Mario E. Fumero
Un elemento muy importante en la formación del carácter cristiano es la disciplina, pero tristemente muchos no entienden este término. Algunos creen que, al hablar de disciplina, hablamos solo de castigo, pero ¡No!, la disciplina va más allá del castigo. Pero definamos primero su etimología.
Esta palabra se deriva del latín «discipulus», que significa discípulo, y hace alusión a una persona que recibe una enseñanza de otro. En un principio este vocablo nos enlaza con una relación autoridad-subordinación, en la que una persona dirige y ordena a otra para que se someta y obedezca, con el fin de formarle el carácter. Pero en el sentido griego tiene otra connotación más amplia, y este fue el idioma en que se escribió el N.T. En griego es «paideia» (παιδεία, ας, ἡ) que significa: castigo, disciplina, instituir, la crianza de un niño, formación[1]. El sentido que le demos a «paideia» dependerá del texto y el contexto, por ejemplo: En 2 Timoteo 3:16[2] se usa para indicar «corrección» en relación al estudio de la Palabra, pero en Hebreos 12:5,7[3] se usa el término «paideia» para hablar de disciplina, y parece indicar el uso del castigo o prueba para enseñarle a las personas lo que es correcto. En Efesios 6:4[4] se hace referencia a la enseñanza y el orden que produce la educación, sin el uso de la violencia, y mediante un proceso de amonestación.
El término «disciplina» tiene varias formas de enfocarse, puede usarse para enseñanza, castigo, sometimiento, formación etc. Cuando somos formados en un discipulado, se debe seguir un proceso para moldear el carácter, (o el ego). El proceso de formación tiene cuatro pasos según Tito 2:15:
1- HABLA: Esto equivale a enseñar, porque sobre la enseñanza después viene el mandato. Para ordenar hay que formar y educar, porque la conciencia se forma mediante el conocimiento, de manera que, si no hay ley o conciencia del hecho, no hay culpa, aunque no hay excusa porque todo es revelado por medio de la ley natural (2 Timoteo 3:16).
2- EXHORTA: Esto es remarcar lo enseñado, motivando y animando al interlocutor a poner en práctica lo aprendido (Romano 12:8, 2 Timoteo 4:2).
3- REPRENDE: Llama la atención fuertemente, amonesta y advierte que puede haber un castigo o disciplina (Tito 1:13), cuando hay conciencia de hecho. Se puede regañar en privado, o en casos especiales delante de los demás hermanos (1 Timoteo 5:20).
4- DICIPLINA: Aquí se emplea en el sentido de aplicar un castigo moral, como es quitarle algún privilegio, o prohibirle algo que le gusta, pero esto se debe hacer después de una y otra amonestación (Hebreos 12:5,11).
Toda enseñanza debe estar basada en estos tres elementos básicos antes de aplicar el cuarto, que sería el castigo, pero este es el último recurso cuando no aceptan la amonestación En tal caso se requiere actuar fuerte, con disciplina (2 Tesalonicenses 3:14), la cual debe tener un propósito correctivo, pues con ella tratamos de encausar nuestras acciones dentro de ciertos valores y principios bien definidos. Por ejemplo, en el ejército se somete al recluta a una fuerte disciplina para enseñarle dos cosas importantes en su sobrevivencia:
1- Que, para vivir en equipo, y sobrevivir en el combate, debe sujetarse a las órdenes del superior.
2- Que debe aprender el orden y el respeto a la autoridad, mediante el sometimiento de su «yo».
Cuando un recluta no sigue las normas establecidas, se le aplica un castigo. El castigo tiene como propósito moldear el carácter. En la formación de los hijos tenemos que aplicar enseñanza, hablándole de los principios del gobierno familiar, y en caso de no obedecer, tenemos que aplicar el castigo que puede ser físico o moral, dependiendo de la edad. Por medio del castigo se aprende el temor[5], porque toda acción trae una reacción o consecuencia.
¿Que produce el castigo? Temor. ¿Y que es temor? Es tener conciencia de que, al desobedecer las normas y leyes establecidas, habrá consecuencias negativas. En otras palabras, más sencillas, toda violación a las leyes morales, físicas o de salud, nos van a pasar factura tarde o temprano.
De manera que, para poder formar el carácter, tenemos que ejercer la disciplina mediante la enseñanza y la corrección, solo así aprenderemos a ser perfectos.
NOTAS
[1] – Tomado de la Concordancia Strong 3809
[2] – «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,»
[3] -(5) «y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;» (7) «Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?»
[4]– » Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor».
[5] – Es el principio de la sabiduría (Proverbios 1:7, 9:10). Opera como un freno que nos detiene para no hacer lo malo, o poner en peligro nuestras vidas.