Tomado de http://www.biografiasyvidas.com/monografia/lutero/
Según que se comparta o no su doctrina, Lutero es un apóstol o como mínimo un profeta para unos, y para otros un hereje renegado. Destructor de un sinfín de cosas, este hombre de intensas y enérgicas convicciones representa, con su concepción del hombre como individuo aislado de Dios, de la historia y del mundo, uno de los pilares sobre los que se apoya la Edad Moderna. Iniciador de la Reforma (período de dos siglos de la historia del cristianismo de amplia repercusión europea, origen de las Iglesias protestantes y de la Contrarreforma), rechazó la autoridad del papa y debilitó el poder de la Iglesia. La abolición del purgatorio, de donde las almas eran liberadas con misas, el rechazo de la doctrina de las indulgencias, que mermaría de manera considerable los ingresos del papa, y, sobre todo, la doctrina de la predestinación, que independiza el alma de la acción de los clérigos después de la muerte (a lo que hay que añadir el reconocimiento de todo príncipe protestante como jefe de la Iglesia de su país), obligan presentar la Reforma como una gran revolución de las naciones menos civilizadas contra el dominio intelectual de Roma.
Martín Luder nació en la noche del 10 al 11 de febrero de 1483 en Eisleben, en Turingia, región dependiente del electorado de Sajonia. Andando el tiempo y recién conquistado el título de doctor, Martín cambiaría el apellido Luder por el de Lutero, derivándolo de Lauter, que en alemán antiguo significa «claro, límpido, puro». Era el primogénito de los nueve hijos de Hans Luder, minero, hijo de campesinos y buen católico, y de Margarethe Ziegler, mujer trabajadora, muy piadosa y devota, que inculcó en su hijo una piedad tan sombría que dejó en su alma una profunda tristeza. Ambos progenitores eran de familia pobre y muy severos.
Al año del nacimiento contrataron al padre en una explotación de minas de cobre de Mansfeld y la situación de la familia, precaria en extremo, mejoró un poco, sin llegar a ser en modo alguno boyante. En Mansfeld recibió Lutero muchas de las palizas que sus padres le propinaban, aunque, en opinión del propio Lutero, «siempre quisieron mi bien; sus intenciones para conmigo siempre fueron buenas, procedían del fondo de su corazón». Por sus cartas sabemos que fue a menudo sometido a crueles castigos, como una vez que su padre le azotó tan violentamente que el joven huyó de casa y tardó mucho tiempo en perdonarle en su corazón, o en otra ocasión en que su madre le golpeó hasta hacerle sangrar por haberse comido sin permiso una nuez.
El duro trato al que le sometieron lo convertiría, al decir de sus amigos, en un ser huraño y desconfiado. La escuela, a partir de los seis años, no lo trató mejor. También del maestro recibió azotes, quince en un día, según contaría más tarde, ya que «nuestros maestros se portaban con nosotros como verdugos contra ladrones». A los catorce años dejó Mansfeld por Magdeburgo para estudiar en la escuela latina, y un año más tarde abandonó Magdeburgo y se trasladó a Eisenach, a casa de los abuelos maternos. Allí, en su «ciudad bienamada», recibió sólida instrucción de un maestro poeta llamado Hans Treborio, que había sustituido el látigo por las buenas maneras.
El 17 de julio de 1501 se inscribió en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Erfurt, contrariando por primera vez a su padre, que quería hacerle estudiar leyes. El 29 de septiembre del año siguiente se licenció como bachiller, primer grado de la universidad, con el número treinta de una promoción de cincuenta y siete nombres. A los veintidós años era proclamado maestro de filosofía. Esta vez fue el segundo de diecisiete y su padre, admirado ante la superioridad de su retoño, dejó de tutearlo. A partir de ese momento el joven maestro se dedicaría con tesón al estudio de la teología y con pasión a la Sagrada Escritura.
El 2 de julio de 1505 Martín Lutero se trasladó de Mansfeld a Erfurt para ver a su familia. A mitad de camino un rayo cayó a sus pies. El joven, que era nervioso en extremo y muy sensible, se vio a las puertas de la muerte, se aterrorizó e invocó a la patrona de los mineros: «Sálvame, querida santa Ana, y me haré monje», exclamó. Vislumbró entonces en el cielo una figura fantástica, que por la excitación del momento no logró identificar. Fue la primera de las visiones que tendría a lo largo de su vida, en los lugares mas inverosímiles y, a veces, inadecuados. Quince días más tarde se presentó en el convento de los agustinos de Erfurt para cumplir su promesa, decisión que irritó de tal manera a su padre que volvió a tutearlo. Sin el consentimiento paterno, pues, entró en el convento. Novicio primero con el nombre de Agustín, tomó los votos definitivos y a los veinticuatro años fue ordenado sacerdote.
Con el objeto de estudiar teología y ocupar una cátedra en una de las muchas universidades alemanas regidas por los agustinos, en 1508 su amigo y consejero espiritual Johan von Stanpitz, a la sazón vicario general de los agustinos, le mandó a la Universidad de Wittenberg para estudiar un curso sobre la ética aristotélica. En 1509 Lutero obtuvo el título de Baccalaureus Biblicus, que le concedía el derecho de practicar la exégesis bíblica públicamente. Joven profesor en la recién creada Universidad de Wittenberg, pronto daría muestras de gran intemperancia y osadía en sus manifestaciones, al tiempo que se sentía acuciado en su intimidad por graves escrúpulos de conciencia y devastadoras tentaciones.
La forja de un pensamiento
Por aquel tiempo, un viejo fraile agustino le recomendó la consoladora lectura de San Pablo, en cuyo estudio se enfrascó ávidamente para deducir de él las primeras simientes de su dramática disidencia con la ortodoxia religiosa. En la Epístola a los romanos de San Pablo halló respuesta a sus angustias sobre la salvación, entendiendo que el hombre encuentra su justificación en la gracia de Dios, generosamente otorgada por el Creador con independencia de sus propias obras. Paradójicamente es en esa poco tranquilizadora idea de que solamente la fe y no los méritos salvan, doctrina individualista que condena al hombre, en cierto modo, a una soledad abismada, donde Martín Lutero encuentra una cierta paz y certidumbre espiritual que le moverá a una irreductible diatriba con el Vaticano, a templar su turbulento carácter en una batalla perenne y a fundar la nueva doctrina protestante. Sus enseñanzas llamaron bien pronto la atención. Comenzó también a predicar; su elocuencia arrastraba multitudes y le valdría la consideración de ser el primer predicador de la época. «No daba grandes voces -diría uno de sus oyentes-, pero su voz era fina y pura tanto en el canto como en la palabra.»
