¿EL MAL REFUTA LA EXISTENCIA DE DIOS?

refutar el malWill Graham

“Dios no existe porque hay tantas enfermedades, guerras, sufrimiento, catástrofes naturales y dolor en el mundo. Tanto mal no es compatible con la existencia de Dios”. Quiero analizar este argumento cuidadosamente y ofreceros algunas formas de contestarlo en términos sencillos.

Si te encanta hablar del Señor y defender la fe, seguramente habrás escuchado muchos argumentos contra la existencia de Dios. Cosas como “La ciencia ha probado la inexistencia de Dios” o “La fe es peligrosa y hay que erradicarla de la sociedad” o “La religión es para tontos y promueve una ética de esclavos” etc. ¿Cierto? ¿O sólo me pasa a mí? Sin embargo, el argumento de argumentos, el argumento con ‘A’ mayúscula, vamos, el Hulk de los argumentos en nuestros días es el argumento a partir de la existencia del mal. “Dios no existe porque hay tantas enfermedades, guerras, sufrimiento, catástrofes naturales y dolor en el mundo. Tanto mal no es compatible con la existencia de Dios”. Hermanos y hermanas, si tuviera un euro por cada vez que alguien ha citado una versión de este argumento para justificar su falta de fe, sería el pelirrojo más adinerado de España y podría invitaros a todos a tomar unos caracoles conmigo en Córdoba. Pero como no tengo tanta pasta (menos mal, no puedo con los caracoles), lo que quiero hacer ahora es analizar este ‘súper argumento’ cuidadosamente y ofreceros algunas formas de contestarlo en términos sencillos. Muchas veces nos tragamos las presuposiciones de los ateos sin detenernos para ver si de verdad sus argumentos tienen peso académico. Espero que el estudio de hoy sea de bendición para vosotros y vuestros interlocutores agnósticos/ ateos. Vamos a dividir este artículo en cuatro partes:

1) una breve recorrida histórica del argumento;

2) un análisis cuidadoso de sus premisas; 3) una explicación de sus conceptos centrales; y

4) algunas maneras de contestar la objeción con eficacia.

01.- RECORRIDA HISTÓRICA Históricamente podemos reconocer que este argumento es bastante nuevo en la tradición intelectual del Occidente. Desde los días de Platón en adelante, siempre se había observado la existencia del mal en el mundo; pero el mal sólo se convirtió en un argumento contra la existencia de Dios a partir del siglo XVII, es decir, los inicios de la Edad Moderna o, en términos más técnicos, la Ilustración. Pero, ¿por qué? La respuesta tiene que ver con la nueva cosmovisión que surgió en el mundo nor-atlántico de aquel entonces. En vez de ver a Dios como el centro de todo (como en la Edad Media, la Reforma y la Contra-Reforma), el Occidente empezó a creer que la capacidad racional del hombre era la medida de todas las cosas. El Jesús de la Biblia fue pisoteado por el sagrado racionalismo y el Espíritu Santo fue echado fuera en el nombre de la naturaleza. En suma, la revelación de Dios fue rechazada y abiertamente denunciada. Poco a poco el hombre europeo empezó a ocupar el lugar que antes había correspondido únicamente a Dios. Este cambio de eje intelectual hizo surgir la pregunta: “Si hay un Dios, ¿por qué tiene que sufrir tanto el hombre?” Nació como protesta egoísta de parte de seres humanos auto-glorificados que creían erróneamente que el Todopoderoso les debía algo. Esto nos ayuda a apreciar que cuando alguien usa el argumento hoy, tiende a presuponer que Dios –de alguna u otra forma- esté en su deuda. Y todos sabemos que no es así. Dios no nos debe nada.

02.- ANALIZANDO EL ARGUMENTO El bosquejo lógico del argumento ateo tiende a seguir el siguiente patrón:

Premisa #1: Dios es omnipotente.

Premisa #2: Dios es bueno.

