Mario E. Fumero
En el mundo evangélico, muchos predicadores y evangelistas al ser famosos, se ponen el título de “el gran siervo de Jesucristo”. Esto refleja la falta de conocimiento que tienen del término siervo, y cometen un disparate gramatical. Al juntar dos palabras antagónicas, para referirse a una posición determinada, como es el ser un gran ministro del evangelio, cometemos un grave error doctrinal. ¿Dónde está el antagonismo? En que se juntan dos palabras contradictorias como: «ser grande» la cual es incompatible con «ser siervo», porque sí eres siervo, no puedes ser grande, y sí eres grande, no puedes ser siervo.
DEFINICIÓN DE SIERVO
Pero comencemos con el análisis bíblico. La palabra “siervo” en el sentido bíblico se desprende de esclavo. Ambas tienen el mismo sentido. ¿Pero que es un esclavo o siervo? La esclavitud es una institución social muy antigua, que justifica la servidumbre involuntaria de individuos, quienes son comprados o conquistados, y tienen que someterse absolutamente a su amo, convirtiéndose en su «propiedad»[1]. El término siervo se emplea, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), para nombrar al esclavo que se encuentra al servicio de un señor. En términos bíblicos es una rendición incondicional a alguien que tiene dominio sobre tu vida.
EL CONCEPTO DE SIERVO SEGUN LA BIBLIA
En el A.T. se le llama “siervos de Jehová” a todos los que reconocen y cumplen la voluntad de Dios. Un ejemplo de ello lo encontramos en Abraham (Salmo 105:5), Moisés (verso 6) David (Salmos 132.10) Isaías (Isaías 20:3) y todos los profetas que actuaron a lo largo del peregrinar de Israel por los diversos cautiverios[2].
En el N.T. se presentan dos reinos; el de Dios, y el de Satanás, y no hay punto medio (Mateo 6:24). O somos esclavos de uno, o quedamos en el dominio del otro, esto está claramente definido (Juan 8:44). Cuando vivimos en pecado, y no nos arrepentimos, somos esclavos del pecado, y Satanás tiene el señorío sobre nosotros (Juan 8:34). Cuando definimos el principio del Reino de Dios, establecemos que nos hemos liberado del reino de este mundo, cuyo príncipe y gobernador es Satanás (Juan 14:30 Efesios 2:2). De manera que ahora andamos en novedad de vida, y nos constituimos en “siervos de Jesucristo”.
Pero ¿Qué es un siervo en el sentido absoluto de la palabra bíblica, partiendo de su etimología? Pues alguien que no busca ser grande, ni vive para sí mismo. Alguien que debe hacer todo lo que su Señor le mande, sin protestar. No es un empleado, ni un asalariado (aunque reciba un sustento, porque el obrero es digno de su salario (1 Timoteo 5:18).
EL CONCEPTO CRISTOCÉNTRICO DE SIERVO
Es común escuchar el término “siervo de Dios” para referirse a un líder religioso, que ostenta una autoridad espiritual en la iglesia. Desglosando la terminología, tenemos que siervo proviene del latín “servus”, y hace referencia a aquel individuo que cree, practica y sigue una orden emanada de la Biblia, y a su vez, ejerce una autoridad bien definida hacia otros, por lo cual, siendo un siervo, ejerce una mayordomía.
Debemos diferenciar el servicio secular (como empleado de una empresa), y el servicio cristiano (dentro del reino de Dios que es la Iglesia). Jesús define las características del siervo en una parábola contenida en Lucas 17:7-10. En la misma relata el hecho de un siervo que está todo el día trabajando en el campo, apacentando el ganado, y al ponerse el sol, regresa a la casa de su amo. Todo el pasaje utiliza ese estilo tan peculiar del Maestro mediante el cual les hace preguntas a sus discípulos, y con una pregunta, contesta la otra. Es por ello que interroga a sus discípulos, y les inquiere que si al regresar el siervo, el amo lo invita a sentarse para comer con él, pues supuestamente viene cansado. Después, con la otra pregunta afirmó que el amo más bien le ordena ceñirse (o sea lavarle los pies) y servirle la cena, y esperar que termine de comer, para después comer él. Es curioso, pero en el verso 9 que hace una última pregunta, la cual encierra el secreto del servicio y servidumbre bajo el señorío; “¿Acaso da gracia al siervo porque hizo lo que se le había mandado?” Y responde; “pienso que no”, porque por lógica es que el siervo es uno llamado para servir, y siempre debe de estar dispuesto a hacerlo porque para eso fue comprado (1 Pedro 1:18, 1 Corintios 7:23). ¿Y qué título le da al siervo que había hecho todo lo que se le había mandado? El de “Siervo inútil”.
Aunque ante los ojos de Dios no hay ni siervo, ni libre, ni griego, ni judío, etc. (Efesios 6:8, Gálatas 3:28) esto no elimina el hecho de que como cristianos, somos llamados para servir todo el tiempo. La grandeza en el reino es servir a tiempo, y fuera de tiempo. No es cuando quiera, ni usando mi llamado o posición espiritual para esperar que los demás me sirvan, todo lo contrario, los ministros tienen un apostolado, que es, servir las 24 horas (2 Tesalonicenses 3:8).
NOTAS
[1]-Nuevo Diccionario de Teología, Sinclair B. Ferguson. Casa Bautista de Publicaciones1992
[2] – Comentarios de Moody del A.T. de Archer G. Editorial Portavoz, Gran Rapids, 1993.