Mario E. Fumero
Como guías religiosos, no debemos inclinarnos desde las iglesia hacia algún color o partido político, pero si debemos definir los valores morales y éticos que deben tener los aspirantes a cargos públicos en elecciones internas y generales. ¿Cómo podemos saber que una persona está sana o enferma para gobernarnos?. Hagamos una comparación, a lo mejor, un médico puede aprecias subjetivamente por la apariencia de un paciente, que algo anda mal, igual que hacen los políticos con la propaganda con la que tratan de demostrar su lado positivo, pero para estar seguro de que el paciente está enfermo, se le debe manda a hacer exámenes de laboratorios, con los cuales podemos establecer firmemente si está sano o confronta alguna descompensación en sus niveles químicos del cuerpo, que producen una enfermedad.
En la medicina todo se mide, a través del laboratorio; la azúcar, el potasio, el colesterol, los triglicéridos, la transaminasa, las defensas del cuerpo y las vitaminas etc. El médico puede tener todos los elementos de un diagnostico determinado de su enfermedad, observando los niveles químicos del cuerpo, porque cuando se rompe este balance biológico, aparecen las enfermedades. Es por ello que vamos a un laboratorio, y a través del examen de sangre se diagnostica la condición física del paciente, porque las apariencias engañan.
En la política podemos hacer lo mismo, hay que capacitar a las personas para poder medir la calidad humana de los candidatos a puestos políticos. ¿Cuáles son esos elementos a medir, para saber quién es el mejor candidato para ser electo? Indudablemente tenemos que analizar su vida moral, familiar y social, y es ahí donde podemos formularnos varias preguntas, que según la respuesta, nos ayudaría a conocer la calidad humana del aspirante a político.
¿Cuál sería el cuestionario que debería examinar en la vida del aspirante a un puesto de elección popular, y poder así evaluar su calidad humana para desempeñar su labor social? veamos: tiene que ser una familia estable, no mujeriego o divorciado. Debemos indagar si se ha dedicado a los negocios y como ha actuado en ellos, y lo más importante, ¿tienes ambiciones económicas que lo llevan al campo de la política? ¿maneja empresas que pueden ser vinculada con el gobierno a través de contratos mañosos? ¿es una persona sobria, que habla con verdad y es responsable en sus deberes ciudadanos? ¿tiene adicción al alcohol, al juego o a sustancias narcóticas? ¿qué testimonio tiene de los él los que le conocen, y que testimonio tiene de su familia? Con todo este cuestionario bien analizado podemos establecer la lista de los candidatos que deben ser electos, y poder lograr tener un gobierno compuesto por gente honesta, que puedan salvar al estado de la crisis de corrupción que le ha está consumiendo en los últimos 20 años.
Analiza la calidad moral y social de los políticos, su conducta y observar sus ambiciones es necesario, y después, tomar la decisiones de escoger al mejor, no en base a un color político, sino a una calidad humana, porque todos aquellos que nos convertimos en figuras públicas, tiene que aceptar el ser juzgado por la gente. Es por ello que el apóstol Pablo nos aconseja que debemos tener «un buen testimonio de los de afuera, para no caer en descrédito y el lazo del diablo» (1 Timoteo 3:7).
Espero que en estas elecciones internas y generales usemos la cabeza y no seamos seducido por la propaganda, que tristemente, presenta una imagen parcial del candidato, y busquemos a los que vallamos a elegir no por el color político de su partido, sino por las reglas éticas y morales, para colocar en el congreso y la presidencia a hombres íntegros, que puedan salvar a Honduras del abismo en el cual se encuentra sumergida.
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