Introducción
Mario E. Fumero
En un mundo lleno de engaños, mentiras y manipulaciones, se hace necesario hoy, más que nunca, analizar dos elementos o armas imprescindibles para no caer en las artimañas del maligno. Estas armas para subsistir en la fe son: sabiduría y discernimiento.
DIFERENCIA ENTRE SABIDURÍA Y DISCERNIMIENTO
La diferencia entre sabiduría y discernimiento radica en que la sabiduría es innata, o sea, forma parte de nuestra naturaleza, y se potencia por medio del conocimiento, capacitándonos para razonar y entender en la medida en que se va desarrollando nuestro intelecto, mientras que el discernimiento es una capacidad fuera de la inteligencia, que está asociada con la sabiduría del espíritu, para penetrar en lo escondido en las personas y poder descubrir el engaño, y muchas veces, las intenciones del corazón de las personas.
La sabiduría puede ser inducida o evolutiva. La sabiduría inducida es aquella que adquirimos por medio del estudio, potenciando el conocimiento o intelecto, la cual nos da la capacidad para entender y operar en muchas áreas del diario vivir, mientras que la sabiduría evolutiva se desarrolla a través del crecimiento, por lo que vivimos y aprendemos en nuestro entorno familiar y social, lo que nos va dando la madurez, para discernir entre el conocimiento del bien y del mal, de lo recto o incorrecto, de lo justo o lo injusto. Debo aclarar que también existe, paralelamente a la sabiduría humana, una sabiduría espiritual que es un don de Dios por medio del Espíritu Santo.
EL DON DE SABIDURIA Y DISCERNIMIENTO.
Un ejemplo de ello lo tenemos en el A. T., Dios le proporcionó al Rey Salomón esta sabiduría de lo alto, para establecer juicios justos en situaciones difíciles, como fue el caso de dos mujeres que reclamaban ser madres de un niño. El Espíritu iluminó al Rey para establecer un criterio que determinaría cuál de las dos mujeres era la verdadera madre (1 Reyes 3:3-15). Si esto ocurriera en nuestros tiempos, no necesitaríamos de una sabiduría espiritual, o de discernimiento, para saber quién era la madre, bastaría con una prueba de laboratorio, a través del ADN[1], para dictaminar quien de las dos es la verdadera madre.
En el N.T. Dios le proporciona a los cristianos faltos de sabiduría, un don Espiritual, el cual nos puede ayudar a establecer criterios difíciles en situaciones engañosas, y determinar, mediante el conocimiento de la Palabra y la revelación del Espíritu, lo que es cierto, de lo que es falso (Santiago 1:5).
LA IMPORTANCIA DE LOS DONES PARA SABER
En este análisis quiero penetrar en la deficiencia que tiene el pueblo de Dios para poder conocer, no sólo lo determinado en la Palabra revelada, sino en el propósito de Dios con el quehacer de la iglesia. Nunca antes en la historia del cristianismo hemos contemplado tantas desvirtuaciones, manipulaciones, distorsiona-miento y engaño como en nuestros tiempos. Nuestros púlpitos están plagados de mensajes disparatados, contrarios a la sana doctrina. Lo más triste y terrible es contemplar la ignorancia que prevalece en la gran mayoría de los cristianos, los cuales son incapaces de discernir y distinguir la verdad, de la mentira.
Dentro del mundo cristiano, cuanto más grande es la mentira, más seguidores tiene. Esto se debe a que tenemos una generación de cristianos modernos que carecen de discernimiento y sabiduría, como dice el profeta: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” Oseas 4:6.
Es inaceptable que con tantos recursos tecno-lógicos y facilidades investigativas, se proliferen tantos errores, lo que evidencia que por tener comezón de oír, son seducidos y engañados por falsos maestros que se amontonan para satisfacer sus propias concupiscencias (2 Timoteo 4:3) que usando técnicas manipulativas y de magia engañosa, seducen el corazón de los ingenuos (Romanos 16:18)
APRENDIENDO A USAR EL DISCERNIMIENTO
Vamos a definir en el presente libro que es el discernimiento espiritual. Esta palabra implica la capacidad de saber algo que aparentemente no se ve, o está escondido. Desde el punto de vista humano podemos llamarle “intuición”[2], o sospecha. Esto nos lleva a dudar de las expresiones, afirmaciones o comportamiento de ciertos individuos con los cuales tratamos. Hay un discernimiento natural, que nace por el estudio de la Palabra, que nos lleva a alcanzar madures espiritual (Hebreos 5:14), pero a veces podemos ser víctimas de engañadores con la astucia del diablo, y es ahí cuando el Espíritu nos pone en alerta.
Tristemente a la iglesia le ocurre lo mismo que le paso a Israel a lo largo de su historia, como dice Isaías 27:11: “Porque no es pueblo de discernimiento, por tanto, su Hacedor no le tendrá compasión, y su Creador no tendrá piedad de él”. Si no tenemos la capacidad de discernir, se nos hará difícil caminar sabiamente en obediencia a los mandatos de Dios en medio de un mundo dominado por la mentira.
¿QUÉ ES LA MADUREZ ESPIRITUAL?
