Mario E. Fumero
Lucas_17:7 ¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara ó apacienta, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa?
La palabra esclavo aparece en la Biblia como «siervo«. Este término se desprenden del concepto de servidumbre, que es equivalente a esclavo. O sea, el siervo es una persona que ha sido comprada para servir a un amo y que carecen de todos los derechos personales, siendo su amo el dueño de su vida.
En la Biblia la palabra siervo aparece aproximadamente 452 veces, y tomando en cuenta el marco histórico del momento en que fue escrita, hace alusión a la esclavitud, que son aquellos que fueron comprados para estar bajo una servidumbre.
Este concepto bíblico tristemente se ha perdido en la iglesia moderna al enfatizarse los derechos personales, por lo cual, establecerse jerarquía en donde los que deberían ser siervos, se convierten en amos, para convertir a los feligreses o el rebaño, en esclavos de sus caprichos.
Pablo enfatiza la esencia del servicio a Dios dándole a los ministros del evangelio el título «Siervo de Cristo», ya que Jesús siendo el Señor, se comportó como siervo, descendiendo a nivel más bajo cuando le lavó los pies a su discípulo, algo común dentro del concepto de servidumbre en la época bíblica (Juan 13:14).
En una época de ostentosidad y títulos rebombantes, en donde todo los ministro del evangelio quieren ser apóstoles, profetas, doctores y reverendos, cabe hacer un llamado a que, como siervo de Jesucristo, vivamos una vida coherente con el concepto bíblico de un siervo, y si notamos el texto que puse al principio, no tenemos derecho, ni siquiera, a que nos den las gracias por todo lo que hacemos, aunque hayamos servido día y noche al Señor. Lo mas tremendo de esta enseñanza es que pese a todo lo que hemos hecho, Jesús nos da el título de «Siervos inútiles» ¿Y porque tan humillantes reconocimientos, si nos hemos sacrificados? «Porque hicimos lo que debíamos hacer» (Lucas 17;10), ya que al fin y al cabo, para ello fuimos comprado con la sangre de Cristo (1 Pedro 1:18).