EL DOMINIO DE LAS EMOCIONES

       Mario E.  Fumero

          El desarrollo y la aplicación de la psicología al marketing ha creado una técnica publicitaria de manipulación de las masas mediante la cual se les lleva a actuar de acuerdo con los patrones predeterminados por los publicistas. Basta saber lo que quiero para ejecutar la forma de manipular emocionalmente a las personas. Estas formulas manipulativas parten de los estímulos y sensaciones para inducir comportamientos que anulan la capacidad de razonar y apelan a las áreas emocionales más vulnerables del ser humano como es el egoísmo, la codicia y el erotismo, mediante los cuales trato de “tener” más que de “ser”.

          ¿Se han fijado Uds. cómo se elaboran los anuncios comerciales? ¿No notan una tendencia narcisista y hedonista en los mismos? Se anuncia un auto usando una bella mujer exhibiendo sus curvas, o exaltando lo importante que eres, y el poder que tendrás con tus amigos. De igual forma se presenta la promoción de cerveza hablando de la amistad, la distinción y el placer. ¿No se ha dado cuenta que el 85 % de la propaganda actual de venta gira en torno a la belleza, juventud, “estilo”, moda y rejuvenecimiento? Se promueve el culto al cuerpo, aumentando así la tendencia narcisista, característica singular del postmodernismo.

          Se fabrican ídolos de barros, ya sean reales, como cantantes, artistas o deportistas, o ídolos falsos como los que nacen de los dibujos animados, y por medio de ellos se establecen patrones de conducta en los niños y jóvenes que imitan. Estos personajes están impregnados de modas y costumbres que se arraigan como distintivo en una sociedad sin modelos correctos de conducta, sin embargo, después se desploman en su inmoralidad, corrupción y drogadicción. Aparecen los tatuajes, los aritos en los hombres, los “piercing”[1] en nariz, ojo lengua, ombligo, pene, etc. las modas estrambóticas y las expresiones extraídas de esta subcultura que lo invade todo. ¿Saben por qué?  Porque nuestros jóvenes no tienen patrones correctos de conducta que imitar. Porque hoy día el modelo paternal se ha diluido, y entonces tenemos que refugiarnos en los ídolos fabricados por Hollywood. Afirma el Dr. Antonio Cruz en su libro “Post-modernidad” que “El culto a la celebridad es la fe suprema y la fuerza para vivir de miles de jóvenes occidentales. En el marco de una sociedad con familias cada vez más apáticas y desestructuradas”. Nuestra generación actual no razona, solo imita como acto de reflejo y sus emociones son manejadas por sus sentimientos, pero sin usar para nada la razón y los valores, porque estos últimos se han diluido en la decadencia familiar que vivimos. Las modas se convierten en el único modelo dominante, y nadie la contrarresta porque hasta la Iglesia cristiana ha sido dominada por ella.

          Este espíritu de moda, emociones, imitaciones y de apariencia se ha adueñado de los cristianos. Los cantantes evangélicos aprenden a imitar a los modelos mundanos. Visten, se mueven, actúan e imitan a los falsos héroes corruptos del mundo artístico secular. Las iglesias aplican el marketing atractivo del mundo a sus esquemas eclesiásticos y de predicaciones, en donde se ofrecen medicinas y formulas mágicas para rejuvenecerse, sanarse, ser importante, grande y próspero. Se ha cambiado el evangelio de confrontación, renunciación y sufrimiento por otro evangelio, el de fantasía, prosperidad y el que nos lleva a “parar de sufrir”. El uso de métodos persuasivos y sentimentales genera una experiencia emocional falsa, que no apela a la razón bíblica, ni a la convicción espiritual, sino simple y llanamente a la emoción pasajera, inducida por una manipulación psicológica que persuade, pero no convierte. Esto arrastra a miles y miles de creyentes tras los hombres estrellas, los profetas mágicos y los milagros sensacionales. Esta es la era en que el hombre busca señales, sensaciones, espectáculos y milagros. Nos encanta el espectáculo, ventilamos nuestras intimidades desde los medios televisivos. Hacemos de las pequeñeces del diario vivir bolas gigantescas. Competimos desesperadamente para ver quien es el que tiene la mayor novedad, el mayor espectáculo, la metodología más impactante o el estilo más moderno.

