MARIO E. FUMERO
Santiago_1:27 “La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo”.
¿Qué es la pasión? Es una fuerza interior que te mueve a una acción que va más allá de lo lógico y racional. Es una forma de desprendernos de nosotros mismos, para abrazar una causa, buena o mala, dispuesto a darlo todo, hasta el sacrificio máximo. Donde hay pasión hay entrega, sufrimiento, desvelo, angustia (2 Corintios 2:4).
La mejor manera de entender la pasión es comprender el sufrimiento de Jesucristo, el cual nos amó de tal manera, que estuvo dispuesto a todo a morir por nosotros, para darnos la vida eterna(Juan 3:16). La pasión es un sentimiento que se manifiesta cuando hay una entrega total. En el caso de la vida cristiana, es una darse por completo al servicio del Señor sin buscar reconocimiento ni las “gracias” (Lucas 17:9). Es una desesperación y un ansia por alcanzar a los perdidos, y extender las manos a los desposeídos. Fue la fuerza que movió al cristianismo primitivo a tal grado, que la gran mayoría de los creyentes se convirtieron en mártires de la fe, despojándose de todo, por ofrenda sus vidas en sacrificio vivo, santo, agradable delante de Dios (Romanos 12:1).
Es la pasión por las almas pérdida la que nos lleva a la misión de proclamar el evangelio, pero no solamente con palabras, como se hace hoy día, sino con hechos concretos, porque la verdadera religión cristiana no se fundamenta solo en la teología, ni en las hermosas palabras proclama desde un púlpito, sino en aquella expresión del apóstol Santiago cuando definió que es pasión es la compasión por servir a los necesitados, porque la pasión produce amor, y no un amor carnal, ni filia, sino ágape, que es el amor que lo da todo, sin esperar nada a cambio.