Premisa #3: Existe mal en el mundo. Conclusión: Dios no existe. Los ateos suelen recordarnos que estas tres premisas no son coherentes. La única conclusión viable es que Dios no existe y punto. No obstante, si volvemos a leer las premisas, vemos que no hay ningún tipo de contradicción (por lo menos a nivel filosófico). Para que estas tres premisas fuesen verdaderamente contradictorias, tendríamos que añadir otra premisa como:

Premisa #4: Un Dios omnipotente y bueno nunca permitiría la existencia del mal. Pero claro, los cristianos no defendemos la cuarta premisa. Podríamos preguntar a nuestros amigos ateos: “¿Por qué Dios no podría permitir el mal? ¿Dime por qué no? ¿Cómo sabes que Dios no podría tener una razón para permitir el mal que hay?” La Biblia está repleta de ejemplos donde Dios permite que el mal forme parte de su plan (José en Egipto, la deportación a Babilonia, la crucifixión del Hijo de Dios, etc.).

03.- ENTENDIENDO LOS CONCEPTOS Puesto que el argumento a partir del mal no es lógicamente contradictorio, el problema tiende a residir en cómo entendemos los conceptos clave del argumento, a saber, ‘omnipotente’ (premisa 1), ‘bueno’ (premisa 2) y ‘mal’ (premisa 3). Primero, ‘omnipotente’. Hay que entender que el concepto de omnipotencia no quiere decir que Dios puede hacer absolutamente todo. Eso se trata de un entendimiento superficial del vocablo. Hay cosas que Dios no puede hacer. ¿Cómo cuales? Bueno, no puede no existir. No puede ser no-Dios, etc. Según Ronald Nash, “Muchas personas de gran formación en la fe cristiana siempre han reconocido que hay muchas cosas que un ser omnipotente no puede hacer”.1

La Biblia nos recalca que Dios no puede mentir, no puede cambiar, no puede negarse a sí mismo. Si Dios decide dar libre albedrío a una de sus criaturas, no puede negárselo a la vez. No puede hacer cosas contradictorias. Por lo tanto, si Dios decide crear un universo y conceder el don de vida a los seres humanos, habrá consecuencias si sus criaturas abusan de su libertad (maldición, dolor, castigo, sufrimiento, etc.) Consiguientemente, la omnipotencia de Dios no contradice la existencia del mal en el mundo. Segundo, ‘bueno’. El adjetivo ‘bueno’ también causa problemas. ‘Bueno’ no significa que Dios sonríe veinte cuatro horas al día y que siempre quiere besarnos y reglarnos chuches. La bondad de Dios exige que castigue a los malvados y que actúe con justicia. El amor de la Biblia no es un amor afeminado y descafeinado sino se trata de un fuego celoso y consumador.

El amor de Dios hacia nosotros conlleva disciplina. Y aquí el sufrimiento tiene un papel importante que desempeñar también. El dolor y el mal, muchas veces, nos llevan de vuelta a Dios. En palabras de C.S. Lewis, “Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: es su megáfono para despertar a un mundo sordo”.2 De nuevo, la bondad de Dios no contradice la existencia del mal en el mundo. Tercero, ‘mal’. Ahora bien, ¿qué entienden los ateos a la hora de apelar al ‘mal’? Si creen que el mal existe entonces tienen que creer que el bien existe. Y si creen que el bien y el mal existen, creen en la existencia de una ley moral. Y si creen en una ley moral, es necesaria la existencia de un Dador de dicha ley, a saber, Dios. Pero si Dios no existe, la ley moral tampoco existe. Y si la ley moral no existe, el bien y el mal tampoco existen. Y si el mal no existe, entonces, el ateo ha perdido la tercera premisa de su argumento. Se derrota a sí mismo. Irónicamente, el ateo necesita apelar a la existencia de un Legislador moral –es decir, Dios- con el fin de que su argumento sea coherente.3

04.- OTRAS POSIBLES RESPUESTAS AL ARGUMENTO Ahora que hemos visto que el argumento a partir del mal no es lógicamente coherente; aquí tenemos algunas observaciones que podríamos añadir: Primera, dar la vuelta al argumento ateo a nivel filosófico. Si alguien te dice, “Un Dios bueno y omnipotente no existe porque hay tanto mal en el mundo” simplemente podrías contestarle diciendo, “Un Dios bueno y omnipotente sí existe porque hay tanto bien el mundo”. Es la misma lógica. Segunda, explicar que el mal que hay en el mundo se debe a la caída del ser humano.

