El relato de Lucas en los primeros capítulos tiene la forma de una especie de tablero en el que se compara la historia de dos no nacidos y cómo se desarrolla todo el proceso hasta su nacimiento.
Se va contando la historia de Jesús y Juan Bautista de forma paralela y según una estructura narrativa muy sencilla:
Anuncios del nacimiento de Juan (Lucas 1:5-25) y del nacimiento de Jesús (Lucas 1:26-38) Nacimiento y presentación de Juan (Lucas 1:57-58 y 1:59-79) y de Jesús (Lucas 2:1-20 y 2: 21-28)
Ciertamente ambas historias concluyen con el mismo estribillo haciendo referencia a su vida oculta (Lucas 1.80 y 2:39-40): el niño crecía en sabiduría…
El espacio dedicado a Jesús es cada vez mayor: en el relato del nacimiento y presentación es tres veces mayor. Es como si Juan Bautista fuera teniendo cada vez menos importancia y Jesús fuera ocupando cada vez más espacio dentro del relato y, por tanto, dentro del interés de la narración.
Ahora bien, es evidente que las cosas en la vida no suceden sin más, sin ninguna razón. Razón que escapa a nuestra comprensión en la mayoría de las ocasiones.
El relato escrito por el médico Lucas quiere resaltar la importancia de que lo que está sucediendo está lleno de significado.
No son muchas las mujeres estériles o vírgenes que conciben, ni a muchos se les aparecen ángeles para anunciárselo. Sólo si Dios interviene es posible. Dios interviene en la historia de cada persona, de hecho, Dios es siempre el protagonista de toda historia. La clave está siempre en si el hombre le da a Dios el papel de protagonista que le pertenece o pretende usurparlo.
Finalmente, hermano (a) todo tiene su centro en Dios, usted no lo debe de olvidar. Nuestra vida está llamada a reconocerle a Él como el auténtico protagonista de todo.
En su vida, ¿quién es realmente el protagonista? ¿es usted lo importante? No quiera un lugar que no le corresponde, confíe en el Señor.