Mario E. Fumero

Ser cristiano en este tiempo y recto el mundo actual es difícil, y aún más, cuando tratamos de apegamos a la Palabra de Dios, y decidimos actuar rectamente en un medio torcido. No cabe duda que nuestro mundo está infectado de un virus peor que el coronavirus, y se llama corrupción. La corrupción está impregnada de mentira, engaño, hipocresía, falsedad, codicia, ambición, y mejor no seguir, porque la lista sería interminable. Pero la pregunta que yo me hago es; ¿Cómo es posible vivir la verdad de Dios dentro de un mundo tan perverso, sin que sufrir las consecuencias de ir contra la corriente imperante en el sistema actual?.
No cabe duda que al mantenernos íntegros en medio de la corrupción tendremos que enfrentar consecuencias, porque nos convertiremos una persona de alto riesgo, ya que, al no tolerar la maldad y el pecado, los que viven dentro de este, nos verán como sus enemigos, porque consideraran que el que no está con ellos, automáticamente esta contra ellos.
Por otro lado, cuando un cristiano es íntegro, y los que lo rodean andan con intereses turbios, verán en nosotros un peligro a sus intereses, porque podríamos denunciar sus acciones incorrectas, algo que, si somos rectos, tendríamos que hacer, y si tal cosa hacemos, nos verán cómo sus enemigos, porque temerán que sus pocas vergüenzas salgan a la luz, y si lo ocultamos, nos volveremos cómplices de su iniquidad. Esto hace realidad el refrán callejero que dice que “dime con quién anda y te diré quién eres”.
Es imposible que un cristiano recto y correcto pueda convivir con un mundano corrupto, porque en este caso dice la Biblia que no puede haber compañerismo entre la luz y las tinieblas, entre la justicia y la injusticia, porque ambos son incompatibles, y no puede haber comunión entre un incrédulo con un cristiano, porque tal alianza sería un yugo desigual (2 Corintios 6:14). Es por ello que un hijo de Dios no podrá hacer negocios con los hijos de las tinieblas, porque tendría que ser cómplice de sus malas obras y el Señor ordena que todo aquel que invoquen su nombre, debe apartarse de iniquidad (2 Timoteo 2:19)
Nuestro mensaje es llamar a los pecadores al arrepentimiento, y para ello deben dejar de pecar, así que el que roba, no robe más, y esto afectara aquellos intereses que viven a base del pecado, por lo cual, nos sentiremos amenazados, y todos aquellos que se han desviado de la verdad, y viven a costilla del engaño y la mentira, nos consideran sus enemigos, y tratarán de callarnos, anularnos, acorralarnos o destruirnos.
Una persona que verdaderamente es cristiano y anda en “integridad” sufrirá de forma constante los ataques del enemigo, porque indudablemente la amistad con el mundo se constituye enemistad para con Dios (Santiago 4:4). Es por ello que Jesús afirmó que, si somos fieles a su mensaje, tendremos aflicción, y el mundo nos despreciara, porque al ser hijos de la verdad, sufriremos los escarnios de la mentira (Juan 16:33).
Una de las realidades del ser humano es que no que le gusta que le confronten con sus errores, razón por la cual prevalece la hipocresía y la diplomacia para disimular el pecado y las malas acciones. El evangelio nos confronta con la realidad, y el mensaje de Jesús fue radical, ya que como cristiano no podemos servir a dos Señores (Mateo 6:24), y si estamos en el reino de justicia, no podemos ser cómplice de la injusticia, y es un deber proclamar con palabras y hecho la verdad, la cual nos hace libre, pero también nos crea enemigo, porque en el engaño subsistir la maldad, y es imposible vivir con la verdad en medio de la maldad y ser aceptado y alabando. Es por ello que ser cristiano en una sociedad sin valores, será cada día más difícil, y no dudamos que habrá momentos en que, como fruto de nuestra fe seremos perseguidos, porque así lo anuncia la profecía bíblica, al afirmar que en el mundo tendremos aflicción.