En 1510, Lutero realizó un viaje a Roma en compañía de otro agustino para presentar al general de su orden ciertas quejas sobre la estricta observancia de la regla monástica. El resultado y las impresiones del viaje no pudieron ser más nefastas para el alma inquieta y rebelde de Lutero. La consecuencia inmediata fue la de crear en él una definitiva aversión a Roma, al ambiente de corrupción y relajación del clero romano, a la decadencia en la que había caído todo el Vaticano y al exceso de boato y riqueza que ostentaba la Santa Sede, con prelados y papas más pendientes de los aspectos materiales que de los espirituales. Contrariado por el espectáculo, Lutero se tornó ácidamente crítico respecto al espectáculo de degradación que reinaba en la ciudad de los papas y menos afecto a las obligaciones anejas a su estado.
De regreso a Wittenberg, se doctoró en teología el 18 de octubre de 1512, aunque en su obra demuestra el enorme desapego que sintió por la filosofía y la teología escolástica imperante en su época. Apenas se interesó por los grandes pensadores del siglo XIII (Tomás de Aquino, Buenaventura o Escoto), aunque exploró con apasionada intensidad la Biblia y algunos escritos de San Agustín. Nombrado también, muy a pesar suyo, subprior del convento de Wittenberg, Lutero comenzó a impartir clases en la universidad en las que interpretaba y estudiaba las Sagradas Escrituras, con especial interés la obra paulina. En esa época acabó de conformar y pulir la que sería su piedra angular teológica, la justificación por la fe, según la cual el cristiano se podía salvar no por sus propios esfuerzos o méritos, sino por el don de la gracia de Dios, aceptada tan sólo por la fe en Cristo el Salvador.
Lutero también llegó a otra conclusión igual de importante y trascendental para el futuro de su reforma: había que someterse por completo a las Sagradas Escrituras, y rechazar a cualquier otra interpretación proveniente del exterior. Los Evangelios habían sido inspirados directamente por Dios; ninguna interpretación podía ser fiable por sí misma. Sospechar de la autoridad del papa como jefe supremo de la Iglesia y como persona infalible era el siguiente paso, que Lutero dio enseguida. Fue entonces cuando transformó su apellido y empezó a pensar en sí mismo como el «hombre de la Providencia llamado a iluminar la Iglesia con un gran resplandor». Por el momento tenía poca influencia. Sólo era, a sus treinta y cuatro años, un elocuente y famoso profesor de la Universidad de Wittenberg que ocupaba importantes cargos tanto en el convento como dentro de la orden; pero se sentía personalmente responsable de la fe sajona.
Venta de indulgencias
Por aquellos años asumió el cargo de vicario de su distrito, lo que suponía la dirección de once conventos, a lo que había que sumar sus lecciones en la universidad y el gobierno, la administración económica y la dirección espiritual de su convento de Wittenberg. Abrumado de trabajo, llegó incluso a visitar en sólo dos días todos los conventos que estaban bajo su férula, permaneciendo en uno de ellos escasamente una hora. Dormía apenas cinco horas sobre una dura tarima, aunque disfrutaba de los placeres de la mesa con la misma inmoderación que le caracterizó durante toda su vida. A veces se encerraba en su celda para rezar siete veces los oficios y suplir de ese modo la negligencia en que había incurrido durante la semana, acuciado por sus ocupaciones.
La rebelión de las indulgencias
Mientras tanto el papa León X, embarcado en la construcción de la basílica de San Pedro de Roma, propiciaba con entusiasmo la venta de indulgencias. Lutero, que ya había empezado a exponer sus ideas personales sobre los fundamentos de la fe, se alzó en sus discursos contra aquella práctica. Escandalizado por lo que consideraba un envenenamiento y timo espiritual de la gente sencilla, intentó poner sobre aviso a las autoridades eclesiásticas alemanas, pero, al encontrarse con el más absoluto de los silencios a todos los niveles, decidió actuar por su cuenta.
Inspirado obsesivamente por unas palabras de San Agustín («lo que la ley pide, lo consigue la fe»), redactó sus célebres noventa y cinco tesis contra la venta de indulgencias que clavó con determinación en el sitio más visible de la ciudad, en la puerta del pórtico de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg, el 31 de octubre de 1517. Las incendiarias tesis, repletas de diatribas y ataques directos a la Iglesia de Roma y al papa, fueron primero redactadas en latín, para, al poco tiempo, ser traducidas al alemán y reproducidas por la imprenta, al mismo tiempo que se difundían con una extraordinaria rapidez gracias a la labor de los estudiantes.
Fue una declaración de guerra que Roma no podía dejar sin respuesta. La resonancia del acontecimiento fue enorme a pesar de que Lutero, desde el púlpito y las aulas, intentó en vano suavizar la situación que había creado apelando a una doctrina tradicional aceptada en la Iglesia, según la cual se aceptaba la nulidad de las indulgencias para salvar almas, ya que dicha prerrogativa sólo le competía a Dios. Los dominicos, encargados de la Inquisición, denunciaron a Lutero ante Roma, por lo que éste fue conminado, al año siguiente, a presentarse en la ciudad eterna para responder de los cargos que se habían formulado en su contra. Lutero hizo gala de una gran astucia y logró involucrar al poder político en la disputa pidiendo al príncipe Federico el Sabio, elector de Sajonia, que intercediera ante el papa para conseguir que el juicio en su contra se celebrase en suelo alemán, como así sucedió.
En el mes de octubre de 1518, Lutero acudió a la ciudad de Augsburgo para discutir su postura con el legado pontificio Cayetano de Vio, quien tenía en su poder una breve del pontífice León X por la que Lutero debía retractarse públicamente de sus graves errores o, en caso contrario, ser llevado a Roma arrestado. Bajo la protección política del príncipe Federico, Lutero prolongó su discusión con el legado papal cuatro días sin que ninguna parte cediera en sus respectivas posturas. Y no sólo no se retractó, sino que protagonizó una pelea a gritos con el cardenal. El cardenal afirmaría: «No quiero más tratos con ese animal. Tiene unos ojos que fulminan y unos razonamientos que desconciertan». Lutero endureció su postura afirmando que la infalibilidad de las Sagradas Escrituras estaban por encima de la del propio pontífice. Aunque la ruptura definitiva aún no se produjo, Lutero adoptó a partir de ese momento una actitud de intransigencia que no se reducía al mero rechazo de las indulgencias, sino que implicaba algo mucho más grave: el desacato directo de la autoridad papal.