El hombre moderno dice que Dios es el culpable de todo mientras que la Biblia revela que los culpables somos nosotros. Tercera, proclamar que Dios hará justicia cuando venga su Reino. El mal será destruido y los malvados serán juzgados. Vemos cómo el mal triunfa en el mundo de hoy, pero esto no quiere decir que las cosas serán así para siempre. En palabras de Michael Ots, “La Biblia nos da la esperanza de que, aunque ahora sufrimos, ese no tiene por qué ser el final de la historia”.4 Cuarta, ofrecer esperanza demostrando cómo Cristo y los primeros discípulos estuvieron sostenidos por Dios en medio de un sinfín de tribulaciones y dificultades.

El Señor nos da gozo y paz aun cuando pasamos por la tormenta y nos ayuda a madurar en la fe mediante dichas pruebas. El sufrimiento nos enseña que somos frágiles, mortales y que necesitamos depender de Dios. En ese sentido, es una bendición. Quinta, ligada a la cuarta observación, enseñar que Dios sabe lo que es el dolor. Cristo sufrió en carne propia. El Padre sufrió la muerte de su Hijo y el Hijo sufrió el abandono del Padre. Dios, a pesar de ser omnipotente y bueno, no es ajeno al dolor. Un Dios así nos consuela porque nos entiende y nos abraza.

 

1 NASH, Ronald, “El problema del mal” en: VARIOS AUTORES, Básicos Andamio: Desafíos filosóficas y culturales a la fe cristiana (Andamio: Barcelona, 2013), p. 27.

2 LEWIS, C.S., El problema del dolor (Rialp: Madrid, 9ª edición 2010), p. 97.

3 McGRATH, Alister, Mere Apologetics (Baker Books: Grand Rapids, 2012), p. 163.

4 OTS, Michael, ¿Qué tipo de Dios? (Andamio: Barcelona, 2014), p. 39.
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/34329/El_mal_refuta_la_existencia_de_Dios

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Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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4 Responses to ¿EL MAL REFUTA LA EXISTENCIA DE DIOS?

  1. Avatar de Noemí Noemí dice:

    Muy buen artículo. Bendiciones

  2. Avatar de Pamc Pamc Pamc Pamc dice:

    Muchas gracias,DIOS los bendiga.

  3. Avatar de Ileana Ileana dice:

    Muy bueno, muy completo.

  4. Avatar de MANU MANU dice:

    ¿Por qué Dios hizo eso?
    Hay muchas preguntas acerca de la relación entre Dios y Satanás, la mayoría de las cuales provienen de personas que quieren saber cómo es que Dios puede tolerar a Satanás ante Su presencia, y en lo que yo pueda decir, la Biblia no nos brinda ninguna explicación para ello. Todo lo que sabemos es que Satanás se presenta regularmente ante el Señor para acusarnos y continuará haciéndolo hasta que finalmente sea expulsado del Cielo al inicio de la Gran Tribulación (Apocalipsis 12:10-11).

    Preguntas como la anterior son motivadas por simple curiosidad y son entendibles. Para nosotros eso es un misterio, y siempre queremos resolver los misterios. Pero recientemente también he empezado a recibir algunas preguntas que claramente son generadas por frustración y aún por ira. Todas estas preguntas apuntan a toda la muerte y destrucción por las que Satanás es responsable, agregándoles los incontables millones de personas que se han perdido por causa de él. Estas personas preguntan, “¿Por qué Dios simplemente no lo destruyó cuando se rebeló y así salvó a la humanidad de tanto sufrimiento?”

    Otras personas preguntan ¿por qué Dios creó a Satanás en primer lugar, conociendo que se convertiría en maldad? Podría habernos librado de mucho dolor y penalidades si no lo hubiera hecho.

    Para mí este tipo de preguntas es un ejemplo del barro cuestionando al alfarero, como si estas personas están enojadas con Dios por haberle permitido a esa clase de adversario permanecer en nuestras vidas cuando fácilmente pudo haberse deshecho de él. Eso implica que Dios nos hace sufrir innecesariamente, lo cual sabemos que es contrario a Su carácter. Pero antes de entrar en una posible contestación (sobre la cual nadie de seguro sabe la respuesta) repasemos los antecedentes que se nos han dado acerca de nuestro viejo enemigo.