          ¿Dónde esta la sencillez, la humildad, el amor y la entrega a los necesitados? ¿Dónde esta lo genuino, lo honesto, lo puro, lo recto? ¿Seguiremos viviendo de emociones falsas para caer después en el horrendo vació interior a y comprobar que todo es falso, “light”, descafeinado, sin fondo ni forma? Si nuestra sociedad no cambia su curso, si no dejamos de aferrarnos al narcisismo existente que alimenta el egoísmo, veremos el retorno a una sociedad salvaje, inhumana y privada de los valores más elementales de la convivencia familiar, llegando al desastre y anarquismo.


[1] – Palabra inglesa que se usa para describir la moda de perforarse partes del cuerpo para ponerse adornos de metal, plata, oro, platino etc.

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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Una respuesta a EL DOMINIO DE LAS EMOCIONES

  1. LUIS CHAVARRIA dijo:

    Estoy de acuerdo con el comentario, no obstante hay una realidad que no podemos esconder, la mayor parte de la iglesia se ha polarizado, por un lado una buena parte de ella, en un intento por atraer a las personas, se presentan a sí mismas como «una nueva iglesia», aquella que no juzga y abraza a todos por igual, sin importar que hicieron, que hacen o que harán, con un perfil conciliador y paternalista, que rompe con el patrón de dureza y rigidez que la iglesia mayormente ha seguido por años, -que de paso- hizo precisamente que la gente se desmotivara de «la religión.» Esta forma de promoción aunque tiene una alta dosis de buena intención, de momento ha sido insuficiente para competir con un mundo más atractivo y envolvente, donde el: «sé lo que quieras ser;» ha cautivado a una gran mayoría de la juventud (además de algunos no tan jóvenes) dando como resultado en muchos casos (no todos por cierto) una organización religiosa muy parecida a una iglesia, pero que se ha secularizado sin darse cuenta, básicamente por no poder contener la presión de quienes se le han acercado seducidos por la promesa de una «paz espiritual» que no exige (por no poder) modelos de conducta, sujeción ni reglas agobiantes que terminarían imitando lo que desean dejar atrás. Por otro lado está la iglesia tradicional cada vez más débil, la que no negocia los «principios dados por nuestros padres» donde por el contrario si hay claras normas de conducta, donde «la pureza de la santidad» está en función del cumplimiento de nuevas reglas (ya no las ordenanzas pentateucas») donde el estilo de vida eclesiástico es suficiente para la aceptación y hasta la exaltación de sus miembros, su «estilo de espiritualidad» hace que las masas no la deseen y la rigidez de su homilética ahuyenta a quienes visualizan una relación afectiva pero sin señalamientos. A mi manera de entender las unas y las otras yerran el rumbo, la razones son varias y difíciles y ni siquiera me siento con autoridad para juzgarlas, (aunque de pronto alguien crea que eso hago) Sin embargo algo que le es común a ambas líneas es que quienes las lideran suelen olvidar que la realidad humana no desaparece con la sola buena intención de enseñar sobre la persona de Jesús sea desde el podio o desde el púlpito o el desde altar. La esencia está en lo que la persona dirigente (pastor, dirigente, rabino o sacerdote) pueda hacer por sí mismo y por su familia y no lo que pueda hacer por los demás y sus familias. Pareciera egoísta y distinto al discurso del evangelio, pero en realidad no lo es, la iglesia como un todo sería más efectiva si su evidencia de cambio y restauración fuera más visible en quienes la dirigen, esa es UNA de las razones por las cuales se ha deteriorado la credibilidad de la religión, no se pueden enseñar aspiraciones espirituales manteniendo realidades opuestas, no se puede por ejemplo hablar de amor con la biblia abierta, mientras la vivencia sea contraria al amor, no se puede hablar de restauración por cuarenta minutos, si al bajar de púlpito o el altar se busca la forma de «disciplinar al transgresor» no se puede hablar de santidad y arrodillarse a orar mientras se mantengan actitudes que lesionan la fe y la esperanza de alguno o algunos que son diferentes. Mientras los pastores y líderes no reflejen una relación real con el que los llamó, la iglesia seguirá perdiendo a batalla.

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