Mario E. Fumero
Hay una pregunta que no le encuentro respuesta, y es mi mayor decepción con el cristianismo moderno, ¿Cómo es posible que la ideología del género, el aborto, la inmoralidad y drogadicción, así como gobiernos corruptos, predomine en países llamados “cristianos”, más que en otros países que no lo son? Busco por todos los medios encontrar una respuesta coherente de acuerdo a mi fe, pero solo llegó a una conclusión, “nuestro cristianismo es solo una religión que no ha encontrado la profundidad de lo que es una experiencia personal con Dios, lo cual genera en los convertidos un cambio radical de vida y de actitud mental”[1].
EL PODER DE LA IGLESIA PRIMITIVA
Quizás muchos aleguen que, históricamente, los cristianos primitivos no combatieron la corrupción del imperio romano, pero ellos no tuvieron otra opción, pues no había derechos, su testimonio y su fe firme para enfrentarse a la persecución por sus creencias, y no adorar a más Kyrios[2] que a Jesús. Lentamente su fe inquebrantable fue debilitando al imperio romano. Ellos morían por lo que creían. La iglesia primitiva, en los primeros 300 años no tenía recursos para expresarse, ni libertad para ejercer el voto, ni como publicar sus pensamientos, ni contaban con los recursos tecnológicos que nosotros tenemos para trasmitir la verdad del evangelio, solo tenía un arma, su testimonio de fe frente a la muerte, siendo sus esquemas de valores eran completamente diferente a los imperantes en el imperio romano.
¿SOMOS INFLUENCIA HOY DÍA?
Si la iglesia primitiva existiera en nuestros tiempos, y tuvieran la libertad que nosotros tenemos para expresarse y votar libremente ¿creen ustedes que se quedarían callados ante tanta corrupción imperante, la cual se impone por la fuerza? Si nuestro cristianismo fuera vivo y eficaz ¿No tendríamos el poder de cambiar muchas cosas que hoy dominan, y evitar que se nos impongan los antivalores como norma de conducta? Lo triste de nuestro tiempo es que el testimonio de la mayoría de los cristianos no es coherente con la proclama del evangelio. Falta coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos. Si sumado a esto, la indiferencia de los cristianos frente a la realidad social de su entorno, y la actitud de una iglesia, que, siendo mayoría, se encierra en sí misma, adaptándose al mundo, descubrimos que no tiene poder social para frenar la imposición de antivalores, lo que reflejaba que hemos perdido credibilidad, aunque hemos alcanzado bienestar. Es inaceptable que, en un barrio, donde hay más de diez iglesias, la delincuencia domine, lo que evidencia que la iglesia moderna, ni es sal, ni es luz del mundo.
[1]-1 Corintios 2:16 “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
[2]– En el sentido más absoluto del Imperio Romano, cuando se refería al CÉSAR, le llamaban Kyrios, que se entiende como “Señor poderoso”.