Mario E. Fumero
Gálatas_3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero:)
Varios de los predicadores de la prosperidad y de la onda apostólica están afirmando aberraciones teológicas, cuando dicen que la pobreza es una maldición, y usa el término maldición para manipular una teología, que sí es una maldición. Ni la pobreza, ni la riqueza son maldiciones, sino consecuencias del pecado, y de la codicia, pero esto lo analizaremos en otra reflexión.
Quiero analizar qué significa el término maldición según lo describe la real academia española. La palabra “maldición” es reseñada como “imprecación que se dirige contra alguien o algo, expresando y revelando su ira y aversión hacia aquello, y él deseo explicito que le venga algún tipo de daño. Este vocablo es de origen latino y proviene de la palabra “maledictio”; con componentes léxicos como “male” que quiere decir mal o malamente, y “decire” que significa decir, más el popular sufijo “cion” aludiendo a acción y efecto. Es una pretensión que se expone en voz alta, conteniendo en ella, un deseo agudo de que a la persona maldecida le ocurra lo peor”. Entonces, cuando un predicador afirma que cierta situación determinada es maldición ¿dónde está la misericordia y compasión?
La maldición está en las consecuencias del pecado, o cuando ponemos nuestra confianza los hombres, como dice Jeremía 17:5 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová“.
Afirmar que la pobreza es una maldición, es una afrenta a la palabra de Dios, porque la Biblia en 1 Pedro 3:9 nos ordena “No volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en herencia“.