Ángel Bea

“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc.1.14)
Estamos en tiempo de celebración de la fiesta de la Navidad. La cristiandad en todo el orbe mundial conmemora y celebra el nacimiento del Hijo de Dios, que se encarnó en el vientre de la virgen María, hace ya más de dos mil años.
Cierto, pero hubo un tiempo en el cual no había “iglesias históricas” ni las grandes denominaciones cristianas, ni otros movimientos que han dado lugar a otras iglesias sin relevancia histórica alguna. Entonces, las iglesias en general tenían unas formas de culto diferentes o parecidas a las que muchas iglesias tienen ahora. La fiesta de la Navidad no se celebraba, ni la llamada “Semana Santa” ni otras festividades cristianas tampoco. El conocidísimo padre de la Iglesia, Juan Crisóstomo, ya decía en el siglo IV acerca de la celebración de la Navidad: “Hace apenas diez años que hemos oído hablar por primera vez de esta fiesta, que nos ha venido de Occidente, donde se celebraba antes”. O sea, que él se extrañaba de que se hubiera introducido dicha celebración. Para ellos, Navidad, Semana Santa y todo lo que después se ha arreglado en un calendario litúrgico anual, no solo no se celebraba y por tanto lo veían como una novedad. Pero con el transcurrir de la historia y con el paso del tiempo muy pronto dichas celebraciones fueron incorporadas llegando a formar parte del calendario litúrgico de muchas iglesias; por lo cual tienen una especial relevancia en la confesión y manifestación de su fe, adecuando sus cultos y el contenido de los mismos a dicho calendario. Esa es una forma de recordar, a lo largo de todo el año, las grandes verdades de nuestra fe cristiana. Pero para otras muchas iglesias no reconocidas como históricas, esas mismas fechas no revisten la importancia que tienen para aquellas, dadoque no forman parte de su calendario litúrgico. Lo cual no quiere decir que no tengan importancia alguna y que no haya ningún tipo de “celebración”.
La hay, por supuesto, pero no en el sentido de tener que “cumplir obligatoriamente” con dicha liturgia dentro del programa cultual de nuestras comunidades. Sin embargo, recordamos la encarnación del Verbo de Dios (Is.11.6-7; J.1.14); aquel que, según las palabras del ángel en su anunciación a María, sería llamado “Hijo de Dios” (Luc.1.35). Lo recordamos en estas fechas con más énfasis; pero sin dejar de tenerlo en cuenta a lo largo del año; lo recordamos pero sin dejar de ver que su encarnación/nacimiento está ligada a su vida, muerte, resurrección y exaltación a los cielos. De otra manera, el nacimiento de Jesús en Belén no tendría ningún sentido, como así es para muchos millones de personas que este y otros años celebran la Navidad, comiendo, bebiendo y haciéndose regalos, pero sin saber exactamente qué significa. ¿Qué sentido tiene para muchos? Pues, “¡Que es fiesta!”. Comamos, bebamos y estemos alegres!”. Nada más.
Es por eso que, sin que para muchas de las iglesias cristianas la Navidad (como otras fiestas) no forme parte de nuestro calendario litúrgico, aprovechamos tal celebración para organizar actos relacionados con dicho acontecimiento histórico-redentor. Todo sea con el ánimo de testificar de nuestro bendito Salvador. Lo importante es que, debido al testimonio de millones de cristianos en estas fechas, con más o menos énfasis, “Cristo es anunciado”. (Fil.1.14-18). Y en esto nos gozamos, puesto que sabemos que por medio de dicho testimonio, muchos millones de personas han llegado a conocer a Jesucristo como su Salvador personal. Eso, independientemente de si Jesús nació o no en esta fecha. El asunto para el que escribe, es irrelevante. Pero el valor se desprende del testimonio que antes hemos mencionado, en virtud del cual hay personas que han venido al conocimiento del Salvador. Y en esto nos gozamos y nos gozaremos siempre; porque conocemos a algunas personas cuyo “nacimiento espiritual” tuvo lugar cuando conocieron el “otro nacimiento” histórico, el de Jesús y el propósito por el cual nació Jesús.