Tras marchar indemne de Augsburgo, Lutero mandó difundir un llamamiento bajo el título Del papa mal informado al papa mejor informado, en el que apelaba a un concilio presidido por el papa para expresar sus ideas reformistas. Desde su seguro retiro de Wittenberg, Lutero logró reunir una especie de concilio menor en la ciudad de Leipzig, celebrado entre los días 27 de junio hasta el 16 de julio de 1519, en el que Lutero afirmó que aunque el deseado concilio no le diera la razón, no se retractaría, ya que estaba sometido a la única autoridad legítima, la de las Sagradas Escrituras.
La respuesta de León X no se hizo esperar. El 15 de junio de 1520, el papa mandó a Lutero la bula Exsurge Dominepor la que le conminaba por última vez a retractarse bajo la pena de excomunión. Lutero, tras un intento baldío por dirigirse al pontífice para que éste celebrase el ansiado concilio, el 10 de diciembre del mismo año quemó solemnemente la bula junto con un ejemplar del Corpus Iuris Canonici en presencia de estudiantes y ciudadanos de Wittenberg, y replicó al papa con el libelo Contra la execrable bula del Anticristo. Con semejante acto, Lutero expresó simbólicamente su ruptura total con la Iglesia de Roma.
El 3 de enero de 1521, León X redactó la bula Decet Romanum Pontificem, por la que Lutero era excomulgado definitivamente. Conforme al Derecho Eclesiástico, la excomunión eclesiástica debía ser ejecutada por el brazo secular, tarea que recayó sobre el recién elegido emperador, Carlos V de Alemania y I de España. El emperador aprovechó la reunión de cortes en la ciudad de Worms, en abril de 1521, para citar a Lutero, donde se le intimidó para que se retractara, pero el díscolo monje agustino siguió empecinado en su heterodoxia, y se enfrentó a todos los dignatarios imperiales y eclesiásticos reunidos allí en su contra, totalmente convencido de que le esperaba la misma suerte que a Jan Hus.
Carlos V, presionado por la situación política inestable de Alemania y por la fama y predicamento que había adquirido ya el monje herético, se limitó a prohibir la práctica de la nueva fe y a declarar proscritos a Lutero y a sus seguidores. Los esfuerzos que se hicieron a continuación para hacer cambiar de opinión a Lutero resultaron inútiles. El 26 de mayo, Carlos V firmó el Edicto de Worms; en él ratificó la sanción de destierro para Lutero y ordenó la quema de todos sus escritos.
Precisamente, el año anterior a la condena, Lutero había sacado a la luz, en alemán y ayudado por la poderosa maquinaria de propaganda que resultó ser la imprenta, sus tres obras fundamentales: La libertad del cristianismo, sin duda alguna su obra mejor elaborada y escrita, en la que esbozó claramente el pilar sobre el que se sustentaba la nueva religión, la salvación por la fe en Cristo;Llamamiento a la nobleza cristiana de la nación alemana, en la que invitaba a la nobleza a asumir su papel de protector del pueblo y a unirse a la causa luterana, además de instituir los tres principios evangélicos básicos del protestantismo (sacerdocio universal, inteligibilidad de las Sagradas Escrituras y responsabilidad de todos los fieles en el gobierno de la Iglesia); y, por último, La cautividad babilónica de la Iglesia, obra destinada a los teólogos en la que analizó con rigor el proceso de perversión al que habían llegado los sacramentos, de los que, según él, sólo debían subsistir dos, el bautismo y la cena (desechando la transubstanciación). Con estas tres obras, Lutero dispuso su línea de batalla a la par que asentó los primeros cimientos de una futura Iglesia evangélica.
Para proteger a Lutero, Federico el Sabio fingió su secuestro y lo escondió clandestinamente en el castillo de Wartburg, en Turingia, donde el exmonje encontró la paz y el ambiente de retiro ideal para abandonarse de lleno a una fructífera actividad literaria. Lutero escribió numerosas cartas, continuó con varios salmos, redactó glosas eclesiásticas, escribió una obra dedicada a la confesión, otra sobre los votos monásticos y un buen número más. Y, además, en el escaso año que permaneció en Wartburg (desde mayo de 1521 hasta marzo de año 1522), Lutero llevó a cabo su producción literaria más importante y trascendental para la implantación definitiva de la nueva fe: partiendo del texto griego publicado en 1516 por Erasmo de Rotterdam, tradujo al alemán el Nuevo Testamento. La edición se llamaría la «Biblia de septiembre» por haber aparecido en ese mes, y ponía a disposición del pueblo alemán su versión del texto sagrado por excelencia. La obra sería un éxito tal que en el mes de diciembre hubo que imprimir muchos más ejemplares. Doce años más tarde, en 1534, pondría fin a su proyecto publicando su versión del Antiguo Testamento, traducido del hebreo.
Guerras y bodas
Los desórdenes surgidos en Wittenberg por sus seguidores más radicales, que habían comenzado a tomar medidas drásticas en cuestiones litúrgicas, como la supresión de la celebración de la misa, obligaron a Lutero a dejar su apacible retiro de Wartburg y regresar a Wittenberg, donde volvió a tomar las riendas con prudencia y moderación, sin perder la calma, pero con determinación. Lutero se puso al mando en la organización de las nuevas comunidades evangélicas que iban surgiendo por doquier en toda Alemania. Desde Wittenberg, Lutero abrió otro frente de lucha contra los movimientos de liberación social y nacional de la pequeña nobleza y especialmente de los campesinos. Los primeros no dejaban de presionar para que Lutero constituyera una Iglesia nacional alemana, mientras que los segundos, alentados por la libre interpretación de las Sagradas Escrituras defendida por Lutero, buscaban su apoyo para aliviar las condiciones de miseria y sojuzgamiento en que vivían. Sus posturas se radicalizaron hasta convertirse en una cuestión política que arrastró al propio Lutero.