La madurez espiritual es la que nos lleva a tener la capacidad de juzgar y discernir lo que se nos enseña. Es la evidencia de que somos espirituales, porque vemos más allá de la simple lógica humana o carnal (1 Corintios 2:14). Uno de los problemas de la iglesia en Corinto[3] es que vivían una vida carnal, impregnada de la cultura helénica[4]. Éstos no alcanzaron entender el concepto de unidad de cuerpo, porque unos afirmaban ser discípulos de Pedro, otros de Pablo y otros de Apolo, y los peores de todos eran lo que decían ser de Cristo, porque estos no se sujetaban a nadie (1 Corintios 1:12-13). Es por ello que Pablo los amonesta, y les llama a “discernir el cuerpo del Señor” (1 Corintios 11:29) para que entiendan el principio de la unidad, porque había una división interna, ya que cada cual iba por su lado, por no entender (discernir) el concepto de cuerpo, que estaba representado simbólicamente en el pan, el cual era repartido entre todos, que siendo una misma sustancia, que es Cristo, todos comían del mismo pan (cuerpo) que los unía.
LOS NUEVE DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Cuando somos bautizados por el Espíritu (llenos del Espíritu Santo) según 1 Corintios 12:3-11 se nos imparten nueve dones, los cuales se clasifican en tres grupos:
-Dones para obrar; como son Milagros, fe y sanidades.
-Dones para hablar; Lenguas, interpretación y profecía.
-Dones para saber; Ciencia, sabiduría y discernimiento.
Desde el punto de vista espiritual, el discernimiento es uno de los nueve dones dados por el Espíritu Santo (1 Corintios 12:10), y nos capacita para ver más allá de la apariencia externa, y establecer un juicio sobre aquello que se esconde en el quehacer o decir de una persona. Es la forma por la cual Dios nos revela lo escondido en algunos seres humanos, y está vinculado a la capacidad de “probar los espíritus” (1 Juan 4:1), por medio de lo cual, el Espíritu Santo nos muestra el interior de las personas respecto a las influencias que puedan tener de espíritus engañosos. Un caso ilustrativo de cómo opera este don lo tenemos en la experiencia del Apóstol Pablo al discernir el origen y naturaleza del espíritu que operaba en Elimas, y cuyo relato esta en Hechos 13:9-10:“Entonces Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando la mirada en él, dijo: «Tú, hijo del diablo, que estás lleno de todo engaño y fraude, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de torcer los caminos rectos del Señor?”.
Entre los nueve Dones del Espíritu, hay tres que nos ayudan a poder establecer un criterio recto, tanto de la Palabra de Dios, como de los mensajes que escuchamos y a descubrir el engaño. Estos tres dones son: sabiduría, discernimiento y ciencia pero el que más necesitamos hoy día, por reinar tanta apostasía, es el de discernimiento
Hemos hablado ampliamente de la sabiduría y el discernimiento, pero es bueno hacer una breve referencia al don de ciencia, el cual envuelve investigar, descubrir, indagar[5]. Cuando estudiamos la Palabra Dios, se nos puede revelar un sentido profundo de cierto conocimiento que se encuentra escondido dentro de algunas expresiones en el concepto de algunas palabras claves.
Es ahí cuando opera el don de ciencia, el cual produce una lucidez sobrehumana para ver las cosas del mundo según Dios. Es importante entender ciertas palabras claves dentro del contexto, las cuales pueden encerrar principios que a través del don de ciencia podemos profundizar y tener más lucidez, llevándonos a comprender mejor verdades básicas y vitales en la doctrina cristiana, o también entender el cumplimiento profético, preparando al pueblo de Dios para los acontecimientos que se avecinan. Es por ello que en el siguiente capítulo estaremos abordando y analizando algunas verdades absolutas, que tristemente se han vuelto relativas, para desarrollar nuestra capacidad de discernir estos tiempos de confusión y apostasía.
[1] – El ácido desoxirribonucleico, abreviado como ADN, es un ácido nucleico que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos y algunos virus, y es responsable de su transmisión hereditaria Clayton, Julie. (Ed.). 50 Years of DNA, Palgrave MacMillan Press, 2003. ISBN 978-1-4039-1479-8.
[2]– Según la Real Academia Española esta palabra se define como; conocimiento, comprensión o percepción inmediata de algo, sin la intervención de la razón.
[3] -Corinto (griego Κόρινθος, Kórinthos) es una ciudad del Peloponeso en Grecia, capital de la unidad periférica de Corintia
[4] -El término “helenismo”, en griego significa en sentido genérivo “imitación de la cultura griega” y, en sentido más estricto, “forma griega pura y correcta”, designa, a partir de Juan Gustavo Droysen, gran historiador (1808-1884). La cultura griega en Oriente está caracterizada por la fusión de elementos griegos con elementos orientales.
[5] – Una buena definición de ello es que; El don de ciencia es una participación de la ciencia de Dios-, que es una luz del Espíritu Santo que ilumina el alma para hacerla conocer las cosas humanas y dar sobre ellas un juicio exacto, en relación a Dios y en cuanto son ellas