Dicho todo lo anterior, también hay muchos cristianos queparecieran estar empeñados en aguar la fiesta a sus hermanos, con la cantinela anual de que “Jesús no nació el 25 de diciembre” y que, “la fiesta de la Navidad es una fiesta pagana”. Bueno, esa historia la escuchamos cada año y es algo a lo cual no le prestamos atención alguna.
Estas discusiones sobre el origen pagano de la Navidad y otras fiestas, me recuerdan aquellas que tenían los primeros cristianos con el tema de ‘lo sacrificado a los ídolos’. Resulta que la carne que se vendía en la carnicería, era de animales que habían sidopreviamente sacrificados a las supuestas divinidades a las cuales adoraban los paganos. Entonces, los cristianos que habiendo vivido en el paganismo durante toda su vida, tenían su “conciencia habituada a los ídolos”; por lo cual les era imposible comer dichacarne sin que se sintieran manchados y culpables en su propia conciencia. A dichos cristianos Pablo les llamaba ‘débiles’”. (Ver,1.Co.8; Ro.14)
Pienso que, si entonces hubiera existido Facebook y demás, esos creyentes «débiles» hubieran llenado páginas y páginas sobre las supuestas divinidades a las cuales se hacían los sacrificios, con aquella exclamación: “¡No podéis comer de lo sacrificado a los ídolos!”. Lo mismo pasa hoy con la Navidad. Ellos dicen: “¡No podéis celebrar la Navidad!” “¡Esa fiesta es de origen pagano!”
¿Y qué?. Esa fiesta era de origen pagano, pero ahora no se celebra en honor a ningún dios pagano, sino en honor a “aquel Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros…” (J.1.14); “el que murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación; y ascendió a los cielos y desde allí volverá a juzgar a vivos y muertos…”; “El Rey de reyes y Señor de señores…” (Apc.17.14). Al cual damos gloria por siempre.
Lástima, que como dijo el apóstol Pablo, «pero en todos no hay este conocimiento». (1ªCo.8.7) Es decir, no comprenden el asunto desde la debida perspectiva. Es lo mismo de siempre. Aquellos que lo ven de otra manera se comportan de forma impertinente con sus hermanos, que en nada están participando de «una fiesta pagana». ¡Y los anatemizan con juicios y palabras de condenación!. Otra cosa son los mismos paganos que en estas fechas “navideñas”viven como lo que son; ¡Allá ellos!. Por tanto, la Navidad como la conocemos desde que se comenzó a celebrar como fiesta cristiana, no es pagana, puesto que dicha festividad no está dedicada a ninguna supuesta divinidad. Lo que se celebra, recuerda y conmemora –como ya hemos dicho más arriba- nada tiene que ver con aquello de lo que otros cristianos acusan a los demás.
En nuestra opinión tenemos que ser respetuosos con todos nuestros hermanos y hermanas en la fe, que con sencillez de corazón y espíritu agradecido dan gracias a Dios por la realidad del nacimiento del Salvador hace más de dos mil años. Como reza el título de esta reflexión: “TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ”. Resultaría muy contradictorio que la Navidad represente el buen deseo de paz de Dios para con la humanidad, siempre en guerra los unos con los otros y que los mismos que somos llamados a proclamar la paz de Dios en Jesucristo, nos dedicáramos a fastidiara los demás que no comulgan en todo con nosotros.
Termino para, desde aquí, agradecer a todos mis hermanos y hermanas en la fe y amigos, en principio, por serlo y luego, por las muestras de afecto y apoyo que nos han brindado a lo largo de todo el año.
Pero también quiero desearles que pasen ¡¡UNAS FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS!! en compañía de sus familiares y de todos aquellos que, sin serlo, estén con ellos y que, el año 2022 sea un año lleno de la mejores bendiciones del Señor para todos.
(Ángel Bea)