Las Guerras Campesinas (1524-1526), lideradas por un antiguo pastor luterano, Thomas Müntzer (fundador de la secta de los anabaptistas), fueron el colofón de la situación de crispación que había introducido en Alemania la Reforma emprendida por Lutero. Durante el transcurso de la sangrienta guerra de los campesinos contra sus señores, Lutero fracasó en sus intentos por apaciguar los ánimos con su pluma. Aunque en el fondo apoyaba un gran número de sus reivindicaciones, cuando los campesinos recurrieron a la violencia contra toda la población en conjunto, Lutero no dudó un momento en apelar a los nobles para que restituyeran el orden establecido con las armas, lo que dio cobertura a una represión sangrienta de campesinos como jamás se había visto en Alemania. El conflicto, que derivó en una auténtica matanza indiscriminada, restó popularidad a Lutero entre las masas más desfavorecidas, pero por lo menos salvó a la Reforma de una más que segura desintegración.
En 1525, en la Alemania devastada por la guerra de los campesinos, Lutero se esforzaba en demostrar la servidumbre de la voluntad humana y escribió De servo arbitrio (Del albedrío esclavizado), como refutación a la defensa del libre albedrío de Erasmo en su obra De la voluntad libre. También fue el año que escogió para contraer matrimonio. En 1523 habían llegado a Wittenberg unas monjas que escapaban del convento de Nimchen Laz Grimma. Una de ellas, Katharina de Bora, de veintiséis años, se convirtió en la señora de Lutero, en su Käte. La boda suscitó una viva repulsa, no tanto por el acto en sí como por realizarse en momentos de gran desolación y muerte. El matrimonio sería, sin embargo, un éxito. Katharina de Bora, dieciséis años más joven que Lutero, pertenecía a la pequeña nobleza y era una mujer sensata e inteligente que suavizó el exaltado carácter de su marido y vivió junto a él en perfecta armonía.
Después de su boda el príncipe elector de Sajonia le regaló el antiguo convento de los agustinos en Wittenberg, donde la laboriosa Katharina estableció una pensión de estudiantes para paliar en alguna medida sus estrecheces económicas. Los estudiantes tenían el privilegio de compartir la mesa con Lutero, quien tras la colación condescendía a responder a sus preguntas, de resultas de las cuales nació el libro Dichos de sobremesa. En el convento de Wittenberg, convertido en finca familiar, nacieron uno tras otro sus seis hijos, de los que sobrevivieron cuatro: Hans, Magdalena, Martín y Paulus, que llenaron de júbilo al predicador. Doctrinalmente nada de ello debe sorprender; pocos años antes, Lutero había dado a luz su obra Opinión sobre las órdenes monásticas, una vibrante exhortación a los monjes y monjas para que rompieran sus votos de castidad, recomendación que fue muy bien acogida, hasta el punto de que no pocos religiosos agustinos de ambos sexos se comprometieron en uniones vistas desde la ortodoxia como sacrílegas.
La consolidación de la Reforma
El joven Lutero, de mediana estatura, que había sido «de cuerpo tan flaco y fatigado que se le podrían contar los huesos», fue engordando con la edad y el nuevo estado. Su amor a la buena mesa, y sobre todo a la cerveza, con la que reemplazaba el agua (estaba convencido de que el agua de Wittenberg era mortal), le convertirían en un hombre macizo y pesado, aunque siguiera tan vivaz como siempre. Se acentuó en él la vulgaridad agresiva de que siempre hizo gala y empleó cada vez palabras más rudas y groseras. Siguió siendo irritable; a duras penas conseguía controlar su carácter colérico y violento. «No consigo dominarme y quisiera dominar el mundo», dijo de sí mismo.
La nueva Iglesia, que oficiaba la misa en la lengua vernácula, tenía desde 1529 su catecismo escrito por Lutero (Grosser Katechismus y Kleiner Katechismus, el gran catecismo y el pequeño catecismo), su propio clero y un gran número de fieles. La influencia de la Reforma se había extendido por el norte y el este de Europa, y su prestigio contribuyó a convertir a Wittenberg en un centro intelectual de primer orden. La defensa tan encendida que hizo de la independencia de los gobernantes respecto del poder eclesiástico le valió el apoyo incondicional de muchos príncipes, hasta el punto de que a partir de esos momentos la Reforma pasó a ser más un asunto de reyes que de eclesiásticos, justo una de las cosas que se había propuesto Lutero desde un primer momento.
Al prohibírsele la asistencia a la Dieta de Augsburgo, celebrada en 1530, por estar excomulgado e imposibilitado para hablar con el emperador, Lutero delegó la defensa reformista en la persona de su colaborador más querido y preparado, el humanista Philipp Melanchthon, quien presentó a los asistentes la Confesión de Augsburgo, texto redactado bajo la vigilancia de Lutero que exponía la profesión de fe protestante y veintiocho puntos de definitiva discrepancia con el catolicismo. Dos años más tarde, el emperador Carlos V, acuciado por la lucha que venía sosteniendo con los turcos en el Mediterráneo, no tuvo más remedio que transigir con el luteranismo firmando la Paz de Nuremberg, en la que se establecía la libertad para ejercer libre y públicamente el nuevo culto en territorio alemán.
Cuando en 1536, el papa Paulo III se decidió a convocar, tardíamente, el concilio de Trento, Lutero, ensoberbecido y encumbrado, dio por hecha su inutilidad alegando el irreversible alejamiento de ambas posiciones. Para reforzar aún más una postura tan disidente e intransigente, Lutero publicó los Artículos de Esmalcalda, en los que expuso todas las divergencias que habían causado la separación de ambas iglesias. Puso especial énfasis en la celebración de la misa (abominable y superflua para él) y en el papel del papa como único responsable del estado calamitoso al que había llegado la Iglesia cristiana.
Hacia 1537, la salud de Lutero comenzó a quebrarse de forma progresiva y alarmante para sus adeptos. El reformador envejecía y su humor se volvió hosco. Sufría jaquecas, zumbidos de oído y dolorosos cálculos renales, pero se negaba a seguir el consejo de su médico de moderar su afición a la comida y la bebida. La muerte de su hija Magdalena, en diciembre de 1542, ensombreció todavía más su ánimo. A principios de 1543 escribió: «Ya no puedo escribir ni leer. Me siento débil y cansado de vivir». Eran momentos penosos para Lutero, aquejado de una dolorosa lesión en la arteria coronaria y de profundas depresiones causadas por el resurgimiento del papado, por el intento de los judíos por reabrir la cuestión del mesianismo de Jesús y por el nuevo rebrote de la facción reformista más radical, la de los anabaptistas.
