Mario E. Fumero
Los seres humanos están expuestos a engordar su “ego o yo” y buscan desesperadamente tres elementos que se han convertido en la mayor tentación del diablo para esclavizar a los seres humanos y encarcelarnos a muchas personas ¿Cuáles son estas tres tentaciones en las cuales podemos quedar atrapado y encarcelado? indudablemente que son el sexo, el dinero y la fama.
El sexo nace de las pasiones desordenadas de nuestra naturaleza carnal (Romanos 1:26) y es el causante de la destrucción de muchos hogares, de mujeres abandonada, del aborto, violaciones y del auge del feminismo en una sociedad en donde la mujer se ha convertido en objeto del hombre y no en una compañera idónea.
En otro aspecto “el dinero” se ha convertido en un medio para alcanzar el poder, y de forma errónea, hemos creído que al tener muchos bienes y riquezas seremos más felices, pero en realidad, el amor al dinero nos hace esclavo de la codicia, la cual nos priva de la capacidad de amar, entender y compartir. Con el dinero se puede comprar muchas cosas, incluso las conciencias, pero además de ello, el dinero nos hace esclavo, acareando muchos males como afirma el apóstol Pablo en 1 Timoteo 6:10 en donde especifica que es la “raíz de todos los males” que existen en nuestras vidas y sociedad. Este amor el dinero nos encierra en la jaula de la avaricia, generando la ambición, la cual nos lleva la frustración y muchas veces a la corrupción.
Por último, y una vez que alcanzamos el poder económico, aparece la “fama” la cual nace de nuestro egoísmo, por lo que buscamos protagonismo, tratando de sobresalir y ser reconocido. Algunos compran títulos o buscan por medio ilícito riquezas injustas.
El deseo de ser grande y aceptado públicamente nos lleva a convertirnos en personas públicas. Cuando un artista, deportista, político o líder religioso se convierte en una persona famosa, experimenta en su vida un fenómeno existencial que limita sus movimientos, ya que pierde su libertad, pues al salir tiene que andar con seguridad, no puede moverse libremente por miedo a ser secuestrado, sufrir un atentado y que la gente lo esté mirando y abordando en el camino, convirtiéndose en un esclavo, encerrado en su propia fama, que es semejante a una cárcel, ya que al salir libremente esta acosado y no podrá andar, ir o salir cuando él quiere porque la fama lo va a perseguir.
Así que sí queremos ser felices, debemos de aprender a sencillo, no buscar protagonismo, aceptar ser el menor, no expresar lo que somos, sabemos, podemos o tenemos. No hay nada más lindo que poder andar libremente por todos los lugares sin que nadie nos esté señalando, interrumpiendo o sentirnos amenazados.
Satanás conoce las debilidades del “yo” y ha tratado por todos los medios de seducir para sentirnos con deseos de ser más de lo que soy, pues eso mismo hizo con Jesucristo al cual le ofreció estas tres cosas cuando lo tentó en el desierto diciéndole que “todos los reinos de la tierra te daré, si postrado me adoras”. ¿Qué significa esto? Que si se sometía a su designio le daría poder fama y riqueza y con ello los placeres del mundo, pero Jesús rechazó estas tres cosas (Mateo 4:8-10), y es por ello por lo que nosotros tenemos que evitar estos tres flagelos que son la consecuencia de la desgracia de muchos hombres y mujeres qué creen que para ser felices necesitan estas tres cosas.