Mario E. Fumero
EL EQUILIBRIO ENTRE LA AUTORIDAD Y LIBERTAD
No es fácil entrelazar sujeción, autoridad y libertad, porque todo depende de varios factores como son; conocimiento, crecimiento, madures, relación y respeto. En la vida cristiana somos llamados a ser libres de toda atadura, no solo del pecado, sino también de los hombres ambiciosos (Gálatas 5:1). La libertad tiene límites, y estos límites lo determina la Palabra de Dios (1 Pedro 2:16). En la medida en que conozcamos la doctrina, definiremos nuestros derechos de libertad (2 Corintios 3:176). Todo lo natural y espiritual está bien definido y limitado, para que no convirtamos la libertad en libertinaje, (1 Corintios 8:9) y la manifestación del Espíritu en desorden y caos (1 Corintios 14:40).
Respecto a la sujeción, como ya expresamos, significa estar bajo la responsabilidad de aquel que la ejerce para formación. Ser sujeto, no es ser un títere o marioneta de la cobertura, sino aceptar y buscar el consejo o la amonestación con humildad, en situaciones puntuales, y según lo enseñado en la Sagradas Escrituras. Aquel que ejerce la cobertura sobre una vida solo tiene derecho a controlarle cuando se salga del camino trazado por la Palabra (2 Timoteo 4:2), pero no podrá anular su libre albedrio, sino que como indica la Biblia, deberá exhortarle o reprenderle con argumentos (Tito 2:15), pero si se niega a acatar la amonestación, quedará a expensa de sus acciones y se le podrá desechar, principalmente cuando su pecado afecte el testimonio de la Iglesia (Tito 3:10, 1 Corintios 5:1-5)).
Sobre la autoridad espiritual, esta no es producto de una elección entre hombres, sino del llamado divino. Cuando somos llamados y hacemos discípulos, automáticamente vamos recibiendo autoridad. La autoridad espiritual emana de dos fuentes:
- La que Dios te dá al ser llamado por medio de la Palabra, y la cual viene de lo alto (Mateo 28:18, Lucas 10:45) para tener poder sobre las huestes satánicas, y la cual es delegada por medio de la “Palabra de Poder” (Mateo 10:11, Lucas 9:1, Mateo 16:19)).
- La que tú te ganas con tu testimonio y frutos, a lo cual le llamamos “ser ejemplo” (Juan 13:15, Filipenses 3:17, 1 Timoteo 4:12), por lo que debemos ser fieles en todo. La autoridad espiritual descansa en el fundamento del amor y el testimonio.
CONCLUSIÓN: Queda claro la diferencia entre autoridad, cobertura y sujeción dentro del quehacer de la iglesia, y en el marco de la Palabra. Es por ello que debemos tener cuidado de no caer en las garras de muchos malos obreros (Filipenses 3:2), que aparentando ser pastores o apóstoles de Jesucristo (2 Corintios 11:13), son lobo disfrazados de ovejas, que siempre entrar en las iglesias para destruir el rebaño (Hechos 20:29) y que se aprovechan de la ignorancia de la Palabra de muchos sinceros cristianos, para someterlos a servidumbre (Gálatas 5:1), privándole de la libertad de conciencia y discernimiento, para entretenerlos con mensajes que alimentan los deseos carnales, pero anulan el crecimiento espiritual, y lucra a estos malos obreros, que no viven para Dios, sino para su propio vientre (Filipenses 3:19).