Pero precisamente por ello no podía permitirse el lujo de retirarse, y prosiguió su intensa actividad hasta la muerte. Encontró fuerzas para publicar en 1545 la célebre Reforma de Wittenberg, que era una suave exposición de la nueva doctrina. Unos meses más tarde reaccionaría violentamente ante la propagación del rumor de su muerte, que él atribuyó a los welches (italianos y franceses) y desmintió mediante sus Mentiras de los welches sobre la muerte del doctor Lutero. Y en 1545, en vísperas de su muerte, publicó uno de sus más violentos panfletos con motivo del conflicto surgido en el concilio de Trento entre el emperador y el papa: Sobre el papado de Roma fundado por el diablo. La causticidad de tan encarnizado ataque al papado adquirió todavía un mayor relieve gracias a las célebres y grotescas caricaturas del papa que realizó Lucas Cranach el Viejo para ilustrar la publicación.
El 22 de enero de 1546, enfermo y cansado, el anciano reformador se dirigió a Eisleben, su ciudad natal. Debía actuar de árbitro en la disputa suscitada entre dos hermanos, Albretcht y Gebhard, condes de Mansfeld, a propósito de los ingresos de unas minas. El invierno sajón es frío y duro, y Lutero había sobrestimado sus fuerzas. El 18 de febrero, a las tres de la madrugada, casi de repente, falleció. Los dos médicos que le atendieron apenas dispusieron de tiempo para hacer algo y nunca se pusieron de acuerdo sobre la causa de la muerte: un ataque de apoplejía, según uno; una angina pulmonar, según el otro; aunque igualmente pudiera haber sido cualquier otra cosa.
Sus restos fueron trasladados a Wittenberg en un ataúd de estaño, y al paso de la comitiva sonaba el toque fúnebre de las campanas. Fue enterrado el 22 de febrero en la iglesia de Todos los Santos, bajo el púlpito. Un año después de su muerte, el emperador Carlos V entró en la ciudad tras la victoria sobre los protestantes en Mühlberg, y obligó a la esposa del Elector de Sajonia a entregarle aquella plaza a cambio de la vida de su marido hecho prisionero. En aquellas circunstancias, el duque de Alba, poco amigo de miramientos, propuso al emperador desenterrar el cadáver de Lutero, incinerarlo y aventar las cenizas, pero Carlos no consintió en ello, arguyendo que él hacía la guerra contra los vivos y no contra los muertos. Verdaderamente hubiera sido inútil; tras su muerte, su Reforma se extendería por el mundo a pasos agigantados, penetrando en miles de hogares y conformando la manera de pensar, sentir y vivir de millones de seres.
Excelente!. Hoy 31 de octubre celebramos los cristianos evangélicos el Dia de la Identidad Cristiana, gracias a ese gran hombre como lo fue Martin Lutero!!
Lo que me asombra de este hombre es su coraje y valentía para desafiar al papado de aquel entonces a costa de su propia vida. Sin lugar a dudas la reforma necesitaba de un hombre asi, de un caracter inflexible y definido, aunque cometio errores fue un instrumento en las manos de Dios.
Gracias a Dios hace 495 años los cristianos evangelicos protestantes recordamos aquel dia como una defensa de la verdad de Dios frente a la mentira religiosa.
Soli Deo Gloria
lo que es asombroso, es que aqui se trate a un genocida precursor del nazismo como fue lutero como si fuera un santo,lutero promovio el antisemitismo en alemania ordeno la detencion de todos los judios alemanes y obligandolos a convertirse a las enseñanazas de lutero, les confisco las torahs a todos los rabinos, torturaba a todos los que aceptaban a cristo , ordeno construir guetos para judios , es mas hitler lo tomo como ejemplo, eso sin contar las masacres de obispos catolicos a los que trataba de satanicos y segun el merecian la muerte.
bonito ejemplo fue lutero.
dejando de lado lo anteriormente expuesto sobre lutero,
lutero jamas dejo de ser católico es mas el nunca trato a la iglesia católica de roma como algo ajeno a la iglesia de dios , el solo predico contra la jerarquia católica y sus dogmas, es mas los luteranos y anglicanos de hoy dia tratan al papa como un obispo de la iglesia de dios aunque no esten de acuerdo con el,
lutero honraba a la virgen y a los santos, celebraba la misa, defendio la virginidad perpetua de maria, lutero siempre defendio con la biblia que maria no tuvo mas hijos que jesus.
lutero era católico reformista, lutero no era un evangelico tal y como conocemos a los evangelicos hoy dia.
si lutero esta viendo en lo que se ha convertido su reforma debe de estar llorando a cantaros.
que pendejo la iglecia catolica es una mezcla de la religion romana y la doctrina de nuestro señor JESUCRISTO la sagrada escritura o la santa biblia lo explica muy bien adorar imagenes , santos , es lo que GEHOVA o el VENDITO SEA es lo que mas repudia,,, y en cuanto a maria solo fue un medio de la grandeza de DIOS lee bien la biblia estudiala y solo te daras cuenta que GEHOVA TE BENDIGA
perdon en mi mensaje de—- católico dijo:
noviembre 14, 2012 en 12:05 pm
donde puse
,( torturaba a todos los que aceptaban a cristo)
en realidad queria decir— torturaba a todos los que no aceptaban a cristo.
Cuanta inestabilidad demuestra esta persona que se hace llamar catolico, con sus palabras demuestra que no conoce la historia de la reforma, y aparte de todo no conoce la biblia o en este caso esta hablando de otro lutero, el verdadero lutero jamas torturo a nadie sencillamente por que la verdadera religion no obliga a nadie, los que torturaban y asesinaban eran los papistas que el combatio y no lo mataron el porque Dios no lo permitio pero mataron a muchos mas que pensaban como lutero el comentario anterior esta lleno de odio y resentimiento hacia un hombre que lo unico que hizo fe combatir a una iglesia apostata como lo fue y es aun hoy la iglesia catolica, yo te recomiendo que estudies bien la historia de tu iglesia para que te des cuenta de quienes fueron los verdaderos perseguidores de todos lo que aceptaban las doctrinas reformadas de lutero y sus colaboradores, y si lo que sabes sobre el caso lo aprendiste de un dirigente de tu iglesia entonces preparate para enterarte de que te han doctrinado con el error y fuiste una victima mas de este sistema apostata.
