1 Pedro_2:2 “Desead como niños recién nacidos, la leche pura (o espiritual) de la palabra, para que por ella crezcan para salvación”.
La vida cristiana se inicia con un Nuevo Nacimiento (Juan 3:3). Este nuevo nacimiento establece un criterio de crecimiento en vida cristiana, nada es estático, todo es evolutivo.
La conversión comienza con una etapa catalogada niñez (1 Corintios 3:1-2. A los niños le les da leche. Cuando el apóstol Pedro habló de la leche pura de la palabra se está refiriendo a los rudimentos de la doctrina de Cristo (Hebreos6:1-3), o sea, a las cosas más importantes que tienen que ver con el proceso de conversión y regeneración. Según nos vamos perfeccionando en el conocimiento del hijo de Dios, vamos a alcanzando madurez y entonces comenzamos a ingerir alimento sólido (Hebreos 5:14), que simboliza una Palabra más profunda, que forja en nosotros un carácter, buscando alcanzar la estatura de Cristo (Efesios 4:13). Esta etapa se denomina madures.
Ser maduro en la fe significa conocer las características del nuevo hombre (Colosenses 3:10), el cual se renueva cada día hacia la perfección. Saber en quien hemos creído es estar arraigado (Colosenses 2:7), firmes y maduros en Cristo (Colosenses 2:7), pues desarrollamos el discernimiento entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. Es ahí cuando estamos firmes en la fe, y no somos movidos como falsas doctrina, de una idea a otra, sino que tenemos raíces en la Palabra.


