Mario E. Fumero
No cabe duda que el presidente de la república de El Salvador Nayib Bukele ha puesto orden en el caos que existía en relación al dominio de las pandillas que controlan amplios sectores del país. Informes fidedignos de personas que han viajado a ese país afirman que el pueblo se siente más seguro que nunca, pero esa seguridad se enfrentó a un gran problema, el originado por los defensores de los derechos humanos, que tienden a proteger tanto al delincuente que anulan el sentido correcto de lo que la justicia.
Hay una ley física irrefutable, toda causa tiene un efecto, y mientras no eliminemos la causa, nunca terminará el efecto. El problema por el cual los grupos antisociales se han adueñado de colonias y barrios es porque no tienen temor a la justicia, porque cuando la justicia se envuelve de muchos derechos, se anula su sentido de inducir el temor como consecuencia de sus acciones, y automáticamente, al destruirse el temor, el caos reina.
¿Qué es el temor? Es el miedo a violar cierta ley que puede traerme ciertos daños. Ejemplo; si voy conduciendo y no tomó precaución obedeciendo las normas de tránsito, y excedo una curva a mucha velocidad, tendré un accidente y podría matarme. Si me encuentro una serpiente en el camino, no la voy a coger porque el instinto de conservación me llevará a huir, produciéndose temor.
El temor opera como un freno para detenernos ante el peligro, o para evitar violar leyes de las cuales soy consciente y si no las acato, podre sufrir consecuencias. La justicia con sus leyes tiende a infundir temor por el castigo que acarrea la desobediencia, pero cuando la misma se envuelve de derechos y protección, y no se ejecuta a cabalidad, irreversiblemente reinará la impunidad, y el mal dominará sobre el bien.
Los argumentos de Bukele para defender su lucha contra las maras frente al ataque de los organismos de DERECHOS HUMANOS se fundamentó en que los ciudadanos, que son la mayoría, tienen el derecho de vivir en paz, por lo tanto, hay que sacar de las calles a todo aquellos que siembran la inseguridad, la muerte y la extorsión.
La paz social tiene un precio, igualmente la justicia tiene un alto costo, y el derecho termina cuando las leyes se violan. Bajo esta óptica, cualquier estado debe imponer las leyes y la justicia sobre los derechos individuales, principalmente cuando estos derechos individuales atentan contra los derechos de otros, ya sea usando incorrectamente la violencia, el robo, el asesinato o la extorción. Todas las normas de la convivencia y la paz social deben ser prioridad en cualquier gobierno.
Sólo con una mano fuerte y firmes en la ley podemos eliminar la impunidad, no solo de las maras, sino también de los de cuello blanco porque gran parte de la corrupción imperante en los países latinoamericanos también tiene que ver con muchos políticos que desde el poder ejercen y destruyen la economía del país dando lugar a la corrupción.
Si actuamos correctamente podremos vivir en una atmósfera de tranquilidad, como la que actualmente tiene la República de El Salvador, lo cual que es un referente o modelo para aquellos gobiernos que enfrentan situaciones similares a la que esta pequeña nación ha vivido en el pasado.
Espero que el esfuerzo del actual gobierno por frenar la criminalidad, las pandillas, la extorsión y el narcotráfico tomen el ejemplo del país vecino para comenzar a desarrollar una estrategia que pueda reducir la extorsión, la criminalidad y la pobreza, así como el control de las pandillas que controlan barrios y ciudades, y frenar la terrible impunidad que vive el país, lo cual refleja que nuestro sistema judicial y policial no funciona, porque leyes tenemos, pero voluntad falta.
Eclesiastés 8:11
11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.