    Cómo has caído del cielo, oh Lucifer

    Nuestro primer vistazo de Satanás fue cuando se apareció en el Paraíso en la forma de una “serpiente” (encantador en hebreo) para engañar a nuestros padres originales. Pero de Isaías 14:12-20 y Ezequiel 28:11-19 podemos reconstruir un perfil de su origen, caída y destino.

    El nombre Lucifer (lucero de la mañana –NVI – o Lucero, hijo de la mañana – VRV 1960) viene de Isaías 14:12. Es una palabra en latín traducida “Lucifer” en la vulgata latina, que significa el reluciente, tomada de la frase helel ben shakar en la versión hebrea de este versículo. Helel en hebreo tiene mismo significado que en latín, y proviene de la raíz que significa jactancioso, y ben shakar significa hijo de la mañana. Algunas veces de manera incorrecta se le traduce como estrella de la mañana, que es un título realmente reservado para Jesús (Apocalipsis 22:16). Más comúnmente se le conoce como Satanás, de una palabra hebrea que significa adversario.

    Ezequiel 28:12-14 indica que él es un ser creado, “el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura” y ungido (elegido) como el querubín grande y protector del monte santo de Dios. Combinando los pasajes de Ezequiel y de Isaías podemos deducir que él era el principal de la congregación de seres angelicales, a cargo de guiarlos en la adoración al Todopoderoso, y jefe guardián de Su Trono.

    La parte “presuntuosa” de su nombre llegó a ser cuando se halló maldad en él (Ezequiel 28:15). Excesivamente orgulloso de su belleza y sabiduría, se rebeló en contra de Dios y pronunció sus infames cinco “Yo haré, seré.”

    “[Yo] Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, [Yo] levantaré mi trono, y en el monte del testimonio [Yo] me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes [Yo] subiré, y [Yo] seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14).

    Él pudo convencer a un tercio del ejército celestial de unírsele (Apocalipsis 12:4) y organizó una rebelión sin éxito en contra de Dios. En su subsiguiente juicio él perdió la más alta posición de la jerarquía angelical y su destino final fue así determinado (Ezequiel 28:16) a pesar de que por motivos no revelados a nosotros, la ejecución de su sentencia ha sido atrasada hasta el final de la era. Mientras tanto, a pesar de que está claramente identificado como el adversario de Dios, aún es tratado como un dignatario por el ejército celestial.

    “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda” (Judas 9).

    Así es como todo empezó

    A pesar de que nadie lo sabe de seguro, siempre me ha gustado la opinión de Hal Lindsey. En uno de sus libros (no recuerdo cual) Hal especuló que en su juicio Satanás le lanzó dos acusaciones a Dios con lo cual se inició todo: “Tú no eres justo y no tienes amor.” Por supuesto que Dios sabía que eso iba a suceder, y según Hal Él estaba preparado con una respuesta en cuatro partes para esta acusación.

    1. Él creó al hombre, un ser vastamente inferior a los ángeles pero compartiendo con ellos las propiedades del intelecto, agencia (poder de elección) y vida eterna, y le dio el dominio sobre el Planeta Tierra.

    2. Él le dio a las personas un juego de reglas con las que debían vivir, y ordenó que la obediencia a estas era un requisito para la vida. Cualquier violación de estas reglas (pecado), aun solamente aquellos cometidos con la mente, serían castigados con la muerte. No había ningún vacío legal, nadie podría escapar del juicio. Justicia perfecta.

    3. Después Él envió a Su Hijo para vivir una vida en total obediencia a estas reglas, la única persona que pudo hacerlo jamás, otorgándole el derecho de gobernar el universo y recibirlo en todo lo que vale como Su herencia.

    4. Finalmente, Él ofreció la vida de Su Hijo para comprar un perdón para todos los pecados de la humanidad, decretando que solamente por aceptar Su muerte como pago de nuestros pecados, nosotros podríamos vivir en la presencia de Dios para siempre y compartir de esa herencia como Sus hijos adoptivos. Amor perfecto.