Si ustedes hablan y señalan de idólatras a los católicos….ustedes que serán al hablar asi de Lutero….todo se esta cumpliendo aqui se cumple que hasta el mas estudiado y recto va a caer en el camino equivocado ojo con esto
Hablando honestamente hubo tres inquisiciones, la católica a la que le atribuyen el desastre de las otras dos: la luterana y la Anglicana.
Lutero afirma la potestad de la Biblia para iluminar el entendimiento, pero los primeros cristianos ni siquiera tenían Biblia. Los apóstoles transmitían oralmente lo que aprendieron de Nuestro Señor y ellos a otros, tomando entre los hombres, hombres apartados del mundo, consagrados a Dios para seguir el apostolado y el legado de Jesucristo.
Jn 21,25 «JESÚS hizo muchas otras cosas. Si se escribieran todas, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros»
De los 12 Apóstoles sólo 2 escribieron Evangelios, los diez restantes no escribieron Evangelios, si hubiera sido tan importante el escribir todo, lo hubieran hecho. Sin embargo todos predicaron
Corintios 11,2 «Y os alabo, hermanos, que en todo os acordáis de mi, y retenéis las instrucciones mías (Paradosis en el original griego), de la manera que os enseñé.» Paradosis es la palabra original que implica transmitir de uno a otro.
Tesalonicenses 2,15 «Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina (Paradosis original griego) que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra». Busque el original hermano, fue escrito en griego, tiene el sentido original. Las traducciones son para hacernos de alguna forma cercana a la palabra.
Primero fue la Tradición antes que la Biblia, que no deja de ser Santa. Tradición y Biblia, del Magisterio todos los apóstoles se ponían en común acuerdo y dialogaban. El que tenga oidos que oiga, porque otros teniendolos no oyen ni entienden.
gracias señor omarjuno1 deberias cambiarte ese nombre musulman que tienes.
el unico ignorante victima de un engaño eres tu.
te dejo un fragmento de una enciclopedia, para que veas las cosa tan bonitas que hizo lutero, y solo pongo un fragmento , si pongo todo lo escrito sobre lutero tendrian que hacer 20 foros como este para que entre todo.
Lutero
Hay quien enseña contradicciones a algunos reconocidos artículos de fe, con evidencia fundamentados en la Escritura y que son creídos por buenos cristianos en todo el mundo, como se les enseña a los niños en el Credo. Herejes de esta calaña no deben ser tolerados, sino castigarlos como manifiestos blasfemadores. Si alguno desea predicar y enseñar, debe demostrar su vocación para hacerlo o permanecer en silencio. Si no permanece en silencio, entonces las autoridades civiles deberán conducir al sinvergüenza con su maestro, llamado Master Hans (esto es, el verdugo de la horca). (Janssen, X, 222; EA, Bd. 39, 250-258; Commentary on 82nd Psalm, 1530; cf. Durant, 423, Grisar, VI, 26-27)
Los artículos de doctrina sediciosos deben ser castigados por la espada, sin necesidad de pruebas. En cuanto a los Anabaptistas, que niegan el bautismo en la infancia, el pecado original y la inspiración, lo que no tiene relación con la Palabra de Dios y con certeza se opone a ésta, las autoridades civiles también están obligadas a limitar y castigar sus falsas doctrinas. Tan solo piensen ¿qué desastre resultaría si los niños no fuesen bautizados? Además, los Anabaptistas se separaron de las iglesias y crearon un ministerio propio, lo cual es contrario al mandamiento de Dios. Por todo lo anterior, resulta claro que las autoridades civiles están obligadas a imponer un castigo corporal a estos agresores. También, cuando se trata de un sólo caso de defensa de algunos postulados espirituales, tales como el bautismo infantil, el pecado original y la separación innecesaria, entonces, llegamos a la conclusión de que, los obstinados sectarios deben de ser aniquilados. (Janssen, X, 222-223; pamphlet of 1536)
Bullinger notó la contradicción de Lutero, quien apelaba a la tradición para castigar a los herejes, pensó que era en realidad ridículo y que debía situarse en la realidad de que la Iglesia había hecho esto por largo tiempo. Si el argumento de Lutero basado en que “así se ha interpretado siempre” fuese admitido, entonces, la propia doctrina de Lutero se cae por su propio peso, ya que su doctrina no es la misma que ha enseñado la Iglesia de Roma. (Grisar, VI, 259; letter to Albert, Margrave of Brandenburg)
La consistencia lógica nunca fue uno de los puntos fuertes de Lutero. Grisar comenta:
Cada seguidor de su evangelio que discrepaba con su visión, estaba destinado a ser encasillado como un hereje impío. Lutero nunca dudó que había descubierto un nuevo evangelio. (Grisar, VI, 238)
Son bien conocidos los hechos de Lutero, referidos por fuentes no católicas acreditadas, acerca de sus prácticas persecutorias en contra de protestantes no-luteranos.
En 1530 perseveró en el criterio de que dos ofensas deberían ser castigadas, incluso con la muerte, éstas son la sedición y la blasfemia. Lutero interpretó como sedición incluso alguna abstención en el gobierno o la milicia, y el rechazo a algún artículo de los Apóstoles como blasfemia. En un memorando de 1531, escrito por Melanchthon y firmado por Lutero, un rechazo de la oficina gubernamental fue descrito como una blasfemia insufrible, y la desintegración de la Iglesia como sedición en contra del orden eclesiástico. En un memorando de 1536, otra vez por escrito y firmado por Melanchthon y Lutero, la distinción entre los Anabaptistas pacíficos de los rebeldes, fue borrada. (Bainton, 295)
Bajo los múltiples criterios de Lutero acerca de la herejía, la sedición y la blasfemia, los siguientes grupos hubieran merecido la pena de muerte: Bautistas, Pentecostales, muchos de los Evangélicos independientes, Operación Rescate activistas en pro de la vida, activistas a favor de los derechos civiles, Abolicionistas, Los Padres Fundadores de América, muchos Liberales y Conservadores, Comunistas y Socialistas, miembros de comunas, los Hermanos Libres (Plymouth Brethren), Menonitas, Cuáqueros, Amish, humanistas y ateos, todas las religiones no cristianas, los teólogos liberales, cultos, etc. Es muy significativo observar cómo Lutero se traslado de la tolerancia a la tiranía religiosa, y cómo fue creciendo ésta en él.
