LA FABULA DE NARCISO Y SU IMPLICACIÓN EN LA ACTUALIDAD.

Mario E. Fumero

En nuestro mundo e iglesias estamos plagados de personas que padecen de una terrible enfermedad, se llama “egocentrismo”. ¿Pero, qué es egocentrismo? El hecho de creerme que soy el centro de todas las cosas, dándole importancia a los primeros puestos, al reconocimiento, al título, y a la pleitesía y alabanza de los demás. Es sentirme superior a todos los que me rodean.

Esta actitud nace del egoísmo, y engendra una enfermedad psiquiátrica llamada “narcisismo”. Jesús la atacó frontalmente este problema cuando vino la tierra para ayudarnos a vencer esa tendencia, que apareció con Adán y Eva, los cuales al pecar al comenzar a verse ellos mismos, y dejaron de ver a Dios.

El mensaje de Cristo fue claro contra el egoísmo y el narcisismo. Él afirmó que como condición número uno para poder ser su discípulo y, por ende, ser cristiano, l debía aceptar sus tres demandas imperativas, que se encuentra en Mateo 16:24 que dicen; “Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo (quita tu yo), y tome su cruz (estas dispuesto a sufrir), y sígame (obedecerme)”.

Así que, el verdadero cristianismo consiste en despojarnos del “yo” para no permitir que Narciso viva en mi vida. Para ello debo poner a Jesucristo como centro de todas las cosas, por lo cual, todo lo que tengo y soy le pertenece a él. Es por ello que, cuando vemos a una persona que permanentemente está usando su “yo” en flor de todo lo que hace y dice, y se exalta por lo que hace, nos encontramos frente a un egocéntrico que puede convertirse en narcisista. Pero transcribo a ustedes la historia de ¿quién fue Narciso? La cual procede de la mitología griega. Veamos porqué se cataloga al narcisista como una persona enferma.

“Narciso era un joven conocido por su esplendorosa belleza, todas las mujeres lo deseaban, pero Narciso no creía que ninguna de ellas fuera lo suficientemente hermosa para él. Desde muy pequeño tenía prohibido buscar el reflejo de su propia imagen, ya que, al nacer Narciso, el adivino Tiresias le había advertido a su madre la ninfa Liriope, que verse él mismo reflejado, supondría su perdición.

Entre las jóvenes que amaban a Narciso se encontraba la ninfa Eco, una ninfa habladora y alegre que con su don para hablar, entretenía y maravillaba a la esposa de Zeus. Mientras Eco entretenía a Hera, la esposa de Zeus, éste pasaba el tiempo con otras mujeres. Al enterarse Hera de lo que hacía su esposo con la complicidad de Eco, condenó a la ninfa a no poder hablar, solo podría repetir las últimas palabras de las frases que escuchaba.

Cierto día, mientras Narciso paseaba por los bosques descubrió que la ninfa Eco le seguía. Narciso comenzó a hablarle, pero ella ya solo podía repetir las últimas palabras que Narciso pronunciaba, lo que le dio pie a Narciso para burlarse de ella y la rechazó, por lo cual Eco, rota por la pena, se retiró a una cueva cercana, donde murió desolada.

Y para castigar a Narciso por sus acciones, Némesis, diosa de la venganza, provocó que Narciso en uno de sus paseos por el bosque desfalleciera de sed; así que Narciso tuvo que acudir a un río cercano a beber. En el reflejo del agua se observó como el joven más bello que jamás hubiese imaginado. Narciso quedó absolutamente cegado por su propia belleza, tanto que, al intentar tocarla, se cumplió el vaticinio mortal de Tiresias, y Narciso cayó al agua falleciendo ahogado. En su lugar, surgió una de las flores más bellas a la que llamaron en su honor «Narciso». De aquí también surge el término «narcisismo» que no es otra cosa que la admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma o vanidad basada en la imagen propia. Tomado de la red”

Todos los seres humanos llevan dentro a un pequeño Narciso, que se puede alimentarse de los halagos y la vanagloria del mundo. Es por ello, que para evitar que Narciso florezca en nosotros, debemos sojuzgar nuestro ego a la soberanía del Señor, y aprender de él, que nos enseñó a ser “manso u humilde de corazón” como dice Mateo 11:29.

No hay nada más terrible que convivir con personas que padezcan de esta enfermedad, porque tanto los egocéntricos como los narcisistas, afectan a los que le rodean, para poder exaltarse a sí mismo. Cuando identifique a un narcisista o egocéntrico, los cuales se caracterizan por poner siempre su yo por delante del servicio a los demás, húyeles, y si es un religioso ,aléjate, y si fuera político, escóndete, porque en su deseo de ser, terminará destruyendo a los que no son.

marioeduardofumero@gmail.com

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