    La reacción de Satanás fue robar de inmediato el control del Planeta Tierra al engañar a Adán y Eva a que creyeran que serían “como Dios” (Génesis 3:5). Este engaño hizo que ellos desobedecieran el único mandamiento que Dios les había dado y por eso es que Satanás se hizo el dios de este siglo (2 Corintios 4:4), y el príncipe de este mundo (Juan 12:31, 14:30, 16:11), haciendo que todo el mundo esté bajo su control (1 Juan 5:19).

    Esto fue confirmado durante la tentación en el desierto cuando, en un intento de torcer el plan de Dios de salvar a la humanidad, Satanás le ofreció a Jesús los reinos de la tierra si Jesús lo adoraba en vez de obedecer a Dios.

    “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos” (Lucas 4:5-7).

    Jesús no discutió la declaración de Satanás, ya que la habría expuesto como falsa, sino que rehusó desobedecer a Dios.

    Pero el engañador se había engañado a sí mismo. Demasiado orgulloso para disculparse con Dios, él cree que lo puede derrotar (otro tonto alarde), a pesar de que su propia derrota fue claramente determinada en la cruz (Colosenses 2:15). Mientras que en la actualidad la Iglesia frena su autoridad sobre la tierra (1 Tesalonicenses 2:5), después que nos vayamos él quedará libre para hacer lo peor en un desesperado esfuerzo para mantener el control. Pero eso no será suficiente, y habiendo sido finalmente expulsado del Cielo (Apocalipsis 12:7) será derrotado (Apocalipsis 19:19-21), atado en el abismo por 1000 años (Apocalipsis 20:1-3), y finalmente lanzado al lago del fuego eterno (Apocalipsis 20:10).

    De nuevo, ¿Cuál fue la pregunta?

    Regresemos a la pregunta original. Puesto que Dios conoce todas las cosas por adelantado, ¿por qué creó a Satanás y lo elevó a esa posición tan exaltada? Él sabía que Satanás se volvería tan malvado, entonces, ¿por qué Dios hizo eso?

    Esta es una muy buena pregunta y nunca he visto una buena respuesta para contestarla. La Biblia tampoco lo explica. Ya que Dios conocía cada detalle antes de que cada uno de ellos se materializara, todo debe de ser parte de Su gran esquema. Nada ha sido una sorpresa para Él, nada se ha hecho para que lo piense de nuevo o lo adapte a las circunstancias. Todas las cosas han servido a Su propósito.

    ¿Y cuál es ese propósito? Revelar Su carácter al ejército angelical a través de Su interacción con nosotros. Mostrar que Él es absolutamente recto, absolutamente justo y absolutamente amoroso, todo al mismo tiempo.

    “Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:10-11).

    Recuerden, Él creó un juego de leyes que fueron absolutamente justas, a pesar de que después de haber adquirido nuestra naturaleza pecaminosa, nadie las puede guardar. A pesar de que el castigo por siquiera una violación de las mismas era la muerte, Él no permitió ninguna excepción ni exención. Luego Él se convirtió en un hombre y llevó sobre Sí mismo el castigo de todos los pecados de la humanidad, muriendo en nuestro lugar. Finalmente, Él permitió que cada persona eligiera por ella misma aceptar Su remedio o no, diciéndonos por adelantado tanto el beneficio de aceptarlo como el castigo por rechazarlo.

    Él nos habló sobre ello, lo escribió en las estrellas, envió los profetas para enseñarnos, y todo lo documentó en Su Palabra de tal forma que es imposible que una persona no se dé cuenta. Él puso el deseo de conocerle en nuestros corazones y dijo que toda aquella persona que pida recibirá, que busque encontrará, y que toca la puerta se le abrirá (Mateo 7:7-8).

    En resumen, no sabemos cómo es que Dios puede tolerar la presencia de Satanás ni porqué le permite permanecer entre nosotros. Pero sí sabemos que hizo todo consistente con Su carácter para hacer posible que nosotros pudiéramos vencer a nuestro adversario y encontrar nuestro camino de vuelta a nuestro Creador. Selah

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