La Zanahoria, el huevo y el café Ayer domingo escuche predicar a una persona muy especial, y dio un conclusión muy poco usual, pero que me encanto oírle contar una anécdota que contiene una gran enseñanza.

Resulta que una madre que estaba pasando una situación muy dura en su casa con su hija se quejaba mucho de ello, y para darle una lección decidió hacer  el siguiente experimento: Coloco en tres hornillas res hoyas con tres objetos. En una coloco una zanahoria y la puso a hervir en una olla con agua. En otra olla coloco la misma cantidad de agua y puso un huevo a hervir, y en la otra con iguales condiciones, coloco unos granos de café. Al cabo de 30 minutos saco los tres elementos y los presento en platos similares los primeros dos, y el café lo puso en una taza. Cuando su hija  llego, le pidió que observara los tres objetos y le dijera que miraba en es ellos, a lo que la hija le dijo; Veo una zanahoria cocida que esta blanda, un huevo cocido que sin cascara se volvió duro, y el café negro y aromático. Entonces procedió a explicarle que eso era lo que nos hacia diferentes a todos. Que los alimentos habían sido sometidos a la misma situación, pero cada uno había reaccionado de forma diferente. La zanahoria que antes era dura se volvió blanda y aguada, sin embargo el huevo, antes frágil, se volvió duro, en cambio el café se mezclo con el agua y se hizo más bien agradable y aromatico. Entonces tomando estas tres comparaciones, le explico a su hija que muchos ante las pruebas nos volvemos blandos e inseguros como la zanahoria, otros, como el huevo, nos volvemos duros de corazón, pero un grupo especial de personas decidimos ser como el café, nos hacemos fragantes ante las situaciones adversas de la vida, y sacamos de una prueba, una manera positiva de lidiar con el problema.

¿Cómo debemos reaccionar frente a la adversidad?

¿Qué decides ser tu hoy?

1Pedro 4:13-19 “sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.  Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.   Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno;  pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?   Y:  Si el justo con dificultad se salva,  ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?^(B)   De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.