¿QUÉ HACER CUANDO LA IGLESIA PIERDE LA VISIÓN?

Mario  E. Fumero

Esta pregunta me la he hecho a mí mismo muchas veces, aunque también otros me la han hecho debido a la problemática existente en las iglesias modernas, las cuales se han acomodado y mercantilizado a tal grado, que han perdido el compromiso con los marginados, desposeídos y perdidos del mundo, y todo esto se debe a que hemos perdido el Espíritu de Jesucristo.

Pero para entrar en el tema definamos primero que es la VISIÓN. De forma global, la visión es el conjunto de doctrinas y principios en el quehacer de una Iglesia, lo cual marcan un objetivo. A esto le denominamos MISIÓN. La misión es el fundamento o la doctrina en la cual nos movemos a fin de realizar una labor misionera determinada, y que se proyecta hacia afuera, según las necesidades del medio en el cual estemos. En el caso personal, la misión esencial es la proclamación el evangelio de Jesucristo al mundo perdido mediante el amor que produce compasión, y específicamente, nuestra visión es rescatar a los marginados y perdidos, comenzando la acción con jóvenes que tenían problemas de droga y niños abandonados.

La visión es la perspectiva que nos lleva a ejecutar una labor hacia un mundo perdido, del cual nace de la COMPASIÓN. Esta que produce una pasión hacia las necesidades existentes, y nos empuja a ejecutar una determinada acción. Para que una visión funcione, tiene que haber en las personas que la ejecuten misericordia, compasión y compromiso, lo cual produce una entrega total. Muchas veces, al ejecutar una visión, nos enfrentamos a situaciones de riesgo, sacrificio y entrega. Es por eso que todo aquel que se aferra a una visión que viene de Dios, siente una carga tan intensa por ejecutar la misma (Gálatas 4:19), que es arrastrado por sus sentimientos o pasión a darlo todo, sin esperar nada a cambio (Juan 15:13).

Pero la pregunta clave que nos planteamos en este artículo es; ¿Qué hacer cuando la iglesia pierde la visión o se aparta de la doctrina? Es bueno aclarar que la iglesia está fundamentada en la obra del Espíritu Santo, y es Dios el que pone el querer y el hacer (Filipense 2:13) a través del fundamentos de la Palabra. Toda congregación nace con una perspectiva impartida por un siervo de Dios que fue movido por el Espíritu Santo, la cual se fundamenta en las enseñanzas bíblicas que le impulso a determinado compromiso social con su entorno. Esto produjo en el grupo un sentir, una meta,  un objetivo (Filipenses 3:16-17).

El amor cristiano no es una doctrina, sino un fundamento, una forma de andar y vivir (Efesios 5:2) el cual se proyecta en el diario quehacer de los creyentes, evidenciado que hemos pasado de muerte a vida (1 Juan 3:14), y el cual sobrepasa los dones espirituales y naturales (1 Corintio 13:1-13). Cuando la congregación y sus líderes se olvidan de los necesitados, para acomodarse a sí mismo, y buscará acciones productivas, evadiendo las acciones comprometedoras hacia los necesitados, tristemente se ha desviado el camino correcto y esto se debe a dos razones esenciales:

Primero, porque ha olvidado las sendas antiguas en las cuales comenzaron, adaptándose y acomodándose a los esquemas del mundo (Jeremías 6:16, 18:15).

Segundo, han perdido su primer amor, y se han ido adaptando al conformismo y al bienestar social, cayendo en la doctrina de los nicolaítas[1] (Apocalipsis 2:4,6,15)

Tomando en consideración lo antes expresado, la respuesta es obvia. Si tú iglesia no sigue el camino original y no obedece los postulados bíblicos, apártate de ella, porque no  debemos obedecer, ni seguir a hombres, ni doctrina de hombres, sino al supremo llamamiento que es en Cristo Jesús, para ejecutar aquello que originalmente era nuestro objetivo, y que por razones históricas y circunstanciales olvidamos o abandonamos. Si la Iglesia se aparta de la doctrina sana, tú debes apartarte de ese lugar para no enfermarte. Debemos ser fieles a la Palabra y a la raíz de nuestra fe. Debemos seguir una misma regla en aquello que hemos llegado, y si otra cosa sentimos, la deberá revelar el Señor (Filipenses 3:16).

Es bueno entender que la misión nace de la conversión. El primer fruto que aparece al nacer de nuevo es el AMOR (1 Juan 4:8). El amor es el fundamento de la fe y de la doctrina. Así que la evidencia de haber nacido de nuevo es el amor. La doctrina y la misión sin amor, es letra sin vida (2 Corintios 3:2-3). Una vez que nace el amor, se cumple la doctrina. Cuando ambas cosas gobiernan mi vida (amor y doctrina) nace la misión que produce compasión y nos lleva a la visión.

El amor obrando en nosotros nos lleva a la misericordia que genera COMPASIÓN. Cuando vemos las necesidades humanas (Mateo 9:36)  la compasión se hace manifiesta generando bondad. Esta compasión da origen a una visión que nos impulsa, con una pasión intensa, ha darnos a los demás. Esta disposición es puesta por el Espíritu Santo, llevándonos a una acción que envuelve una entrega a determinados objetivos. Es semejante al pastor que tiene un rebaño de oveja y lo cuida porque es suyo, estando dispuesto, si fuera necesario, a dar su vida por él, mientras que aquel que contratamos para cuidar el rebaño, por ser un asalariado, no tiene pasión por rebaño, porque no es suyo, y cuando ve el peligro, y lo abandona (Juan 10:12-13).

Existe el riesgo de que una visión, que nació de una compasión, se desvirtué cuando los afanes de este siglo y el materialismo, el cual absorbe la entrega y el compromiso. Sin embargo, cabe la posibilidad que en el trascurso de los tiempos otras visiones amplíen el quehacer de la iglesia, pero ésta nunca borrar olvidar su origen, ni dejar de respaldar la visión inicial que la creo. Toda visión nueva tiene que edificarse sobre los principios originales que dieron origen a su existencia.

Es importante la fidelidad de los discípulos para poder ejecutar una visión, sin que la misma se desvirtúe. Esto dependerá de poder encontrar a hombres fieles, que sean idóneos para ejecutar la misma (2 Timoteo 2:2). Cuando los hombres se apartan de los principios originales, indudablemente la iglesia caerá en una decadencia espiritual que podrá terminar en apostasía. Debemos cuidar nuestra herencia histórica, porque quien olvida el pasado, cometera los mismos errores y perderá la brújula del quehacer bíblico.

 

[1] -Tendencia o doctrina introducida a la Iglesia en Éfeso y Pérgamo que permitía costumbres paganas  en la iglesia relacionada al culto a  Balaam. Ver.  Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, Editorial Clie , 1985, página 812.

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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