Es cierto que al necio lo mata la ira, y al codicioso lo consume la envidia. Job 5:2.
Mis queridos hermanos como todos ya sabemos, la ira y la envidia son los principales venenos de nuestra sociedad hoy día. Puesto que por ira se destruyen hogares, se agreden personas e incluso, se les roba la vida a muchos inocentes.
También por la envidia se generan robos y guerras que producen destrucción y muerte. Al final el destino en ambos casos es el mismo: muerte.
Mi hermano y hermana ¿Está usted consciente de lo dañina que es la ira? La ira es una advertencia fiel de que usted perdió el control, o en el mejor de los casos, de que está a punto de perderlo.
Debemos estar conscientes de lo siguiente: usted, yo, todos nosotros vamos a batallar contra éste sentimiento hasta el último día de nuestra vida. La Biblia acepta la ira como un resultado de la frustración o la injusticia, pero no la aprueba como un estilo de vida.
Ahora bien, sabe usted ¿cuál es el origen de la ira? Posiblemente usted podrá pensar que obviamente son las circunstancias, pero no. Las circunstancias solo se encargan de remover algo que ya está anclado en su interior, es decir la amargura.
Por otro lado la amargura hará que usted sienta enojo o ira por casi cualquier cosa. O que usted, sin saber por qué, un día se levante feliz y al día siguiente se levante enojado sin tener una razón lógica.
Por eso mi querido hermano y hermana, usted debe aprender a vivir sabiamente con los errores y las debilidades de los demás. La gente se equivoca de la misma manera como usted también lo hace.
Por tal razón no se deje gobernar de la ira. La ira es tanto o más peligrosa que un arma dr fuego. De tal manera que la ira, en definitiva, es un arma mortal.
Muy a la par de la ira también camina la envidia. Ese dañino deseo de ser alguien más y de tener algo que pertenece a otro.
Saben que pasa la envidia produce una muerte silenciosa. Pues usted no se siente conforme, siente que trabaja duro pero está imposibilitado de tener el estilo de vida de esa persona que usted quisiera.
Es más sabían ustedes que hay personas que les molesta reconocer que alguien merece lo que tiene. De ahí que el codicioso no aprecia lo que tiene, más bien, desea lo que no tiene.
La buena noticia es que el antídoto contra esa constante tentación, es la gratitud. Si usted abraza el hábito de agradecer, le aseguro que se enfrentará menos a esos angustiosos momentos en los que desprecia su vida para desear tener la de alguien más.
Por tal razón mi hermano y hermana sea agradecido con Dios. Él lo está llevando a través de un proceso y su plan es bendecirlo. Pero no arriesgue esos increíbles planes de Dios, por un ataque de ira o por un sentimiento de envidia. No vale la pena.
Finalmente, mí querido hermano y hermana, confíe en la benevolencia del Señor y esfuércese por cerrarle la puerta a estos destructivos sentimientos. De lo contrario, usted podría enfrentar una batalla a la cual Dios nunca lo llamó.
Dios le bendiga y les de un bendecido lunes
El crímen nace en la ira o el enojo. Como el humo antes del fuego es la ira antes del crímen.