Mario E. Fumero
Uno de los países que más problema ha tenido en los últimos años, como consecuencia de las pandillas, después de haber vivido una larga guerra civil, es la República de El Salvador, la cual ha vivido una violencia extrema en los últimos diez años. El actual presidente de este país, Nayib Armando Bukele Ortez alcanzó la presidencia con la promesa de poner fin a las pandillas con mano dura, y hasta el presente parece haberlo cumplido, sin embargo, sus medidas para frenar el poder de las maras le ha traído una condena internacional de algunos organismos defensores de los derechos humanos, aunque el pueblo apoya en un 80% sus medidas, y parece que internamente el Salvador goza de una gran tranquilidad, sin muertos ni extorsiones como era costumbre.
En la actualidad, y según las encuestas de organismos internacionales, el presidente latinoamericano que cuenta con una de la más alta aprobación del pueblo es la República de El Salvador alcanzando más de un 86%.
¿Cuál ha sido el éxito que coloca a Bukele como el mejor presidente mejor evaluado de América Latina? Su mano firme frente al fenómeno de las pandillas, que en un día llegaron a matar a más de 60 salvadoreños, y controlaban muchas zonas del país. ¿Cómo podemos enfrentar una violencia delincuencial, si no usamos métodos persuasivos para implantar el temor en los delincuentes? Solo se logra con una justicia firme, y una mano dura hacia aquellos que violentan las leyes, sin tolerar el proteccionismo excesivo de los defensores de los derechos humanos.
El principio de la estabilidad social de un país depende del factor de las leyes impuestas para producir en la gente un temor a violentar las normas sociales existentes. Dice la Biblia que el único freno que tenemos para frenar el pecado (violación de la ley) y no violarla arbitrariamente es el temor al castigo el cual induce a través una presión para entender que toda acción produce una reacción, de forma tal, que cuando la ley no se cumple, y la violencia prevalece, el sistema se corrompe, y solo con una imposición de una fuerza legal hacia los infractores lograra que prevalezca el temor, y podremos vivir en paz, estabilidad y el bienestar social.
El presidente Bukele prometió antes de ser electo que lucharía fieramente contra las pandillas y los delincuentes y lo ha cumplido. Quizá en algunas situaciones se le ha pasado la mano, pero no cabe duda que su firme posición de frenar la delincuencia le está dando buenos resultados, y esto es digno de admirar, principalmente en aquellos países en donde la corrupción y la delincuencia domina por doquier.
Cuando no hay temor, indudablemente la violencia y la corrupción prevalece a todos los niveles. Es entonces que tenemos que actuar firmemente, para poner frenos a tan grave situación y esto no se logra con leyes blandas y actitudes humanistas, sino con firmeza y autoridad, y para lograrlo no podemos andar con sutileza, ni medias tintas, porque se requiere aplicar toda la ley. Sólo con leyes fuertes y mano firme podemos inducir el temor, para evitar la proliferación de la violencia, porque a mayor tolerancia, tristemente tendremos mayor inseguridad.
Tristemente en Honduras se ha perdido todo tipo de respeto a la ley, y, por lo tanto, no hay temor y por lo tanto reina la extorsión, el sicariato, las maras, la corrupción y otros muchos males, porque quien domina nuestra sociedad es el anarquismo judicial y no la ley, además tenemos el exceso de defensores de los derechos humanos que se han vuelto proteccionista de los delincuentes.
Necesitamos restaurar una autoridad correcta en el aspecto jurídico y que sea firme, y devolverles a los padres la autoridad que se les ha quitado para imponer disciplina en sus hijos, porque la prevención de la delincuencia comienza en el hogar. Para ello debemos revisar todo nuestro sistema jurídico, principalmente en el aspecto de la protección del menor, porque como dice la Biblia, si no instruimos al niño en su carrera, nunca podremos infundir el respeto y el temor al orden establecido.