Héctor Hernán Castro
Fue el famoso novelista inglés Charles Dickens, quien dijo: «¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, ¡y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!”. Sí, inevitablemente la Navidad nos conecta con nuestros recuerdos.
¿Cómo olvidar aquellas navidades de antaño?
El mismo Dickens dijo también: «El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad.”
La nostalgia y melancolía invaden muchos corazones en Navidad, extrañando aquellos seres queridos que ya no están entre nosotros. Es inevitable no recordarlos. ¿Cómo lidiar con eso, manejarlo bien y superarlo?
Bueno, debemos ir al origen mismo, a las páginas de la Biblia para encontrar en ellas el verdadero significado de la Navidad. El evangelista Mateo nos lo explica así:
«Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre EMANUEL, que traducido es: DIOS CON NOSOTROS.» (Mateo 1:22,23.)
¡Navidad es recordar que Dios está con nosotros en la Persona de Su Hijo Jesucristo! Los seres humanos somos frágiles, momentáneos, mortales. Dios nunca dijo que nuestros seres amados estarían siempre con nosotros en esta tierra. Cada ser humano un día le toca culminar su vida en este mundo. Lo que Dios sí nos asegura es que Él siempre estará con nosotros.
En el Salmo 90:1 Moisés escribió: «Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.» Navidad es recordar que Dios vino a buscarnos y a quedarse entre nosotros. Eso es posible hoy a través del ministerio del Espíritu Santo, el Consolodaor. Después de asignarnos la gran comisión, Jesucristo nos dice:
«…y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.» (Mateo 28:20b.)
En esta esfera terrenal es imposible que los seres humanos estemos juntos por siempre, pero Dios sí está con nosotros para siempre. Para los que humildemente reconocemos nuestra condición pecaminosa, nuestra gran necesidad de Dios y decimos creer en Jesucristo como nuestro único salvador, Dios ha prometido un reencuentro glorioso. Es una reunión eterna para los que exclusivamente en «Emanuel», en Jesucristo, que es «Dios con nosotros» confiamos.
¡Ánimo! En Navidad y por siempre… ¡Toda ausencia humana es suplida por la alentadora presencia divina!