En 1520 decretó: “cada hombre es un sacerdote” y agregó “debemos vencer a los herejes con libros, no con la hoguera” (Open Letter to Christian Nobility, Luther’s Works, Philadelphia, 1943, I, 76, 142)
Pero un hombre que tiene la “certeza” de tener a la Palabra de Dios en su poder, no tolerará ninguna contradicción. En 1529 ya hacía algunas distinciones delicadas:
Incluso los incrédulos deben ser forzados a obedecer los Diez Mandamientos, asistir a la iglesia, que se ajusten en lo exterior. (Letter of August 26, 1529 to Joseph Metsch)
En 1530, en su comentario al Salmo 82, aconsejaba a los gobernantes privar de la vida a los herejes que predicaran la sedición o en contra de la propiedad privada y a aquellos que enseñaran en contra de los artículos de fe. (WA, XXXI, 1, 208 ff.)
Debemos notar, no obstante lo anterior, que hacia el final de la vida de Lutero, éste retorno a sus primeros sentimientos de tolerancia. En su último sermón aconsejó el abstenerse de combatir la herejía por la fuerza. (Will Durant, 420-423)
De nueva cuenta, como en el caso de la Revuelta de los Campesinos, fue muy tarde para corregir el camino, su fin llegó. Durant nos ofrece ejemplos de persecución de “reformadores” después de Lutero (Durant, 423-425): Bucero urgió la desaparición de toda falsa profesión de fe, junto con sus esposas, hijos y ganado (Bax, Ibíd., 352). Melanchthon insistió en usar la pena de muerte para los que rechazaran la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, a los que negaran el bautismo a los niños (Smith, 177), y la creencia de que algunos paganos se pueden salvar (Janssen, IV, 140-141). Demandó la desaparición de aquellos libros que se opusieran o estorbaran a la doctrina luterana (Janssen, XIV, 503). Los estados protestantes suprimieron el culto Católico y se apoderaron de sus bienes (Janssen, VI, 46-63, 181, 190, 208-214, 348-349). La censura a la prensa fue adoptada (Janssen, IV, 232 ff.), junto con la excomunión (por ejemplo en la Confesión de Augsburgo de 1530).
Kurt Reinhardt, autor de dos volúmenes sobre historia alemana, escribió:
La iglesia invisible que Lutero esperaba establecer en los corazones de todos los fieles, se había convertido en una institución muy humana y visible. Lutero se encontró a sí mismo obligando y forzando, en contra de sus principios de libertad individual y tolerancia. Los ideales de libertad espiritual, libre interpretación y sentimientos de introspección de Lutero, en realidad nunca proliferaron en la estructura de su iglesia. La mayoría de sus ideas que provocaron la separación con Roma, tuvieron que refugiarse en aquellas sectas que las tres iglesias reformadas (zwingliana, calvinista y luterana) perseguían con el fuego y la espada. (Germany: 2000 Years, I, New York: Ungar, revised edition of 1961, 235, 237)
Uno puede adivinar cómo vivían los judíos en esta atmósfera de intolerancia entre los cristianos, los verdaderos o los que así se hacían llamar, Lutero aconsejaba:
Destruyan y destrocen sus casas. Quítenles sus libros de oración y Talmuds, sus Biblias también. Prohíbanles a sus rabinos, bajo pena de muerte, el volver a enseñar. Prohíbanles el paso por calles y carreteras. Prohíbanles que ejerzan la usura y quítenles todo su dinero y sus tesoros de oro y plata. Y si esto no fuera suficiente, destiérrenlos, como si fuesen perros rabiosos.
(EA, XXXII, 217-233; Durant, 422; About the Jews and Their Lies, 1543; Durant cites as his source Janssen, III, 211-212)
Lo triste del caso es que tiempo antes Lutero había hablado acerca de ser más tolerantes con los judíos. Ahora, en su vejez, atacado por la enfermedad, la frustración, la discordia y la duda (y muchas veces también con la duda de sí mismo), otra vez soltaba la lengua con consecuencias incalculables.
alla tu amigo omarjuno1, si a ti te van los hipocritas asesinos como lutero es tu problema no el mio.
omarjuno1;dijo…»».el verdadero lutero jamas torturo a nadie sencillamente por que la verdadera religion no obliga a nadie, los que torturaban y asesinaban eran los papistas que el combatio y no lo mataron el porque Dios no lo permitio pero mataron a muchos mas que pensaban como lutero el comentario anterior esta lleno de odio y resentimiento hacia un hombre que lo unico que hizo fe combatir a una iglesia apostata como lo fue y es aun hoy la iglesia catolica,»»
lutero, omarjuno1, no solo torturo, asesino y fue el precursor del nazismo ,sino que ademas predico que jesus incito al adulterio a varias mujeres, tambien dijo que fue un fornicador, y tambien dijo de dios padre que era un tirano, un estupido y un torturador
lee,
Grasset, París, 1934, 7ª ed., 352 pp). Vamos directamente a esta blasfemia sin nombre:
«Cristo – dice Lutero – cometió adulterio por primer vez con la mujer de la fuente, de que nos habla Juan. Eso se murmuraba en torno a él: » ¿Qué hizo, después, con ella?». Más adelante con Magdalena, después que con la mujer adultera, que absolvió tan livianamente. Así, Cristo, tan piadoso, también fornicó, antes de morir» (Propos de table «, del nº 1472, del ed. de Weimar 2107 – cfr. op. cit.pag 235).
Leído esto, no nos sorprende que Lutero piense – como señala Funck-Brentano – que
«ciertamente Dios es grande y poderoso, bueno y misericordioso (…) y estúpido. «Deus est stultissimus». Es un tirano. Moisés actuaba movido para su voluntad, como su lugarteniente, como verdugo que nadie sobrepasara o incluso igualara en asustar, espantar y martirizar a las personas del pobre mundo». (op. cit. pag 30).
decir que lutero fue un hombre de dios entonces mahoma tambien lo fue, la diferencia entre mahoma y lutero es que a mahoma jamas se le hubiese ocurrido decir que su dios alá fue un tirano y un estupido.
