Muchos no son salvos, aunque hayan llegado a creer.
«Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan». (Stg 2:19) Santiago está mostrando la diferencia entre el acuerdo mental y una genuina fe salvadora.
Satanás y sus demonios saben más que nosotros sobre el asombroso poder de Dios. Vieron a Jesucristo venir a la tierra, vivir como un hombre y luego ser crucificado (Mateo 20:28). Temblaron de horror cuando el Hombre-Dios se levantó de entre los muertos y salió de la tumba (1 Corintios 15:3-8). Lo vieron ascender de nuevo al cielo, y saben que Jesús es el Hijo de Dios (Marcos 1:24). Los demonios creen que todo esto es cierto, aunque su condena es segura. La única evidencia de salvación es la transformación de vidas.
La fe sin un resultado piadoso es inútil (Santiago 2:20). El tipo de «fe» de los demonios hace que tengan miedo de su destino final. El tipo de fe que nos salva, nos da una humilde confianza en nuestra salvación, y nos cambia, produciendo acciones piadosas.
La mera aceptación de los hechos históricos y teológicos sobre Jesús no salvará a una persona. La fe salvadora da como resultado una nueva creación, que produce buenas obras.
Desafortunadamente, muchas personas no se dan cuenta de que lo que llaman «fe» no es más que el mismo acuerdo mental que poseen los demonios.
Simplemente creyeron, pero nunca se arrepintieron. La verdadera conversión es renunciar a todo lo que tenemos, es lo mismo que “estimar las cosas como pérdida.” (Lc 14:13) Con el fin de poseer el tesoro del reino. Todo es pérdida con el fin de ganar a Cristo (Mateo 13:44).