, pero las necias no se prepararon, y cuando venía el esposo, no tenían el aceite para las lámpara (Mateo 25:1-13).
Vivimos tiempos peligrosos, y si conocemos las Escrituras, debemos de estar preparados para lo que venga, sabiendo que el que habita al abrigo del altísimo, morara bajo la sombra del omnipotente Salmo 91:1).