Y porque no dicen que también se aparto de la iglesia católica al meterse con una monja y a inyectar por el mundo con sus pareceres….para justificarse… doctrinas falsan se originan también de el aca también en blog hay mentiras y entre mas señalen a la iglesia católica mas se vera cerca el fin porqué es a la unica iglesia que mas atacan a nivel mundial… no ha habido una de un grande cuando ya la noticia le ha dado la vuelta al mundo…y la palabra dice que las puertas del infierno no prevalecerian sobre ella y es la única iglesia que a nivel mundial ha tenido grandes señalamientos muchos sacerdotes etc han caído en pecado graves etc… faltas y errores pero se ha ido limpiando que casulidad verdad!!! Que sigue de pié en las demás no se ve eso y lad doctrinas falsas que aca se señalan de todas las obras de Martin lutero ha surgido todo eso…. por aca en algunos de escritos dice cabe honrar a Martin lutero por su obra y valentía etc y si un católico habla de esta manera sobre algún hombre o mujer que ha dejado huellas en la Iglesia Católica ya lo señalan oo juzgan por idolatra entonces q son em realidad ustedes…nadie quien tire la primera piedra quien este libre de pecado asi como ustedes dicen q cabe honrar a Martin lutero con muchas mas razon hombres y mujeres que esta haciendo de la Iglesia católica renovación…evangelización obras etc…a como juzguen a los demas asi los juzgarán a ustedes y si siguen diciendo palabras de condenación para los demás en esa misma medida seran condenados ustedes asi lo dice la palabra de Dios y el no hace acepción de personas solo el ser humano
Buscando información acerca de Lutero descubrí que también estuvo involucrado en la inquisición protestante ,persiguiendo a brujas, católicos, judíos y protestantes que no eran de su grey. También edito el libro «los judíos y sus mentiras» el cual deja mucho que desear como cristiano. Aclaro que esos tiempos no tiene nada que ver con los pensamientos actuales y lo que hizo era típico de la época. Su carácter no era de los mejores y no se andaba con vueltas.
También considero que la traducción de la biblia y sus 95 tesis, fueron hechos muy valiosos y de consecuencias tremendas ,de la que hoy disfrutamos .Pero creo que hay que poner las cosas en su lugar, sin desmerecer lo que hizo mostrar toda la verdad si es que se puede después de 500 años.
Oh bendito DIOS q ati sea la onra la gloria la alabanza y el poder porque tu amor es marevilloso señor, asi como usastes, a los peofetas,a la virgen maria , al apostol pedro, al apostol pablo y a todos tus apostoles tambien usaste a este hombre, pero ati siempre la alabanza mi DIOS y señor Jehová. Aunque me llamen hereje yo tomo la palabra q tu le inspiraste al apostol Pablo ¡ SE EN QUIEN E CREÍDO! ,
Algunos de los comentarios referente a Lutero son ciertos, es el problema cuando la iglesia enaltece a un hombre como (santo o padre de la iglesia por decirlo de esa manera) , cuando debemos enaltecer a nuestro señor JESUS, Lutero fue un hombre de su epoca que planto caro a los atropellos de la iglesia dominante de la epoca pero tuvo muchos errores, como todo hombre que hoy cuestionaríamos su cristianismo, pero solo corresponde a a Dios juzgar voy a e citar algunas de sus palabras
1) Martín Lutero:
La autoridad es sirviente castigadora de Dios
“La autoridad es una sirviente de Dios. Esta por sí misma no sería capaz de mantener un orden público. Ella es como una red en el agua: Nuestro Señor Dios guía al malhechor hacia la autoridad, para que estos no se escapen … Dios es un juez justo en la Tierra. Por esto nadie se escapa, quién no haga penitencia, del justo castigo por la superioridad. Si tu huyes de mi, así no huirás del verdugo.”
(Luther Deutsch. Die Werke Martin Luthers in neuer Auswahl für die Gegenwart, editado por Kurt Aland, tomo 9: Conversaciones de sobre mesa. Tercera edición totalmente renovada, Stuttgart 1960;
Edición Reclam, Ditzingen 1987, N° 430)
Jesús: “Mi reino no es de este mundo”
a) “Mi reino no es de este mundo.”
b) “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.”
(a) Juan 18, 36; b) Marcos 12,17)
2) Martín Lutero demanda a los príncipes, matar a los campesinos rebeldes
“Sorprendentes son los tiempos hoy, que un pueblo pueda alcanzar el cielo más bien derramando sangre, que del otro modo con rezos “herid, degollad y estrangulad cuanto podáis; y si haciéndolo así sobreviene la muerte, mejor para vosotros, que no podrais encontrar nunca muerte más bienaventurada, porque moriréis en obediencia a la palabra y al mandato de Dios …”
(Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos, Edicione de Weimar (= EW) 18, pág. 357-361)
Nota: Algunos líderes campesinos fueron colgados cabeza abajo, por los luteranos, y aserruchados lentamente con el serrucho desde los testículos hasta el ombligo, hasta que murieran bajo los más espantosos dolores (Hubertus Mynarek, Die neue Inquisition, [La nueva inquisición] Marktheidenfeld 1999, S. 42).
Jesús hace referencia al mandamiento “No matarás”. Él enseña la reconciliación y la generosidad en el conflicto
a) Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos … No matarás. No adulterarás … etc.
b) Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino.
c) A cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.
(a) Mateo 19, 17; b) Mateo 5, 25; c) Mateo 5, 39)
3) Martín Lutero sobre los predicadores: Dios ha ordenado “Un oficio de la palabra”
“Dios es maravillosos, quien nos ordena el oficio de su palabra, con las cuales hemos de gobernar los corazones de las personas …”
(Conversaciones de sobre mesa, Luther Deutsch, N° 318)
Jesús dice “sígueme”, pero no ha llamado a nadie en un “oficio de la palabra. Frente a los predicadores advierte
“Así que, todo lo que os digan [los escribas] que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres … aman los primeros asientos en las cenas … y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.”
(Mateo 23, 3-8)
4) Martín Lutero: Los predicadores son los más grandes homicidas, porque Dios lo ha ordenado
“Los predicadores son los más grandes homicidas. Porque advierten a la autoridad para que ella actúe con decisión de su mandato y castigue a los inicuos. Yo he matado a todos los campesinos en la rebelión; toda su sangre está sobre mi cuello. Pero yo se lo cargo a nuestro Señor Dios, ya que Él me ha ordenado decir esto …”
(Conversaciones de sobre mesa, EW 3, pág. 75)
Jesús: No usar la violencia, si no servir
“Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor …”
(Marcos 10, 42)
Jesús – No enviado por Dios como juez, si no como salvador.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”
(Juan 3, 17)
http://www.theologe.de/martin-lutero_jesus-de-nazaret.htm
Lutero simplemente fue un loco, que no paró de escribir.