Mario E. Fumero
1 Juan 4:1 “AMADOS, no creáis á todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios: porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo”.
En la iglesia Católica Romana se tiene el principio que además de la Biblia y las tradiciones, se debe aceptar los dogmas papales como normas de fe. Los evangélicos solo aceptamos lo establecido en la Biblia como norma de fe, y toda revelación debe partir y ser respaldada por la Palabra de Dios. De forma que cualquier creencia, revelación o enseñanza que no emane de las Sagradas Escrituras debe de ser rechazada (2 Timoteo 3:15), porque fuera de las Escritura, no existe ningún dogma o proclama con validez (2 Pedro 1:20).
Sin embargo, en estos tiempos de apostasía, muchos pastores evangélicos usando revelaciones personales, tratan de establecer dogmas y doctrinas de hombres para manipular a la grey, para actuar y hacer cosas contrarias a lo que la Palabra de Dios nos ha enseñado. Usan el término de “Dios me dijo”, o “Dios me reveló” para llevar a los incautos por el camino del error. Ellos ignoran que la Biblia prohíbe radicalmente tomar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7).
Blasfemar no es maldecir a Dios, sino que es tomar su nombre en vano. Un ejemplo es el hecho cuando Jesucristo fue acusado de blasfemo por decir que destruiría el templo y lo edificaría en tres días (Mateo 26:61-64).
No debemos creer y aceptar ninguna revelación o profecía que venga de ningún hombre, por más iluminado que sea, a menos que se fundamente en la Biblia. Las revelaciones y las profecías son de edificación personal y no se deben hacer dogmas de fe, por lo cual debemos probar los espíritus.

